Blog Home

María Corina Machado, una de las candidatas de la oposición en las primarias que se realizarán en Venezuela el 12 de febrero, causó un revuelo cuando le dijo al presidente Hugo Chávez "expropiar es robar" (video). Además de hacerle perder la compostura a Chávez (quien le contestó a una invitación a debatir con la indecorosa frase "águila no casa moscas" ), Machado logró que Fidel Castro la dedicase unas líneas en una de sus largas "reflexiones" publicadas en Granma.

Vale la pena leer la carta con que María Corina le ha contestado al dictador cubano, donde no solo le reafirma que de hecho "expropiar es robar" sino que también le señala la inconsistencia entre su constante perorata acerca de la soberanía nacional de Cuba y su persistente intervención en los asuntos internos de Venezuela. Ver texto de la carta aquí abajo:

Caracas, 5 de enero de 2012

Sr. Castro,

Me dirijo a usted en la oportunidad de responder a las alusiones que hizo de mí en sus Reflexiones sobre “La Genialidad de Chávez” del 26 de enero pasado.

Me referiré a dos aspectos de su escrito: el que se refiere a mi intervención en la Asamblea Nacional y el relativo a sus opiniones sobre la política venezolana. El presidente Chávez intentó usar su presentación en la Asamblea para dos propósitos muy evidentes.

En primer lugar, para mostrar un país de paz y prosperidad que no existe. Venezuela, con todos sus recursos humanos y naturales, vive los embates de la pobreza, el crimen y la humillación; en segundo lugar, quiso utilizar a los diputados de la oposición para mostrar al mundo un juego democrático que ha sido vulnerado por su gobierno, mediante el control abusivo de todas las instituciones del Estado y la represión hacia la disidencia.

Frente a esta manipulación y la indignación que me produjo, tomé la palabra para denunciar que no existe ese país que describió Chávez y que, por el contrario, está signado por la escasez y el racionamiento, el crimen desatado y la acción vil e impune del Estado, que roba la propiedad privada mediante la figura de las expropiaciones. Por eso, cuando pronuncié la frase “expropiar es robar”, los venezolanos en su mayoría, sobre todo los más humildes, se sintieron expresados.

No fueron frases que pusieron a prueba, como usted dice de Chávez, “su caballerosidad y sangre fría”, sino su engaño y el teatro que escenificaba hasta el momento de mi exposición.

Usted asegura que “solo él fue capaz de responder con serenidad al insultante calificativo de ‘ladrón’ que ella utilizó para juzgar la conducta del Presidente por las leyes y medidas adoptadas”. Yo dije que expropiar es robar y lo sostengo. Fue el propio presidente Chávez quien se autocalificó de “ladrón” al asumir personalmente la responsabilidad de las expropiaciones, que son robos apenas revestidos de un barniz jurídico en el régimen actual.

Tan importante es la propiedad que después de medio siglo, Cuba, de la mano de su hermano y Presidente, la ha redescubierto en su programa de reformas.

Tampoco es verdad que, como usted asegura, Chávez “respondió a la solicitud individual de un debate con una frase elegante y sosegada 'Águila no caza moscas'”, y sin añadir una palabra, prosiguió serenamente su exposición”.

En ese momento el presidente Chávez perdió la compostura, su manoseada frase sobre águilas y moscas es una grosera manifestación de desprecio hacia sus interlocutores, que fue aderezada con una expresión según la cual yo no tengo “ranking” para debatir con él. Sólo un déspota considera que un parlamentario elegido por el pueblo no tiene credenciales para discutir con el presidente de su país.

Pero en el fondo tiene razón el Presidente Chavez: él y yo estamos en niveles muy distantes en cuanto a la moral y los principios.

Lo que usted, señor Castro, elude, es que mi interpelación al presidente Chávez expresó lo que un país hastiado de un régimen autocrático quiere decirle. Estas opiniones suyas no pasarían de ser la consabida lisonja que usted suele prodigar de tiempo en tiempo a Chávez si no fuera porque se atreve a incursionar en el debate político venezolano, como muestra del intervencionismo sistemático de su gobierno en los asuntos internos de mi país.

Señor Castro, usted intervino en Venezuela en la década de los 60, cuando personal militar a su servicio pretendió imponer un régimen en Venezuela como el que usted impuso en su país. Las autoridades civiles y las Fuerzas Armadas de entonces lo derrotaron a usted, del mismo modo que las democracias latinoamericanas lo hicieron en toda la región. Su agresión causó muertes, incluyendo la de tantos jóvenes venezolanos que se hicieron ilusiones con su revolución.

Más adelante, una vez derrotado y abandonado por la Unión Soviética, los demócratas latinoamericanos le abrieron a su régimen las puertas a la comunidad regional a condición de que iniciara un proceso de democratización. Uno de los que le facilitó ese reingreso fue el presidente Carlos Andrés Pérez, con quien usted se solidarizó cuando ocurrió el golpe de Estado del teniente coronel Hugo Chávez. Los venezolanos recordamos la carta suya al presidente Pérez en la que le decía: “En este momento amargo y crítico, recordamos con gratitud todo lo que has contribuido al desarrollo de las relaciones bilaterales entre nuestros países y tu sostenida posición de comprensión y respeto hacia Cuba. Confío en que la dificultades serán superadas totalmente y se preserve el orden constitucional, así como tu liderazgo al frente de los destinos de la hermana República de Venezuela”.

Así se desmarcaba usted del golpe de estado de Chávez y expresaba su solidaridad al entonces Presidente, cuando su interés era retornar de algún modo a la comunidad latinoamericana debido a que los soviéticos habían dejado a su país sin oxígeno.

Sin embargo, más adelante encontraría un nuevo auxilio. Usted se prestó a darle una credencial revolucionaria a quien no habría pasado de ser uno más de los militares golpistas de América Latina a cambio de recibir colosales recursos de nuestro país que le son negados a los ciudadanos venezolanos. Si en los 60 usted invadió a nuestro país en contra de la voluntad de su liderazgo civil y de las FAN, ahora lo hace porque el gobierno del presidente Chávez le ha entregado nuestra soberanía. Su ataque a Rómulo Betancourt no puede ocultar un hecho que está inscrito en la historia: Betancourt lo derrotó a usted política y militarmente, su reconcomio por esta fatalidad es evidente.

No podía esperarse en sus consideraciones nada distinto al reconocimiento al general Henry Rangel Silva, recientemente promovido al cargo de ministro de Defensa de Venezuela. Es un militar cuestionado nacional e internacionalmente; en el exterior por supuestos vínculos con la guerrilla y el narcotráfico; dentro de Venezuela por haber amenazado en no reconocer el triunfo de las fuerzas democráticas en las próximas elecciones. Este oficial no representa a los militares institucionales de Venezuela, ni la protesta mayoritaria de éstos en contra de la invasión cubana a nuestra FAN.

Usted ha invocado muchas veces como razón de su rebelión en la década de los 50 la intervención de los EE.UU. en su país durante más de la mitad del siglo XX.

Usted ha sido crítico de la forma en la que los soviéticos, a sus espaldas, negociaron a Cuba en el marco de la Guerra Fría. Muchos cubanos todavía resienten la grosera participación de los soviéticos en la dirección del Estado cubano durante tres décadas.

Usted, que sabe eso, podría imaginarse la indignación que produce a los venezolanos ver a cubanos enviados por su gobierno en las más altas esferas del Estado, en las instalaciones militares, en el Palacio presidencial, en los cuerpos de seguridad, en registros y notarías. Imagine la humillación que sienten los oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana al recibir órdenes de extranjeros como los oficiales cubanos, quienes invaden nuestras instalaciones militares.

Venezuela ha sustituido a la Unión Soviética como sostén de Cuba, mientras aquí hay miles de refugiados que vieron sus viviendas destruirse y el gobierno no ha hecho nada para remediarles su situación. Su gobierno recibe —que se sepa— más de 110 mil barriles diarios de nuestro petróleo en forma de regalo, supuestamente compensado con servicios que no valen lo que cuesta producir el petróleo. Su régimen hace triangulaciones de negocios que encarecen lo que Venezuela importa y les permiten a ustedes una grosera e innecesaria tajada de comisiones. Chávez y ustedes han logrado que lo que ha sido la tradicional amistad entre cubanos y venezolanos, hoy esté atravesada por el resentimiento y la sospecha. Esa amistad volverá pero una vez que cese la invasión de funcionarios de su país al nuestro.

Usted invocó en su revolución la necesidad de luchar contra los cipayos que en su país propiciaron la intervención foránea durante décadas. Nosotros hoy luchamos contra los cipayos que en Venezuela han propiciado la intervención del gobierno cubano en la dirección de nuestro Estado y nuestra sociedad.

En el futuro seremos países amigos pero jamás aceptaremos la permanencia del status-quo que les ha permitido la anexión institucional de nuestro país al suyo. Tenga la seguridad de que mi gobierno estará comprometido con el pleno retorno de la democracia a Cuba.

Comandante Castro, deje de intervenir en los asuntos internos de Venezuela. Hágalo de buen grado o las fuerzas democráticas de Venezuela se lo volverán hacer entender como hace 50 años.

El texto de la carta fue tomado de Infolatam.

Panamá se encuentra en medio de una seria crisis política gracias a los intentos del presidente Ricardo Martinelli por resucitar un desaparecido tribunal de la Corte Suprema que podría pavimentarle su camino a la reelección.

Primero, entendamos el contexto: La Corte Suprema de Justicia de Panamá está dividida en cuatro salas especializadas que manejan áreas específicas del derecho (civil, penal, contencioso-administrativo y negocios generales). Las primeras tres salas están conformadas por tres magistrados cada una, mientras que la cuarta (que maneja los negocios generales) está conformada por los presidentes de las tres primeras salas.

Por un breve período existió una quinta sala encargada de temas constitucionales. Sin embargo, en 1999 la Asamblea Nacional derogó este órgano. Los temas constitucionales son actualmente dirimidos por el pleno de la Corte Suprema de Justicia.

El año pasado la Corte Suprema, cuyo presidente es muy cercano a Martinelli, dictaminó que la ley que abolió a la Sala V es ilegal. Esto creó un vacío legal, ya que ahora nadie sabe con exactitud si eso significa que la sala debe ser restituida o bien, si se debe crear una nueva.

Martinelli aprovechó el controversial fallo de la Corte Suprema para impulsar un proyecto de ley en la Asamblea Nacional que rehabilitaría de nuevo a la Sala V. De aprobarse este proyecto, esta sala contaría con tres nuevos magistrados (nombrados por Martinelli) y conocería temas constitucionales, siendo uno de ellos la constitucionalidad de los límites a la reelección presidencial.

La Constitución panameña actualmente impide la reelección consecutiva del presidente. El mandatario de turno debe dejar pasar dos períodos presidenciales para poder disputar nuevamente el cargo. Muchos panameños temen que el objetivo final de Martinelli con su Sala V sea eliminar dicha restricción.

No olvidemos que una táctica similar fue utilizada recientemente por Daniel Ortega en Nicaragua para ser reelecto a pesar de que la Constitución explícitamente se lo impedía. En este caso, una Corte Suprema servil dictaminó que la prohibición a la reelección consecutiva era inconstitucional, lo que le permitió a Ortega ser candidato nuevamente (y ganar las elecciones).

A pesar de contar con una amplia mayoría en la Asamblea Nacional, donde Martinelli ha comprado a muchos legisladores, la oposición fue capaz de detener el proyecto que crearía la Sala V. Sin embargo, gracias al fallo nebuloso de la Corte Suprema del año pasado, Martinelli ahora amenaza con nombrar a los tres magistrados, aún cuando no hay una ley aprobaba por la Asamblea. Una crisis constitucional parece inevitable.

Un sondeo reciente publicado por el diario La Prensa reveló que el 70% de los panameños considera a Martinelli como “autoritario” y el 73% se mostró preocupado por el futuro de la democracia en su país. En medio de fuertes críticas por sus tendencias autocráticas, sus ataques a la libertad de expresión, y por utilizar auditorías fiscales como mecanismo de persecución de sus oponentes políticos, el tema de la Sala V demuestra que Ricardo Martinelli es el hombre más peligroso para la democracia y el Estado de Derecho en América Central luego de Daniel Ortega.

¡Déjenos trabajar!

Publicado por Eduardo Gomien

Cuenta la historia que, en una ocasión, el ministro francés Colbert le preguntó a un grupo de fabricantes qué podía hacer por la industria. Un fabricante llamado Legendre contestó: "¡Laissez-nous faire!" (¡Déjenos trabajar!). El valiente fabricante hacía alusión a las asfixiantes políticas llevadas a cabo por este ministro y el gobierno absolutista de Luis XIV, quienes, siendo los primeros partidarios del estatismo moderno, creían que las reglas gubernamentales pueden crear prosperidad, con lo que implementaron incontables controles y minuciosas reglas que terminaron sofocando la actividad empresarial, y el resultado fue un deprimente fracaso.

Trayendo la lección al presente: debemos ser capaces de ver que la solución a nuestros problemas no pasa por elevar impuestos a las "grandes empresas", entregar la educación al Estado o combatir la desigualdad con más intervencionismo estatal, sino que, por el contrario, la solución está en arrancar poder al Estado para devolverlo a las personas: que no intervenga beneficiando a determinadas empresas, asfixiando con esas regalías a quienes quieren emprender y competir; que no dicte lo que los colegios deben enseñar, castrando toda creatividad e innovación; que no haga que sea más beneficioso quedarse en la casa antes que salir y trabajar, borrando el esfuerzo que nos ha caracterizado como país. Gritemos: "¡Laissez-nous faire!"

Recordemos que eso que llamamos Estado no es un ente que funciona por sí solo, sino que es manejado por esos mismos políticos que tan mal calificamos en las encuestas. Así mismo deberíamos desconfiar de éste.

Esta carta al editor fue publicada originalmente en El Mercurio (Chile) el 30 de enero de 2012.

Dime a quién le pedís consejo y te diré a cuál despeñadero nos querés llevar. El vicepresidente Luis Liberman ha llamado “miopes” ha todos aquellos que por algún motivo no entendemos las bondades del paquete de impuestos que impulsa la administración Chinchilla. Sin embargo, el gobierno encontró esta semana a alguien que sí entiende: Georgious Papandreou, el fatídico ex primer ministro socialista de Grecia quien tuvo que renunciar a su cargo hace unos meses por la manera incompetente en que lidió con la crisis fiscal de su país.

Papandreou estuvo de visita en el país esta semana en el marco de la conferencia de la Internacional Socialista, de la cual él es presidente. Como reportara ADN Radio, luego de dar el discurso inaugural de la conferencia, Chinchilla aprovechó para pedirle consejos sobre temas fiscales a Papandreou. ¡A qué árbol se arrimó la presidenta!

Recapitulemos antes lo acontecido en la nación helénica: Papandreou llegó al poder en octubre del 2009 bajo una plataforma política que prometía más gasto y beneficios sociales. El problema es que al asumir el mando, descubrió que su antecesor, el conservador Kostas Karamanlis, había cocinado los libros y le había heredado un desastre fiscal de enormes proporciones. El déficit fiscal era mucho peor de lo que se esperaba, a un 12,7% del PIB. Sin embargo la debacle griega no fue el resultado de un gobierno en particular, sino de todo un modelo económico socialdemócrata, impulsado por gobiernos socialistas y conservadores por igual, que siempre enfatizó al Estado sobre el mercado, como bien lo describiera el periodista Takis Michas en un artículo publicado en La Nación hace un par de años.

Papandreou inmediatamente tuvo que pedir ayuda a la Unión Europea y al Fondo Monetario Internacional para salir del atolladero. A cambio de sendos rescates económicos, la UE y el FMI demandaron que Atenas implementara un fuerte programa de austeridad que involucraba privatizaciones, recortes de gasto y aumentos de impuestos. El socialista Papandreou se puso manos a la obra. ¿Dos años después qué había sucedido? A pesar del discurso de austeridad, Papandreou enfocó su programa de consolidación fiscal en aumento de impuestos y no recortes de gastos, al punto que en diciembre el FMI advirtió el margen de maniobra para seguir incrementando impuestos se había agotado. Mientras, las privatizaciones nunca se hicieron, y los recortes fueron simbólicos. Por ejemplo, The Economist señaló en su edición de hace dos semanas que de los 470.000 griegos que han perdido su trabajo desde el 2008, ni uno solo vino del sector público. El aumento de impuestos y la incertidumbre producto de la inminente bancarrota del estado griego ha contribuido a que la economía de ese país se contrajera en 12.5% desde el 2008 y se espera que caiga 3% más este año. La incapacidad de Papandreou de arreglar las finanzas de Grecia —el déficit fiscal del 2011 al final fue mayor al del 2010— terminó sacándolo del poder luego de que sus socios europeos perdieran la confianza en él.

Al igual que Papandreou, Laura Chinchilla llegó al poder para descubrir que le habían heredado un desastre fiscal (el gobierno del cual ella fue vicepresidenta, no olvidemos). Y al igual que Papandreou, Chinchilla se rehusa a hacer recortes de gasto y enfatiza la consolidación fiscal en aumentos de impuestos. Y al igual que Papandreou, Chinchilla amenaza con llevar al país al despeñadero si logra que le aprueben su paquete de impuestos. No es de sorprender entonces que Papandreou declarara públicamente que apoya el “plan fiscal” del gobierno. Por su parte Bernal Jiménez, presidente del Partido Liberación Nacional (PLN), felicitó a Papandreou por la manera en que manejó la crisis griega. El ex gobernante helénico debe estar pensando seriamente venirse a vivir a Costa Rica, el único país donde se le trata como todo un estadista.

Como escribiera hace 2 años, el déficit fiscal que dejó la administración Arias amenaza con convertir a Costa Rica en la Grecia Centroamericana. La diferencia es que Costa Rica siempre puede recurrir al Banco Central para financiar el gasto del gobierno —una amenaza que ya ha hecho explícita el presidente del BCCR (Banco Central de Costa Rica). Grecia, al adoptar el euro, renunció a esa posibilidad. Esta semana nos quedó claro que la administración Chinchilla y el gobernante Partido Liberación Nacional ven a Grecia como el modelo a seguir. Que el último en salir apague la luz…

Uno escucha con cierta frecuencia la analogía del presidente como padre y al resto de los ciudadanos como los hijos a los que tiene él que cuidar.

La relación padre-hijo implica poder y posesión. El padre, por lo menos hasta cierta edad, es dueño y responsable absoluto del hijo. Un padre ordena a su hijo qué comer, cuándo dormir, estudiar y divertirse, cuáles programas de televisión mirar, etc. El padre tiene potestad sobre el hijo y le inculca sus valores. Además el padre manda y el hijo obedece.

La relación padre-hijo no es análoga a la de presidente-ciudadanos. No es, ni debe ser la potestad del presidente decirnos que programas de televisión mirar o que valores morales adoptar. El balance de poder no es el mismo. Mientras un padre tiene tuición casi absoluta sobre sus hijos, la cual solo puede ser revocada en casos extremos de abuso y abandono, el presidente no tiene tal tuición sobre el resto de los ciudadanos (con la excepción de las dictaduras).

La noción de que el presidente es como un padre de los ciudadanos es peligrosa por dos motivos. El primero porque implica que el presidente tiene poderes casi absolutos, como lo tiene un padre con su hijo. Y la historia es por demás de contundente con respecto a los abusos que cometen los gobernantes que acumulan tal poder. El segundo motivo es que incentiva al ciudadano a convertirse en irresponsable y dependiente del Estado. Hacer del presidente un padre, implica equiparar a ciudadanos adultos con niños. Implica que miles de personas adultas no tienen la capacidad de pensar, de razonar y decidir lo que está bien o mal y que necesitan de un quien los guíe. Por supuesto para quienes quieren vivir a costas del Estado, esta situación de sentirse hijos es conveniente (que el papá Estado les dé de comer sin trabajar o trabajando para el Estado que muchas veces es lo mismo). Sin embargo la mayoría de los ciudadanos nos valemos por nosotros mismos y no aceptamos que el Estado nos trate como niños ni se atribuya funciones que no le pertenecen.

Más adecuado es comparar al presidente con un gerente de empresa. El gerente no manda sobre los dueños de la empresa, sino que al contrario, debe rendirles cuentas. El gerente tiene la potestad para decidir sobre ciertos asuntos de la empresa, pero enmarcándose en las normas internas, así como un presidente no puede estar por encima de la constitución y las leyes. Por último un gerente toma decisiones en nombre de los propietarios, pero solo en aquellos aspectos en los que los propietarios se lo permiten. Esos aspectos se enmarcan en el manejo de la empresa y no van más allá: un gerente no les ordena a los propietarios cómo deben vestirse, qué hacer con sus utilidades o qué hacer en sus momentos de ocio. De la misma manera los dueños del país y del Estado somos todos los ciudadanos. Como dueños delegamos ciertas funciones a los políticos y los elegimos mediante elecciones: los hacemos gerentes de nuestro país.

Entender que el rol de un presidente se asemeja más al de un gerente que al de un padre es vital para entender hasta donde deben llegar los límites de su poder.

Luego de muchos meses de no publicar datos oficiales acerca del número de asesinatos relacionados al crimen organizado, el gobierno mexicano anunció ayer (en inglés) que en los primeros nueve meses del 2011, 12.903 personas murieron en episodios de violencia relacionada al narcotráfico. Las autoridades mexicanas, batallando para darle un giro positivo a la noticia, señalaron que la cifra revela una disminución significativa en el ritmo de crecimiento de la tasa de homicidios con respecto a años anteriores.

La táctica es similar a la contabilidad creativa (en inglés) de Washington cuando se trata de “recortes” de gasto: el gasto continúa aumentando, pero a un ritmo menor que el estipulado originalmente. Por lo tanto, el gasto ha sido “recortado”. De igual forma, el número de personas asesinadas en la guerra contra las drogas de México continuó aumentando en 2011, pero a un paso menos acelerado que en el 2010. Por lo tanto, la tasa de homicidios ha disminuido. Además, el aumento del 11 por ciento en la cantidad de asesinatos en el 2011 tiene como base el 2010, año en que se rompieron todos los récords de violencia.

Asesinatos relacionados al narco
* Cálculo de la BBC.
Fuente: Oficina del Fiscal General Federal de México.

De acuerdo a un cálculo de la BBC (en inglés), el número total de muertes relacionadas a las drogas en el 2011 fue de aproximadamente 16.700 personas. Eso significa que más de 51.000 personas han sido asesinadas en México desde que el presidente Felipe Calderón le declaró la guerra a los carteles de la droga en diciembre del 2006. Y el número podría ser todavía mayor (en inglés).

Como dijo (en inglés) el ex canciller mexicano Jorge Castañeda en noviembre durante la conferencia de Cato “Acabando con la guerra mundial contra las drogas”, el número de personas asesinadas en la guerra contra las drogas en México pronto igualará al número de estadounidenses que murieron en Vietnam. Y recordemos que la población de México es un tercio de la de EE.UU. y que el conflicto en Vietnam duró el doble de lo que lleva la ofensiva contra los carteles de Calderón.

La principal preocupación para el 2012 no es que los asesinatos relacionados con las drogas se estabilicen en una tasa alta —aunque eso sería terrible— sino que la violencia llegue a otras zonas del país que han mantenido una paz relativa, como Ciudad de México. Si eso ocurre, a las autoridades mexicanas se les dificultará todavía más identificar “victorias” en su guerra contra el narco.

Un cuento de brujas y dragones

Publicado por Cristina Lopez

Había una vez, en una tierra cálida y de sol, una enorme empresa en la que los empleados se burlaban de sus jefes y accionistas. Cuando se animaban a presentarse, llegaban tarde al trabajo. Se aprovechaban con descaro de los recursos de la empresa, adquiriendo bienes que solo los favorecerían a ellos y no a los millones de accionistas que la empresa tenía como último fin beneficiar. Algunos, tenían la desvergüenza de llegar borrachos a su trabajo, y con excusas que casi nadie creía, lograban huir de las consecuencias de sus bochornosos actos.

A los encargados de las cuentas de la empresa, se les habían acabado los polvos mágicos del sentido común y parecían no haber aprobado ningún curso de finanzas al permitir que los gastos fueran muchísimo mayores que los ingresos, apoyándose en una deuda sobre otra. El problema, seguramente, se debía a que nunca le entendieron bien el concepto de deuda a sus profesores, y seguramente se imaginaban que equivalía a un pozo mágico e infinito de dinero que no había que devolver nunca. La mayoría de gastos además, no iban dirigidos a apoyar las actividades productivas: cuando más se necesitaba aumentar las capacidades de producción e invertir en nuevas y mejores máquinas, se gastaba en pintar los edificios, y comprar inmobiliario de oficina. También se destinaban bastantes fondos en complacer los deseos y caprichos de muchos de los amigos de los empleados, con el fin de quedar bien con ellos, prefiriendo eso a cumplir con sus deberes frente a los accionistas de la empresa.

Sin necesidad de continuar con el cuento, que más parece historia de terror, cualquier lector podría imaginarse que la empresa no iba en el rumbo del éxito, sino de la perdición total. En este cuento, al que le sobran las brujas y dragones, y que carece de héroes, parecería además que los accionistas, y por lo tanto, jefes, se merecen los malos tratos de los que son víctimas por el letargo de ingenuidad y apatía en el que se encuentran sumergidos y que los deja inertes ante los abusos y saqueos que se efectúan con sus contribuciones.

La ventaja de este cuento es que, aunque parece fácil de prever, el final no está escrito todavía. Depende en gran medida de que de despierten los accionistas del letargo de cuento de hadas en el que se han encontrado desde hace muchos años permitiendo en mayor o menor medida los horrores antes descritos. Depende de que algunos de estos accionistas se vuelvan héroes, dispuestos a hacer las cosas de diferente manera y venzan las tentaciones del poder con las armas de los ideales. Depende de que al salir del letargo, los accionistas se decidan a ser más activos en la supervisión de sus empleados. Depende de que los empleados que incumplieron reglas importantes paguen las consecuencias, para sentar un precedente y que el cuento se convierta en la amenaza con la que hacen comer a los niños y no en el contenido diario de los periódicos.

Este cuento, que no es más que la triste realidad en la que se encuentra el país, tiene como protagonistas y autores a la ciudadanía, los verdaderos accionistas de la gran empresa que implica sacar adelante a El Salvador. Solo falta que salgamos del letargo, del que no nos va a sacar el beso de ningún príncipe, sino la responsabilidad ciudadana y la concientización sobre nuestros derechos. Este es un cuento, en el que el “felices para siempre”, depende de nosotros. ¡Feliz 2012!

Publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 8 de enero de 2012.

Categorias

Autores

Archivos