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¿Quién fue Alexander Cummings?

Publicado por Pedro Romero

Excusado de A. CummingsFue un relojero y mecánico escocés, a quien le debemos la versión moderna del servicio higiénico que ha salvado muchas más vidas de las que cualquiera de nosotros se puede imaginar. Su patente data de 1775, y desde entonces el modelo básico de Cummings es el que rige el diseño de estos artefactos. Esta era la época en que la Revolución Industrial apenas y empezaba. Tomaría otros cien años para que este invento se añada en las construcciones de casas y edificios por Europa Occidental, y luego de manera más lenta a todo el mundo.

Alexander CummingsAntes de la propagación del servicio higiénico, enfermedades como la cólera, la tifoidea, la disentería, entres otras enfermedades se contagiaban fácilmente. Por supuesto, que no era el único artefacto que contribuía a la reducción de la transmisión de éstas enfermedades pero sin duda contribuyó a que ya nos seamos sólo mil millones de personas, como en 1800, en el mundo sino siete mil millones actualmente.

Historiadores económicos como Angus Deaton y Robert Fogel (Premio Nobel de Economía en 1993) han determinado que los mejoramientos tecnológicos en sanidad y salubridad a lo largo de la historia de la humanidad, pero especialmente en los últimos 300 años, explican que hoy en día podamos asimilar mejor las proteínas en nuestra dieta. Esto a su vez ha generado incrementos tanto en nuestra talla como en el peso, con lo cual somos más resistentes a enfermedades, y así hemos alcanzado una mayor expectativa de vida. Por supuesto, que el desarrollo no es uniforme y todavía existen enclaves de pobreza alrededor del mundo. Pero imagínese su vida sin el servicio higiénico, ¿cómo sería?

No es casualidad que trate de este tema, es simplemente que me parece desafortunado el sesgo observado en nuestras sociedades para registrar, conmemorar y hasta repetir una y otra vez sólo la historia o los actos de políticos como los únicos hacedores de nuestro bienestar para bien y para mal. A pesar de que la historia está llena de los ejemplos de héroes no recordados que han contribuido mucho más que nuestros líderes políticos, ya sean los buenos y por supuesto los malos, a que vivamos en un mundo con menos enfermedades, más limpio y en mejores ambientes.

En la película El aviador (2004), el actor Leonardo DiCarpio representa al millonario excéntrico Howard Hughes. Lo interesante de esta película es que el héroe de la misma es alguien que tiene una apreciación por algo normalmente repudiado en Hollywood: "el dinero".

En una escena Hughes va a cenar con la familia de su pareja del momento, la famosa actriz Katherine Hepburn. Los Hepburns aparentan ser una acaudalada familia con diversos intereses: "nosotros leemos libros", le dice la mamá de Katherine a Howard. Cuando él comete el error de pensar que están interesados en escuchar acerca de sus aviones, empieza a hablar de estos y los Hepburns proceden a ignorarlo e interrumpirlo. Luego la mamá le dice: "A nosotros no nos importa el dinero Sr. Hughes". A lo que Howard responde de manera enfática: "No les importa el dinero porque siempre lo han tenido. . . Algunos de nosotros elegimos trabajar para vivir".

En otras escenas hacia el final de la película Hughes le da una lección a un Senador con algunas frases memorables. Entre ellas: "Yo solo soy un ciudadano privado, mientras que usted es un senador, con todo tipo de poderes", que como dice Hughes en una de sus intervenciones, implica favorecer a determinados empresarios con monopolios creados por el Estado. Y volviendo al tema del dinero, el senador dice de Juan Trippe, el ejecutivo de PanAm (la aerolínea que gozaba de un virtual monopolio sobre los viajes internacionales), "Juan Trippe es un patriota, Juan Trippe no es un hombre que está interesado en hacer dinero", a lo que Hughes responde con sarcasmo: "Hmm...bueno, estoy seguro que sus accionistas estarán contentos de escuchar esto".

Transcurridos apenas tres meses de este 2015, el año se está tornando cuesta arriba. A las catástrofes naturales, no sólo se suma la catástrofe de la corrupción, los coludidos y el amiguismo de siempre, sino que las cifras económicas muestran una caída en el crecimiento, aumento del desempleo, encarecimiento del costo de la vida, que van mostrando un Chile que pasó de ser la economía más dinámica de la OCDE  a caer durante el año 2014 al puesto número 20. Recordemos que desde el ingreso de Chile al bloque, en el 2010 hasta el 2013, siempre ocupamos entre el tercero y el segundo lugar.

¿Dónde quedó el “modelo” chileno del que hasta hace apenas unos meses nos enorgullecíamos?

Hoy, no solo nos sorprendemos –y sufrimos-, sino que desde afuera nos observan atónicos contemplando como, en cuestión de meses, rápidos y furiosos nos acercamos al despeñadero.

¿Qué te pasa Chile?, o en un lenguaje menos docto, “¿qué te fumaste?”.  Reiteradamente escucho la afirmación: “uds., sencillamente, se volvieron locos”.

No dejo de pensar en que, tal vez nos compramos el “cuento” que seríamos el primer país latinoamericano en salir del subdesarrollo, que éramos diferentes al resto del continente, y en un intento de olvidar nuestro origen, pecamos de soberbia y nos creímos superiores, olvidando de paso que nos faltaba mucho por avanzar. La realidad se impuso, y finalmente les mostro a los tecnócratas que el progreso no solo es para una elite y que el “chorreo” sencillamente no funciona.

“Como pecas, pagas”, dirá el refrán popular, pero el problema es que aquí no se trata de eso. Hace unos años, un grupo de escritores latinoamericanos publicó un libro denominado, El Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano, en donde habló de las claves del atraso regional. Años después, y tras un período de optimismo, el populismo y el intervencionismo nos trajo de regreso al “realismo mágico” provocando El regreso del idiota, aunque más bien evidenció que éste nunca se fue.

Hoy, en Chile, al igual que en el resto de los países, pensar que las razones de nuestro atraso las habíamos erradicado, resultó tan erróneo como creer que nos habíamos ido del  vecindario, o como pensar que en nuestra región todo es idiotez.

Hoy Chile, “te desconozco”, ¿o es que acaso todo este tiempo no fuiste más que una máscara ?

El país se incendia, el país se ahoga, el país se inunda, el país se lo están robando, el país se seca... ¿qué haremos por nuestro país?

El rugido del ratón

Publicado por Osmel Brito

Little mouse roaredLas relaciones entre los gobiernos de Venezuela y EE.UU. nunca han estado más tensas. Ni en aquella ocasión cuando Hugo Chávez, en plena Asamblea General de las Naciones Unidas, se refirió a George W. Bush como el diablo y en su habitual tono irónico/jocoso dijo que el podio todavía destilaba el olor a azufre.

La evidencia de lavado de dinero, los vínculos con el narcotráfico y el terrorismo islámico, la violación de derechos humanos, y la presión ejercida por representantes como Marco Rubio, han hecho que el gobierno de Obama haya emitido una orden ejecutiva en donde señala a Venezuela como una amenaza extraordinaria a su seguridad (no la sanciona, sólo la señala como tal).

La respuesta de esperarse del régimen dirigido por Nicolás Maduro, y acorde al pensamiento tercermundista/socialista con que este se identifica, fue señalar que el gobierno de EE.UU. planificaba una invasión militar a Venezuela (porque quiere adueñarse de su petróleo). Para contrarrestar esto, Maduro solicitó una ley habilitante "antiimperialista", que le da incluso el poder de declarar como traidor (y quien sabe el castigo que les tocará) a aquellos venezolanos que no estén en contra de la medida de la administración Obama (Diosdado Cabello ha dicho que "Venezolano que no defienda la patria es un traidor").

El fin de semana del 28 de marzo se hicieron ejercicios militares para "demostrar" la capacidad armamentista de Venezuela. Inició una campaña de recolección de firmas en contra de Obama (que dado los antecedentes, pueda usarse como un nuevo apartheid en contra de los venezolanos que no firmen, tal como se hizo con la recordada lista Tascón). El último episodio de este espectáculo "antiimperialista" fue la declaración de Nicolás Maduro: "Si nos obligan a tomar las armas acabaríamos con los EEUU".

Esta declaración me hizo recordar un artículo que leí en el 2007, publicado en la revista Respekt, escrito por Phillip Dimitrov. En esa época me encontraba estudiando en República Checa y Dimitrov había participado en un evento organizado por Vaclav Havel en Praga, pero el artículo me lo hizo llegar una querida amiga. Dimitrov recordaba la película "El Rugido del Ratón" de Peter Sellers. En dicha película, ambientada en la época de la postguerra, los gobernantes y burócratas (todos interpretados por Peter Sellers) de un pequeño y medieval principado le declara la guerra a EE.UU., con el fin de que cuando fueran derrotados, ellos pudieran disfrutar del Plan Marshall y así lograr la reconstrucción del país por parte del magnánimo Tío Sam.

Pero lamentablemente esto no es lo que busca el régimen de Nicolás Maduro. Primero, el régimen venezolano es "en todas las circunstancias, de oficio, pase lo que pase y se trate de lo que se trate, antiamericano" (parafraseando a Jean François Revel). Y aunque Cuba ha iniciado un acercamiento con su ancestral enemigo capitalista, quienes dirigen el régimen venezolano están anclados la idea de revivir el bipolarismo de la guerra fría. Ya el gobierno de Chávez había buscado alianzas con China, Rusia, Iran e incluso Corea del Norte, bajo el discurso de "buscar un mundo multipolar" pero con la idea fija de intentar establecer un polo de poder, socialista por supuesto, a la hegemonía del capitalismo representada por EE.UU. El propio Dimitrov denunciaba en su artículo (para mi asombro, en esa época) que los tentáculos del régimen chavista habían llegado incluso a financiar a movimientos comunistas en los países de la antigua órbita soviética.

Las declaraciones y acciones de Maduro deberían ser motivo de risa (tal como pasaba en la película de Sellers con la declaratoria de guerra del principado), pero más bien son preocupantes. La influencia que el régimen de Maduro tiene en UNASUR ha logrado que este foro regional pida el “levantamiento de sanciones contra Venezuela” (cuando no ha habido sanciones contra el país, sino una declaración de peligro y congelamiento de bienes a funcionarios corruptos del régimen venezolano). Y de cara a la Cumbre de las Américas a celebrarse próximamente en Panamá, el régimen venezolano buscará presionar más al gobierno de Obama para retirar esta declaratoria de peligro y mostrarse como un gobierno legítimo que está siendo atacado y desestabilizado por EE.UU., moviendo el eje del debate fuera de las violaciones a los derechos humanos y la vinculación con el narcotráfico del régimen venezolano.

En la película de Peter Sellers, al final, el pequeño país inesperadamente ganó su “guerra” emprendida en contra de EE.UU. (o fueron los burócratas del Departamento de Estado quienes "aceptaron la derrota"). Quién sabe si el régimen de Maduro termina ganando esa guerra.

En esta nota comento sobre la aceleración en la emisión monetaria por parte del Banco Central de la República Argentina (BCRA) para financiar al Tesoro y por qué (al menos por el momento) esto no se ha traducido en mayor oferta monetaria e inflación.

En esa nota también afirmo que: "El BCRA se enfrenta con un dilema al momento de decidir financiar al sector público. Si no se quitan los pesos emitidos de circulación, entonces los pesos que se utilizan para comprar bienes y servicios aceleran la inflación y los pesos que se utilizan para comprar USD afectan a la cotización del dólar blue; es decir, lo que no va a inflación va a tipo de cambio blue. Si el BCRA quiere evitar (o minimizar) el impacto sobre la inflación, entonces debe emitir LEBACS y quitar pesos del mercado financiero. Esto disminuye los ahorros (locales) disponibles al sector privado a la vez que eleva las tasas de interés".

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Existe una mitología de las nacionalizaciones, donde la metáfora dominante es la del débil y pequeño David que se enfrenta al enorme y sanguinario Goliat. Es la desigual lucha entre el pobre país subdesarrollado y la inmensa empresa transnacional, la cual durante años ha explotado algún tipo de recurso natural, quitando la vida a un pueblo sometiéndolo a la pobreza. La imagen de Drácula chupando la sangre de la bella e inocente doncella.

Sin embargo, el siglo XX vivió varias experiencias nacionalizadoras. En cierto modo la misma Asamblea General de las Naciones Unidas les dio su bendición cuando el 6 de mayo 1974 declaró que la nacionalización era “una expresión de plena soberanía permanente del Estado”. Evidentemente, en el momento de la nacionalización de una empresa, la sociedad experimenta una auténtica euforia colectiva de nacionalismo y patriotismo. Sin embargo, más allá (o más acá) de esas expresiones de sensibilidad, cabe la pregunta si los países ganan o pierden con los procesos de nacionalización, entendida como el traspaso a la propiedad estatal de las empresas privadas, generalmente de propiedad extranjera. Ya entrados en el siglo XXI es perfectamente posible realizar un balance de las experiencias históricas de las nacionalizaciones, y en tal sentido explorar las condiciones bajo las cuales una nacionalización puede derivar en ganancias para el país, o también determinar las condiciones bajo las cuales un proceso de nacionalización puede tener un balance negativo al término de varios años.

En 1960 el Congo Belga fue declarado país independiente. Luego de un período de inestabilidad política se hizo del poder el general Joseph Désiré Mobutu, quien instaló un régimen de partido único que le permitió detentar el poder hasta 1997. Tres fueron los principios en los que se sustentó la ideología del régimen: el nacionalismo, la revolución y la “autenticidad” expresadas en 1967 en el Manifiesto de N’Sele. La autenticidad se refería al rescate de los valores culturales de las etnias africanas, y el rechazo a las prácticas occidentalizantes que introdujo la colonización belga. En tal sentido, Mobutu se cambio el propio nombre a Mobutu Sese Seko, le cambio el nombre a las ciudades (por ejemplo, la capital Léopoldville pasó a llamarse Kinshasa), cambio el signo monetario (de franco a zaire), al rio Congo (río Zaire), para culminar cambiándole el nombre al país: República de Zaire (denominación que tuvo hasta 1997, cuando pasó a denominarse República Democrática del Congo).

Zaire es un país rico en recursos naturales y uno de ellos el cobre. Por ello, en 1924 la compañía belga Union Miniére empezó a operar en el país. Lo mismo ocurrió en el país vecino Zambia, donde también se comenzó a explotar cobre desde 1926. Rápidamente, ambos países entraron al club de los principales países productores de cobre del mundo. En particular la Unión Miniére producía el 6,8% del total mundial en 1925, y esa participación subió al 8,4% en 1960. En la década de los años 50, Zaire aportaba a la producción mundial de cobre con el 7,3% mientras que Zambia lo hacía con el 12,3%.

Evidentemente, la explotación del cobre se volvió fundamental para la economía de Zaire, tanto por la generación de divisas como por los ingresos fiscales que generaba. Sin embargo, que las empresas que operaban en el sector fueran extranjeras lastimaba los sentimientos nacionalistas de muchos congoleños. Por ello, y en plena sintonía con las ideas de la época, el gobierno de Mobutu decidió, a fines de 1966, expropiar los bienes de la Union Miniére y transferirlas a la estatal Société Génerale Congolaise de Minerais, Gecomin, que luego sería llamada Gécamines. En la misma época el gobierno de Zambia también nacionalizó el cobre, y unos pocos años después lo hizo Salvador Allende en Chile. Para 1980, las tres empresas estatales del cobre era las líderes mundiales: Codelco (Chile) producía el 13% del mundo, Gécamines (Zaire) el 8,9% y Zimco (Zambia) el 5,9%.

La minería del cobre de Zaire y Zambia experimentó su mayor expansión en los años 60. En tal época, el aporte a la producción mundial de estos países fue del 6,2% y 12,6%. Sin embargo, para las décadas siguientes, ya como sectores nacionalizados, empezaron a sufrir una merma en su importancia mundial. Para la década de los 90, sus aportes eran del 1,1% y 3,6%, respectivamente. Para el 2007 el aporte de Zambia se redujo al 3,39% de la producción mundial, y Zaire ya no figuraba en la lista de los doce países con mayor producción de cobre del mundo.

Lamentablemente, se hace evidente que la minería del cobre de estos dos países africanos entró en un proceso de decadencia después de sus nacionalizaciones. ¿Cómo se explica esto? En particular, el caso de Zaire es importante, pues el mismo presidente que llevó adelante la nacionalización se mantuvo en el poder muchos años después. O sea, a diferencia del caso chileno, donde hay una ruptura del enfoque de la política económica muy marcado (al nacionalismo de Allende le suceden los "neoliberales" pinochetistas), en Zaire se tiene una continuidad política que permite visualizar mejor la problemática implícita.

Hasta 1965 se tenía un reducido oligopolio en el mercado mundial del cobre. Sin embargo, la industria se enfrentaba a dos hechos estructurales: la oferta era inelástica a los precios en el corto plazo pues básicamente la producción depende de la capacidad instalada, mientras que la demanda era inelástica a la caída de los precios mientras que era elástica al aumento de los precios debido a las posibilidades de sustitución con el aluminio. Si bien hasta los precios hasta inicios de los años 60 habían mostrado cierta evolución estable, luego se entro en un período de inestabilidad. Para enfrentar la creciente volatilidad del precio del cobre, las grandes empresas aplicaron algunas acciones estratégicas: una aumentar el grado de integración vertical realizando inversiones en las empresas que usan el cobre como materia prima y establecer contratos a plazo. Pese a esto, se hacia evidente que la industria entraría en una zona de turbulencias al final de los años 60.

En tal escenario, los gobiernos de Zaire, Zambia, Perú y Chile llevaron adelante procesos de nacionalización. Esto generó un ambiente de gran incertidumbre política y jurídica y las empresas se volvieron cautas a la hora de realizar inversiones en los países del tercer mundo, prefiriendo ampliar sus actividades en países más seguros, muchos de ellos los propios países de origen, aunque el rendimiento de las minas fuera menor. Por otra parte, la demanda mundial del metal se contrajo en virtud del shock de los precios del petróleo y la recesión mundial que generó. La cotización internacional del cobre se desplomó en los mercados internacionales.

A la caída de los precios internacionales se sumo la incapacidad de las empresas estatales de llevar procesos de integración vertical, pues a diferencia de las transnacionales, no podían aspirar a una internacionalización, y sus economías eran muy pequeñas para industrializar el cobre. Además, tuvieron problemas para acceder al financiamiento internacional. En el plano político, los gobiernos utilizaron las empresas estatales como fuentes de financiamiento para propio gobierno o para comprar lealtades mediante la concesión de prebendas, descuidando las necesidades de inversión. La salud económica de las empresas estatales se sacrificó a las necesidades y urgencias de la lucha política.

Hoy, la República Democrática del Congo, ex Zaire, con más de 50 millones de habitantes, es uno de los países más pobres del mundo. Su tasa de mortalidad infantil es de 83 por mil, la esperanza de vida al nacer es de unos 54 años, el sida afecta al 4,2% de la población adulta, la tasa de analfabetismo es del 14,5%. Ocupa la penúltima posición con el PIB per cápita más bajo del mundo (300 $us anuales con PPC) y la antepenúltima posición con el Indice de Desarrollo Humano más bajo del mundo. Definitivamente, la nacionalización del cobre no sirvió para que Zaire salga de la pobreza.

La importancia de la desigualdad

Publicado por Javier Paz

Definitivamente la igualdad o desigualdad en la distribución de la riqueza no sirve como parámetro de desarrollo, bienestar o felicidad. Teóricamente uno puede imaginar un país con mucha desigualdad donde nadie es pobre y otra con la mayor igualdad donde todos son mendigos.

Tal vez el problema fundamental de la ciencia económica sea la eliminación de la pobreza; la reducción de la desigualdad, incluso para quienes la consideran un problema, tendría que estar en una categoría muy inferior. Pero aunque desde la perspectiva económica la desigualdad, en mi opinión no es muy importante, desde una perspectiva política es importantísima.

Para un joven que ha tenido que trabajar desde sus 10 años, que apenas tiene para vivir el día a día y que ve una sociedad de abundancia, de adolescentes con vehículos último modelo y camisas que valen más de lo que él gana en un mes, es poco convincente que yo o el más renombrado economista le venga con el cuento de que, a pesar de todo, él está mejor que sus antepasados. Este joven no conoce de historia, feudalismo, ni de la Revolución Industrial y poco le importa que alguien le documente y demuestre que el mundo en general es cada vez menos pobre. Él se compara con los que están aquí y ahora, con jóvenes que tienen 100 veces más que él y nunca han tenido que trabajar para ello. No menosprecio lo trágico de esta situación, pero considero que culpar a los ricos no es la respuesta ni soluciona el problema. Nada impide que el mismo proceso mental ocurra con personas de clases medias y altas que sigan mirando con envidia y frustración (a veces justificada) a quienes tienen más que ellos; nada impide que quienes tengan estos sentimientos sean adultos, profesionales o filósofos; y nada impide que los políticos, con buenas o malas intenciones, creyéndose o no el cuento de que la desigualdad es de alguna manera producto del robo y la injusticia y que una mayor igualdad equivale a menos pobreza, hagan uso del mismo y muevan muchedumbres para encumbrarse en el poder. La desigualdad sí importa… prueba de ello son los totalitarismos comunistas del siglo XX, el entristecedor pueblo cubano todavía víctima de una dictadura decrépita, la vorágine venezolana, la asombrosamente constante decadencia argentina que luego de ser una tierra de desarrollo y esperanza bajo la constitución liberal de Juan Bautista Alberdi, retrocedió y lo seguirá haciendo bajo el embrujo igualitarista del peronismo. La desigualdad es, lamentablemente, muy importante en el paradigma de las personas y las consecuencias políticas y económicas de las políticas de la igualdad son reales, importantes y en general negativas para el desarrollo y la reducción de la pobreza a largo plazo.

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