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Los ricos y la innovación

Publicado por Javier Paz

Muchos consideran la desigualdad económica como algo inherentemente malo e injusto. Tal valoración no toma en cuenta que la desigualdad es parcialmente una consecuencia de las diferentes aptitudes, vocaciones y grados de esfuerzo de las personas: personas como Bill Gates, Steve Jobs o Warren Buffet eran personas de clase media que hicieron sus fortunas gracias a su creatividad y su sagacidad empresarial.

La valoración negativa de la desigualdad tampoco considera que los ricos cumplen un rol fundamental en el proceso de innovación tecnológica, tanto en el lado creativo, como en el aspecto comercial. Por el lado creativo, son los países más ricos, las personas más ricas y las empresas más ricas quienes más invierten en la investigación y el desarrollo de nuevos y mejores productos. Y son los más ricos los que a menudo generan la demanda inicial para que un producto pueda producirse en masa y llegar a la mayoría de la población. Por ejemplo el teléfono celular inicialmente era exclusivamente para personas con mucho dinero, tanto por el costo del aparato, como del servicio. Hoy la tecnología celular es accesible a todo el mundo, desde África hasta Sudamérica, pero si los primeros modelos no hubieran tenido la demanda suficiente, solventada por los más ricos, posiblemente hoy no pudiéramos beneficiarnos todos de esa tecnología.

Henry Ford en el siglo pasado creo el modelo T, para que hasta sus obreros pudieran comprar un vehículo. Su visión revolucionó el mundo, pero inicialmente necesitó hacer vehículos destinados a los más pudientes, antes de tener los recursos necesarios para montar su fábrica de producción en gran escala. Las empresas farmacéuticas invierten miles de millones de dólares en investigación y desarrollo de nuevos medicamentos; cuando una nueva droga sale al mercado, son los ricos consumidores de Europa y EE.UU. los que pagan la cuenta con precios altos, mientras que los consumidores de países pobres como Brasil o Bolivia se benefician de drogas genéricas o del vencimiento de patentes con precios que son una fracción de los originales.

Si miramos a nuestro alrededor y vemos las tecnologías que hacen nuestra vida más fácil y placentera, desde el televisor, los viajes en avión, la computadora personal o la medicina vemos un proceso similar donde el rol de los ricos es fundamental para que esas innovaciones tengan el empuje inicial para poder llegar hasta los pobres.

Santa Cruz de la Sierra, 04/04/15

http://javierpaz01.blogspot.com/

Ayer falleció Eduardo Galeano. La prensa nos remite a uno de sus libros más leídos, Las venas abiertas de América Latina. Lo que parecen omitir los medios es que hace casi un año, el propio Galeano explicó abiertamente que "la realidad cambió, no leería más Las venas abiertas".

Personalmente, preferiría recomendar otros de sus libros, como sus cuentos de fútbol. Debemos reconocer que Galeano gozaba de un pluma extraordinaria, aunque muchos liberales estemos en las antípodas de nuestro pensamiento.

Cierro con una referencia a mi propia crítica de las Venas, la que se puede leer en este documento.

Resumiendo, estos son los cinco puntos que intento aclarar en el trabajo:

  1. Ha existido una continua política de saqueo desde la época de la Colonia hasta nuestros días.
  2. Fue precisamente ese saqueo el que impulsó el mayor desarrollo relativo europeo respecto de Latinoamérica.
  3. El orden económico vigente no es la consecuencia de un orden espontáneo, sino un orden generado a través de la planificación central americana, primero con el cuerpo de políticas gubernamentales, y luego con los tentáculos de las empresas multinacionales que saquean a todos los países en los que se introducen.
  4. La culpa de nuestros males (pobreza, indigencia, desocupación extendida) es del mundo desarrollado. Nuestra pobreza es la contrapartida de la riqueza de los países centrales.
  5. La única forma de interrumpir este proceso y darle esperanza a los pueblos latinoamericanos, es a través de la violencia, expropiando la propiedad privada de los medios de producción a quienes han abusado de él.

En un reciente artículo publicado por diario El Telégrafo de Ecuador y titulado “Ecuador tiene menos restricciones al comercio”, se cita al país como uno de los de menores restricciones al comercio en Latinoamérica. Dicha afirmación la realiza en relación a un informe elaborado por Global Trade Alert (GTA), una organización dedicada a monitorear las principales políticas comerciales a nivel mundial.

Como primer punto quisiera destacar que la información publicada por GTA se refiere a nuevas reformas y no a las existentes. Pues si bien GTA monitorea y divulga las medidas comerciales adoptadas por los países y las clasifica en restrictivas o liberalizadoras, no publica información sobre el total de normas vigentes. Es decir, lleva un inventario de las medidas marginales (adicionales) y no del total del stock (vigentes más adicionales). Además, la iniciativa GTA inició en el 2009 tras la reunión del grupo G-20 en su afán de “no cometer los errores del pasado del proteccionismo”, por lo que tampoco presenta regulaciones anteriores a esa fecha.

En segundo lugar, es preciso remarcar que a nivel mundial sí existen otros índices que evalúan la libertad de los mercados. Por ejemplo, de acuerdo al Índice de Libertad Económica 2015 elaborado por The Heritage Foundation y Wall Street Journal, Ecuador ocupa el puesto 127 entre 184 países en el ranking de libertad comercial que contiene este índice. En el 2006 se ubicó en el puesto 94, es decir más de 30 puestos más arriba que en la actualidad. Esto lo coloca a Ecuador en la actualidad por debajo de Colombia (65°), Chile (60°) y Perú (40°) que se apuntalan como las economías con mayor apertura comercial en Latinoamérica.

Asimismo, Ecuador aparece como uno de los países con menos libertad comercial en otro ranking elaborado por el Fraser Institute. Con una tarifa arancelaria de 7,98% en promedio (2,58% en 1990), Ecuador es uno de los países con menor libertad para comerciar de acuerdo al reporte de Libertad Económica en el Mundo: Informe Anual 2014 elaborado por este instituto. En este informe, Ecuador ocupa el lugar 76 mientras que Perú aparece como el 6° país de mayor libertad comercial después de Hong Kong, Singapur, Irlanda, Reino Unido y Nueva Zelanda.

Por último, es importante destacar que la tasa arancelaria de Ecuador sigue siendo elevada comparada con vecinos de la región. El Banco Mundial reportó que la tasa arancelaria (promedio ponderado de todos los productos) aplicada por Ecuador se redujo de 8,7% en 2005 a 4,3% en 2012. Sin embargo, Perú, líder en liberalización comercial en la región, la redujo de 8,3% a menos de 1,5% en el mismo periodo.

En definitiva, los aranceles, al igual que los requisitos técnicos, constituyen la principal traba al comercio internacional. Y en los últimos años el Ecuador ha emprendido una política comercial más restrictiva que liberalizadora. Su modelo de crecimiento hacia adentro estableciendo cuotas, tarifas, normas técnicas, y demás, sin duda alguna ha mermado la soberanía de los consumidores ecuatorianos. El resultado ha sido menos oportunidades y ser uno de los países con más restricciones al comercio de la región. Para muestra un botón: aún esperamos aprobación de un acuerdo comercial con la Unión Europea y no poseemos ninguno con EE.UU., destino del 55% de las exportaciones.

En PanamPost se publicaron dos notas para debatir si la dolarización puede ser una medida beneficiosa para Venezuela (uno de los países con más inflación del mundo y, por tanto, con peor moneda).

El economista venezolano Luis Oliveros responde que “Venezuela no puede dolarizar” y ofrece las desventajas que implica tal sistema:

  • 1.- Pérdida de flexibilidad en la política monetaria, ante la no coincidencia de los ciclos económicos entre el país emisor y el país dolarizado, situación que podría generar shocks a la economía dolarizada.
  • 2.- Cuando un país adopta una moneda extranjera como su moneda de curso legal sacrifica los ingresos por concepto de señoreaje que provienen de la emisión primaria.
  • 3.- Al no tener un banco central, sufre la pérdida de la función de prestamista de última instancia, aspecto que no le permite atender problemas de liquidez del sistema bancario (requiere líneas de crédito con bancos extranjeros).
  • 4.- Los sistemas financieros se vuelven más vulnerables ante choques externos.
  • 5.- Se elimina la posibilidad de utilizar el tipo de cambio como una variable de ajuste ante choques externos.

Abstrayéndonos por un momento del caso puntual de Venezuela, podemos tomar estos argumentos como motivos generales por los que los países deberían tener una moneda propia. Así, el argumento no solo es crítico de la dolarización, sino también del euro, el patrón oro, o sistemas como el de Panamá, que carecen de Banco Central.

Pero analicemos detenidamente cada uno de ellos:

1. Se dice que “pierde flexibilidad” la política monetaria. Esto es cierto. De hecho, si un país abandona su moneda para adoptar la de una nación distinta, no solo pierde flexibilidad, sino que pierde por completo la política monetaria. Y aquí la pregunta se vuelve empírica más que teórica: ¿cuáles han sido los resultados de la flexibilidad de la política monetaria en Venezuela (o, por caso, en Argentina, Ecuador y otros países latinoamericanos)? Lo relevante, entonces, no es si se pierde flexibilidad (que se pierde), sino si eso es peor que no perderla y convivir con el riesgo de que la flexibilidad se transforme en discrecionalidad (que ocurre a menudo).

2. Este punto no debería ser un argumento en favor de la moneda propia, ya que la recaudación de impuestos y, en su defecto, la deuda contraída voluntariamente en el mercado, deberían alcanzar para financiar el gasto público.

3. No tener un prestamista de última instancia no es un problema para Panamá. De hecho, se le atribuye precisamente a la ausencia de ese organismo, la mayor prudencia en la conducta de los bancos del país.

4. Es erróneo asumir que la ausencia de un prestamista de última instancia vuelve al sistema financiero más vulnerable. ¿Por qué no asumir, por el contrario, que lo vuelve más prudente y, por tanto, más sostenible en el largo plazo?

5. ¿Y por qué hay que temerle a los choques externos en primer lugar? Si, dentro de un mismo país, un estado/provincia entra en default (recuérdese el caso de Detroit), claro que eso va a ser un “choque externo” para la economía del estado/provincia vecina. Sin embargo, nadie propone que el estado vecino cree una moneda para contrarrestarlo. Buenas instituciones y mercados flexibles son suficientes para adaptarse a los cambios.

Volviendo al caso de Venezuela, es evidente que sus problemas no se solucionan con un simple cambio de régimen monetario. Pero también es cierto que los miedos a la dolarización y al abandono de la moneda propia están exagerados. Así, de enmarcarse en un plan de cambio institucional profundo, esta medida no tiene por qué descartarse a priori.

Dólar paralelo en Venezuela

Publicado originalmente en www.ivancarrino.com.

En la cumbre de las Américas del 2009, Hugo Chávez regaló al presidente Obama el libro de Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina. En la oportunidad, y a raíz del reciente fallecimiento del escritor Uruguayo (QEPD), me pareció oportuno reproducir la columna que por entonces publiqué. Especialmente teniendo a la vista que hace poco, el propio Galeano se "autocuestionó su trabajo.

¡No más venas abiertas en América Latina!

(Publicado en 2009)

En la reciente Cumbre de las Américas el presidente venezolano, Hugo Chávez, entregó al mandatario norteamericano, Barack Obama, un ejemplar del libro Las venas abiertas de América Latina, escrito por Eduardo Galeano en 1971.

Obama, como es su costumbre, lo recibió con una amplia sonrisa, que más bien habla de su educación, cordialidad y espíritu de recomponer las relaciones con el subcontinente, pero también de su desconocimiento de lo que estaba recibiendo, un producto altamente tóxico.

El libro de Galeano es uno de los que más daño han hecho a nuestro continente. Su argumentación elemental sostiene que somos pobres porque los otros son ricos. El clásico discurso del imperio que succiona la sangre de las venas de su víctima hasta acabar con ella. Un decálogo revolucionario antiimperialista que culpa de nuestro atraso primero a los españoles, luego a los ingleses y, desde el siglo pasado, a Estados Unidos. De haber sido escrito en el siglo XXI, seguramente culparía a Coca-Cola, Google, Amazon, Starbucks, McDonald's y alguna otra transnacional de las que nos roban.

Galeano resume los agravios sufridos por los latinoamericanos y los victimiza; además, transmite su odio visceral a cualquier cosa que huela a democracia y mercado: en definitiva, a la libertad, para retorcerse en el igualitarismo estrecho de mente que impide el desarrollo.

En lo sucesivo, Obama tendrá que andar con más cuidado a la hora de recibir panfletos de esta guisa. Hay muchísimos: desde La historia me absolverá, de Fidel Castro, y La guerra de guerrillas, de Ernesto Che Guevara, a ¿Revolución dentro de la revolución?, de Regis Debray, pasando por Dependencia y desarrollo en América Latina, de Fernando Cardoso y Enzo Faletto; Hacia una teología de la liberación, de Gustavo Gutiérrez, o Para leer al Pato Donald, de Ariel Dorfman y Armand Mattelart, incubado en universidades norteamericanas.

Por el bien de nuestro continente, y del efectivo espíritu de relanzamiento de las relaciones entre nuestros países, es de esperar que el librito de Galeano se lo dejara Obama olvidado en el hotel.

Ojalá que el presidente norteamericano devuelva en una próxima oportunidad la mano a Chávez regalándole Camino de servidumbre, de Friedrich Hayek, o La acción humana, de Ludwig von Mises. Mientras tanto, si alguien me dice cómo puedo enviarle un libro al inquilino de la Casa Blanca, feliz le mando Del buen salvaje al buen revolucionario, de Carlos Rangel, que, como escribió el célebre Jean-François Revel, es el primer ensayo sobre la civilización latinoamericana que disipa las interpretaciones falsas, las descripciones mentirosas y las excusas complacientes.

¡Cuándo acabará el carnaval!

Publicado por Javier Paz

El 17 de febrero finalizó el carnaval, sin embargo hasta el 31 de marzo la ciudad está mucho mas sucia que el mes pasado. Si los carnavaleros tuvieron 3 días y unos miles de dólares para pintarrajear unas cuantas calles del centro, los políticos se dieron más de un mes y sus buenos millones para ensuciar la ciudad en toda su extensión. Banderines en los postes de luz, pinturas en los canales, panfletos en las paredes, ¡ni siquiera los inocentes árboles se han librado de las tonterías de los políticos!

Una de las ventajas de conocer otros países es que uno puede comparar diferentes realidades. Durante mis estudios universitarios en los Estados Unidos fui testigo de varios procesos eleccionarios, tanto a nivel nacional como local. Lo que pude observar es que las campañas políticas allá son mucho más tolerantes, civilizadas y respetuosas de la ciudad y el ciudadano. Es inimaginable que un candidato se rehúse a debatir o que pintarrajee la ciudad. Era muy común ver banderines clavados en los jardines de casas particulares, colocados con la anuencia de los propietarios, pero nunca vi canales de drenaje pintados o postes de luz repletos de panfletos políticos como lo vemos acá. Y al día siguiente a las elecciones, la ciudad quedaba limpia como si nada hubiera pasado.

Uno tiene cierto derecho a molestarse por la cantidad de vallas publicitarias. Por ejemplo el cruce por el puente del Urubó es insoportable, y si pudieran privarnos de la vista panorámica del río con las carotas de los candidatos, lo hicieran. Pero al fin, uno puede justificar tal situación porque pagan por ese espacio y si no lo ocuparan las candidaturas, alguna empresa privada lo usaría. Lo que corresponde en esta situación es modificar las normas de uso de vallas publicitarias en espacios públicos.

Lo que sí es imperdonable y de hecho es delictivo es el pintarrajeo de paredes, canales de drenaje, postes de luz con pinturas y panfletos propagandísticos. ¡Incluso pintan las piedras y los árboles, estropeando el paisaje y la estética de la ciudad, del campo y del país entero para toda la vida! La suciedad del carnaval de febrero dura un par de semanas, el daño estético del carnaval de los políticos dura para siempre.

Nuestros políticos son irrespetuosos y abusivos con nuestras ciudades y con el país entero.

Llama la atención que la Alianza de partidos de centro derecha en Chile continúe buscando su discurso unificador para afrontar la coyuntura. La actual situación es de la falta de un relato y defensa con convicción y pasión de principios que, en su momento, se vieron como incuestionados o se pensó que se explicarían solos y que el peso de los hechos era suficiente para la ciudadanía y el progreso del país. La verdad que no es la falta de conceptos, principios, argumentos o pensadores simplemente parece que es la falta de sinceridad y excesiva arrogancia lo que tiene destruido al sector.

Quizás es momento que de una vez por todas se decida entre defender la libertad o mantener sólo las ventajas económicas de ésta. En efecto la derecha chilena, (o centro derecha como se suelen autodenominar hoy en día buscando los votos del centro político), por un lado se ha aferrado a los resultados económicos, a través de gráficos y cifras. Aunque impresionantes pero que de una u otra forma suelen ser, bajo el pretexto de “la eficiencia”, el único argumento para justificar su acceso a la administración del poder. No hay una vinculación comprometida a una defensa integral de la libertad, sobran el temor a la competencia y la falta de conexión con los electores, como señalarían algunos “demasiada cabeza y poco corazón”.

Por otro lado están quienes, en el mismo sector, asumiendo el discurso y conceptos impuestos por la izquierda, replican un relato ambiguo en donde el relativismo y la confusión, generalmente alimentados por la necesidad de figuración pública, nos hace pensar que muy poco realmente tienen que aportar al debate público.

¿Cuál es el rol entonces de la actual derecha chilena en la defensa de la libertad? Es una pregunta que muchos nos hacemos con bastante frecuencia. Por un lado no hay una clara convicción entre los líderes de los principales movimientos y partidos políticos existentes en la actualidad. Tampoco hay un esfuerzo por establecer un relato de consenso en torno a principios. Mucho de esto se ve alimentado por la dificultad de explicar coyunturas circunstanciales como la relación entre grupos económicos y el financiamiento de campañas políticas, que ya costó la renuncia del presidente de la Unión Demócrata independiente.

Sin embargo la discusión aún está centralizada a cúpulas de poder, por señalarlo en forma coloquial “sin entender la crisis, buscan salir de esta con las mismas respuestas de siempre”. Son los mismos personeros que buscan “salvar la situación actual” de cualquier forma, demostrando una desconexión con la realidad y la falta de una carta de navegación.

¿Ausencia absoluta de solución? Sin duda quienes tienen mucho que decir al respecto son las autoridades comunales de los distintos municipios con presencia de la centro derecha, por cierto eternas postergadas en el debate, pero que son las que tienen contacto directo y en terreno con los habitantes de nuestro país. En lo personal he conocido más defensores de la libertad, públicamente y no en reuniones de salón cerradas, entre estos personeros que en el parlamento. Su experiencia es fundamental, no tan solo por su conexión con la realidad  con el territorio, sino por la transmisión de las ideas, fundamentos y valores en defensa de la sociedad libre. Acá no hay gráficos que valgan, ni cifras que convenzan, hay un real convencimiento en las ideas y se ejerce con trabajo.

¿Seguir construyendo “castillos en el aire” con los mismos de siempre? Quizás es hora de que pase la otra “retroexcavadora”, muchos tienen que dar un paso al costado y favorecer un ideario, sin embargo esto significa evidentemente dejar el puesto a otros. ¿Estarán realmente dispuesto a comprometerse con la libertad?

Esto no tiene que ver con generaciones “exclusivas”, como los “sub 40” que participaron en la administración pasada. Tiene que ver con quienes realmente se puede armar un debate interno que permita generar contenidos, discusión y establecer un compromiso con el progreso del país. Es dejar de despreciar a los intelectuales, con canas más o canas menos, generando una discusión descentralizada que permita  sincerarse y asumir una defensa, no tan solo del sistema económico, sino de una sociedad libre donde personas puedan forjar el progreso de Chile y no perder el camino recorrido en los últimos 40 años.

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