Blog Home

El ex presidente mexicano Vicente Fox habló recientemente en un foro en Cato acerca de la necesidad de legalizar el consumo, la producción y la venta de todas las drogas (aquí pueden ver la cobertura de C-SPAN --en inglés-- del evento). El presidente Fox también dio una entrevista a Univisión acerca del mismo tema.

Al hacer un llamado al fin de la guerra contra las drogas, el se une a destacados personajes de alrededor del mundo --incluyendo al ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso; el ex ministro de relaciones exteriores de México, Jorge Castañeda; el ex secretario de estado de EE.UU. George Shultz, y muchos otros-- quienes están haciendo un llamado para que se adopten políticas que traten al abuso de las drogas como un problema social, más no como un problema criminal. Si le interesa este tema, asista a nuestra conferencia internacional "Acabando con la guerra global contra las drogas" el 15 de noviembre, donde los líderes de opinión mencionados aquí hablarán sobre el perjuicio de la prohibición y acerca de políticas públicas alternativas y realistas.

Esta semana el gobierno ecuatoriano y los medios de comunicación del país enviaron representantes a Washington para participar en una audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre el estado de la libertad de expresión y prensa en Ecuador. La audiencia se realizó ayer y aquí pueden ver el video de la audiencia. Si el gobierno ecuatoriano pretendía vender la imagen de que en Ecuador hay un Estado de Derecho que garantiza derechos humanos como la libertad expresión y prensa, pues este periplo fracasó rotundamente.

Hay tres cosas tremendamente reveladoras. Primero, la delegación de los medios de comunicación inició la audiencia presentando un video que explica de manera breve (4 minutos) y clara la clase de gobierno que tenemos hoy en Ecuador:

Segundo, la composición de la delegación enviada por el gobierno contenía representantes de todos los poderes del Estado. Esto significa que Ecuador es un país donde representantes de todos los poderes del Estado viajan y abandonan temporalmente sus funciones para defender la postura del presidente en querellas que supuestamente son de naturaleza privada. En otras palabras, funcionan como dependencias del poder ejecutivo. Por ejemplo, en esta comisión estaban Patricio Pazmiño, Presidente de la Corte Constitucional; Tania Arias, vocal del Consejo de la Judicatura --órgano encargado de reestructurar el poder judicial del país.

Tercero, la delegación del gobierno no pudo contestarle a la comisionada María Silvia Guillén cuando ella preguntó lo siguiente: "Sin duda un derecho humano, para ser vigente y para ser tal, necesita de una institucionalidad fortalecida. En ese sentido, yo quisiera conocer de los señores representantes del Estado ... ¿cómo evalúan el sistema de separación de poderes en Ecuador? y, ¿cómo evalúan la independencia judicial?"

Don Alberto Barreix, experto tributario del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se encuentra de nuevo en el país para hacerle barra discutir el paquete de impuestos del gobierno. Hoy estuvo en el programa de radio “Nuestra Voz” de Amelia Rueda, donde sin ningún tapujo dijo “Esta es una señora reforma tributaria”. Recordemos que Barreix también visitó Costa Rica en marzo para señalar (con múltiples imprecisiones) la necesidad de aumentar la carga tributaria del país al nivel de, según él, Brasil, Uruguay y Argentina. ¿A qué se deben los frecuentes viajes de Barreix de Costa Rica para promover más impuestos?

Doña Amelia me dio la oportunidad de comentar en el programa de hoy. Si bien quise mantener la discusión en el tema que nos concierne (el paquete de impuestos y la necesidad de recortar el gasto antes de pedir más tributos), no pude dejar de notar que Alberto Barreix no es un observador neutral en esta discusión. De hecho el Banco Interamericano de Desarrollo aprobó el 19 de septiembre pasado una partida por $609.000 para “apoyar al gobierno de Costa Rica a mejorar su recaudación tributaria… a través de la reforma fiscal“. Por lo tanto, el BID está claramente comprometido con la administración Chinchilla en el impulso del paquete de impuestos, al punto que está gastando $609.000 millones en su “apoyo”. No sorprende entonces que Barreix fuera acompañado a la cabina de “Nuestra Voz” por Jordi Pratt, asesor del Ministerio de Hacienda.

Lo curioso fue que Barreix negó por completo cualquier involucramiento del BID con el paquete de impuestos. Barreix se dejó decir que ni él ni la institución para la que trabaja tienen una política tributaria, y que él simplemente está en el país dando (por segunda vez en el año) su consejo desinteresado al respecto. Sin embargo ahí está el dato en la página del BID que lo desmiente. Barreix se encuentra en el país haciendo una labor de lobby por el paquete de impuestos porque su empleador está gastando una millonada para ese fin. Que no nos venga con cuentos.

Para finalizar, Barreix –-cuyo salario como funcionario del BID está exento del pago de impuestos-– dijo con orgullo que él asesoró a Fernando Herrero cuando este impulsó un paquete de impuestos en su primer turno como ministro de Hacienda en 1995. ¡Gran favor nos hace en recordárnoslo! No olvidemos cómo en aquella ocasión Herrero les prometió a los diputados “enterrar de una vez por todas” el problema fiscal si le aprobaban el paquete de impuestos que promovía. Al final le aprobaron los impuestos, y ¿qué ocurrió? A los pocos años Costa Rica tenía nuevamente un alto déficit fiscal y un presidente pidiendo más tributos. Hoy, al igual que en 1995, la asesoría de Barreix resultó en un parche fiscal.

El BID está en la cama con el gobierno en materia de impuestos. Las recomendaciones de Barreix deben verse a la luz del lobby que esa institución está haciendo por sacarle más dinero a todos los costarricenses.

Hace poco escribí que la oposición venezolana parece decidida a mantener el modelo económico de Hugo Chávez que fomenta la dependencia de las personas en el Estado. Debí haber escrito “la mayoría de la oposición”, ya que hay una notable excepción entre los candidatos presidenciales: la diputada María Corina Machado.

En un mitin celebrado hace unos días en un barrio popular de Caracas, rodeada de comerciantes informales, mujeres emprendedoras y jóvenes, Machado anunció su proyecto político “Capitalismo Popular”, mediante el cual “Venezuela dejará atrás el modelo rentista para construir el verdadero desarrollo material de los ciudadanos”. Su plan representa una bocanada de aire fresco, muy distinto a los habituales discursos que hacen hincapié en el papel central del Estado en la redistribución de la riqueza petrolera del país. De hecho, solo el uso de la palabra “capitalismo” es sumamente atrevido en una nación donde las ideas sobre el libre mercado han sido constantemente ridiculizadas por más de una década por el presidente Chávez y sus acólitos.

En su discurso, Machado atacó al socialismo como un modelo que perpetúa la pobreza ya que desprecia la capacidad emprendedora de las personas y que además crea dependencia. Explicó que su propuesta parte de la confianza en la capacidad creadora del individuo. En cuanto al papel del Estado, Machado dijo que debe proporcionar un marco legal que estimule la iniciativa empresarial y que debe eliminar todas las trabas para que los trabajadores de la economía informal –como los vendedores a los que ella se dirigía- puedan formalizarse. Además ofreció una fuerte defensa a la propiedad privada al decir que “Quien no es dueño del producto de su esfuerzo no es dueño de su esfuerzo. Y quien no es dueño de su esfuerzo no es libre”.

A pesar de haber sido electa diputada el año pasado con la mayor cantidad de votos en toda Venezuela, Machado no es favorita para ganar las elecciones primarias de la Mesa de la Unidad Democrática. Sin embargo, su compromiso con las ideas de libre mercado representa un refrescante punto de partida frente a los otros candidatos de la oposición que buscan perpetuar en Venezuela la cultura de la dependencia.

Machado habló hace dos años en un foro del Cato Institute sobre el fracaso de la política social en Venezuela. Además grabó para nosotros un podcast sobre la campaña de Hugo Chávez contra la oposición.

El ex dictador libio Moammar Qaddafi ha muerto. El Consejo Nacional de Transición ahora puede seguir adelante y enfrentar los retos a futuro, incluyendo aquel de coordinar las elecciones para un nuevo gobierno que los libios consideren legítimo.

En la raíz de muchos de los problemas de Libia está la tal llamada maldición de los recursos. La economía de Libia se basa mucho en el petróleo y el gas. Pero la abundancia de recursos naturales como el petróleo o los minerales muchas veces ha desacelerado el crecimiento, sobre-expandido el rol del Estado en la sociedad y fortalecido el autoritarismo en lugares tan diversos como Rusia e Irak. En países en vías de desarrollo con instituciones débiles, tales recursos suelen ser canalizados, cuando no monopolizados, a través del gobierno, el cual luego se corrompe, responde menos a los deseos de los ciudadanos y está menos interesado en adoptar las políticas e instituciones que crean riqueza.

Pero no todos los países ricos en recursos padecen esta maldición. Chile superó la maldición de los recursos mientras que Venezuela no lo ha podido hacer. Un estudio (en inglés) del Fraser Institute utilizó medidas de libertad económica, incluyendo mediciones del Estado de Derecho, para descubrir qué distingue a los países exitosos del resto. La diferencia fue el nivel de libertad económica o calidad institucional. En una escala del 0 al 10, en la que 10 representa una mejor calidad institucional, el estudio encontró un umbral para la maldición de los recursos de alrededor de 6,9 —el nivel sobre el cual los países superaron dicha maldición. Más libertad económica convierte la maldición en una bendición.

El gráfico de abajo muestra ciertos países y regiones relacionados con el umbral de la maldición de los recursos.

Maldición de los recursos y calidad institucional

Por falta de datos confiables, el indicador de Medio Oriente y el Norte de África no incluye a Libia y otros países de la región cuyos puntajes sin duda reducirían el promedio de la región notablemente. Lo que queda claro es que la región está por debajo del nivel sobre el cual los países pueden aprovechar sus riquezas para también enriquecer a su gente. Los nuevos líderes de Libia deberían prestar atención al rol central de la libertad económica para lograr el progreso político y económico. Después de todo, como nuestros amigos en la región nos lo recuerdan, la primavera árabe empezó cuando al vendedor informal tunecino, Muhammad Bouazizi, se prendió en fuego luego de que le prohibieron vender sus productos, es decir, luego de que se le negó su libertad económica.

¿Quo vadis indignados?

Publicado por Alberto Benegas Lynch

Como es bien sabido, en el siglo XVI el límite norte de la colonia holandesa (New Amsterdam) estaba protegida de los ingleses por una pared (Waal Straat) y desde fines del siglo XVIII fue el lugar donde se concretaban operaciones mercantiles de envergadura, lo cual dio origen al New York Stock Exchange que constituyó el ejemplo más acabado del mercado de capitales mundial. Es de allí donde en gran medida se desenvolvieron los empresarios más activos y prósperos del planeta.

Sin embargo, con el tiempo muchos empresarios en EE.UU. se fueron convirtiendo en aliados del poder de turno financiando campañas de quienes en su momento les asegurarían privilegios y prebendas de diversa magnitud, con lo que terminaron haciendo negocios en los despachos oficiales. Obtuvieron así todo tipo de subsidios, “salvatajes” y mercados cautivos en detrimento de la gente. La evolución del cuadro de resultados en  competencia fue sustituida por el favor gubernamental y regulación ajustada a los atropellos y artimañas de los capitostes de bancos, industrias y comercios.

Ahora nos encontramos con protestas en Wall Street y en las ciudades más importantes del orbe de jóvenes desilusionados y frustrados que en parte les asiste la razón, solo que apuntan a un blanco equivocado: creen que los resultados de esta alianza nefasta entre el poder político y los así llamados empresarios son consecuencia del capitalismo. En este sentido, los manifestantes de marras se pronuncian enfáticamente “contra el lucro”, reniegan de “la especulación” y demandan que las autoridades “supriman los mercados”.

En una sociedad abierta, el sistema de ganancias y pérdidas es la brújula que asigna los siempre escasos factores productivos hacia las áreas demandadas por los consumidores y no son fruto de la arbitrariedad de los aparatos estatales como hoy ocurre en gran medida. Por su parte, la especulación es consubstancial a toda acción humana en cuanto a que significa que siempre se conjetura pasar a una situación mejor: los indignados naturalmente especulan con que sus demandas serán escuchadas y quien esto escribe especula con que lo dicho resultará claro y convincente. Por último, aludir a los mercados no es más que otro modo de referirse a lo que la gente vota diariamente en los plebiscitos del supermercado y equivalentes.

Tanto en Estados Unidos como en Europa se han ido acumulando promesas inauditas de imposible cumplimiento. En el primer caso, actualmente de cada dólar gastado por el gobierno 42 centavos son deuda en un contexto en el que se ha duplicado el gasto de la administración central en la última década y con un déficit del 14% del PBI. En realidad, la reciente disputa por el límite de la deuda no significaba un default técnico puesto que al momento los ingresos mensuales son de $200.000 millones y el servicio de la deuda es de $29.000 millones. Por ende, si se incluyen los pagos al sistema de seguridad social, a la medicina y los militares aún quedan $66.000 millones mensuales para asignar a fines que más temprano que tarde deberán recortarse drásticamente.

En ese país, además de las erogaciones domésticas, los gastos militares resultan astronómicos debido a la manutención de 700 bases militares en 120 países, además de los frentes de batallas, a contramano de lo señalado reiteradamente por los Padres Fundadores (incluyendo en Gral. Washington). Tal vez quien resumió mejor la tradición estadounidense en materia militar ha sido John Quincy Adams mientras fue secretario de estado (luego presidente de esa admirable república): “América [del Norte] no va al extranjero en busca de monstruos para destruir. Desea la libertad y la independencia para todos. Es el campeón solamente de las suyas. Recomienda esa causa general por el contenido de su voz y por la simpatía benigna de su ejemplo. Sabe bien que alistándose bajo otras banderas que no son la suya, aún tratándose de la causa de la libertad extranjera, se involucrará más allá de la posibilidad de salir de problemas, en todas las guerras de intrigas e intereses, de la codicia individual, de la envida y de ambición que asume y usurpa los ideales de libertad. Podrá se la directriz del mundo pero no será más la directriz de su propio espíritu”.

Por su parte, la monumental “ayuda externa” ha servido para consolidar gobiernos corruptos y políticas absolutamente contraproducentes tal como lo señalan economistas de la talla de Ana Schwartz, Peter Bauer y Melvin Krauss y tal como lo expone enfáticamente Dambisa Moyo en su reciente libro sobre la materia (nacida y criada en Zambia, con una maestría en administración pública en Harvard y un doctorado en economía de Oxford).

No deben echarse en saco roto las manifestaciones de “los indignados”. El que estas líneas escribe también está indignado, el asunto es dirigir los dardos a los blancos adecuados si se pretende revertir el grave estado de cosas que nos conmueven. En no pocos medios académicos se viene debatiendo la necesidad de reconsiderar el sistema bancario de reserva parcial manipulado por la banca central que mantiene en vilo a todo el sistema financiero cada vez que tiene lugar un cambio en la demanda de dinero. Asimismo, se discuten sistemas alternativos a la llamada seguridad social puesto que los estatales existentes en Europa y en EE.UU. nacieron quebrados a la luz de un elemental análisis actuarial. Varios de los candidatos a la presidencia por parte de los republicanos estadounidenses están considerando estos y otros asuntos vitales, tales como Ron Paul y Herman Cain.  Ocurre lo mismo en algunos ámbitos políticos alemanes. Es de esperar que  puedan modificarse a tiempo las medidas que permitieron un Leviatán adiposo e ineficiente que afecta especialmente a los más necesitados.

Publicado originalmente en Ámbito Financiero (Argentina) el 20 de octubre de 2011.

La campaña electoral está a toda marcha en Venezuela con los seis candidatos que compiten por la candidatura de la Mesa de la Unidad (MUD), el movimiento opositor que nominará a un candidato único que le hará frente a Hugo Chávez en octubre de 2012.

Luego de 13 años de un gobierno socialista que ha dilapidado la economía venezolana y que incluso ha generazo escasez de gasolina en la rica nación petrolera, uno esperaría que los candidatos opositores ofrecieran un giro de 180 grados con respecto a las políticas estatistas de Hugo Chávez. Desafortunadamente, este no pareciera ser el caso.

Veamos por ejemplo al partido Primero Justicia, cuyo candidato presidencial Henrique Capriles Radonski, está liderando las encuestas. Capriles no ha dicho mucho sobre qué modelo económico apoya. Sus declaraciones se limitan a generalidades como “A mí hay una sola cosa que me obsesiona…que Venezuela tenga progreso”. Como gobernador del estado Miranda, a Capriles le gusta comparar su enfoque con el del ex presidente brasileño Lula da Silva: políticas macroeconómicas responsables combinadas con robustos programas sociales.

Sin embargo, la doctrina de Primero Justicia parece ser algo más específica en cuanto al papel que debe jugar el Estado en la sociedad. Afirma defender un “Estado Social-Humanista” que se encuentra entre “el Estado Social Burocrático que presta en forma monopolista e ineficiente los servicios sociales, y el Estado Neoliberal que se asume mínimo y claudica sus responsabilidades sociales”. En cuanto al modelo económico que Primero Justicia quiere promover, la doctrina señala que “se opone a la economía planificada socialista y a las formas económicas de tendencia liberal que convierten al mercado en un dogma”. En otras palabras Primero Justicia se ve así misma como una Tercera Vía entre el “Socialismo del Siglo XXI” de Hugo Chávez, y lo que afirma es el “dogma neo-liberal”.

A mi parecer, lo que Venezuela necesita es una ruptura absoluta con las fracasadas políticas estatistas del pasado, y no solo una versión “light” del socialismo. No obstante, un partido socialdemócrata moderno es definitivamente una mejor alternativa para el país que Hugo Chávez. Lamentablemente, durante la campaña electoral las autoridades de Primero Justicia se han mostrado más interesados en derrotar a Hugo Chávez prometiendo más asistencialismo y dádivas gubernamentales. Por ejemplo, el diario El Universal publicó la semana pasada una declaración del Coordinador Nacional de Primero Justicia, Julio Borges, donde fustigó a Chávez por no invertir lo suficiente en programas sociales. Borges señaló que su partido utilizaría los ingresos petroleros para crear un Fondo de Seguridad Social que otorgaría pensiones a “todos los venezolanos, sin importar que hayan tenido empleo formal o no”, incluyendo a amas de casa.

Cualquier observador de la historia moderna venezolana diría, “¡Otra vez!”. Por muchas décadas los políticos venezolanos, ya sea como gobierno o como oposición, han visto al Estado (y particularmente a los ingresos petroleros), como una fuente infinita de riqueza que simplemente necesita ser distribuida entre los venezolanos. Como Borges dijera en otra declaración “cada familia tendría 1.600 millones de bolívares (unos $375.000) si se distribuyeran adecuadamente y con justicia los recursos del petróleo”.

Henrique Capriles lanzó formalmente su candidatura presidencial la semana pasada. Los venezolanos tienen otras preocupaciones aparte de las necesidades económicas que jugarán un papel importante en las elecciones del año que viene, como el alarmante aumento de la criminalidad (Venezuela actualmente es el país más violento de Sudamérica) y la constante erosión de las libertades políticas y civiles. Sin embargo, Capriles está mal aconsejado si piensa que puede derrotar a Chávez jugando la carta populista de ofrecer más ayudas gubernamentales a los venezolanos.

Los venezolanos se merecen una verdadera alternativa a Chávez. Se merecen un candidato que prometa el regreso a un Estado de Derecho democrático. Las elecciones de octubre de 2012 también deberían ser algo más que elegir un nuevo distribuidor en jefe en el Palacio de Miraflores.

Categorias

Autores

Archivos