Trump castiga al jefe de la censura brasileña, pero los aranceles y la censura en su país empeoran la situación

David Inserra considera que la justificación de la administración Trump para tomar medidas sería mucho más sólida y persuasiva si fuera más coherente en materia de libertad de expresión en su propio país y no perjudicara el comercio.

Por David Inserra

La administración Trump anunció recientemente que sancionará al juez de la Corte Suprema de Brasil Alexandre de Moraes por su flagrante abuso del debido proceso y la censura no solo de innumerables brasileños, sino también de ciudadanos y empresas estadounidenses. Esto se produce apenas unas semanas después de que la administración Trump también revocara los visados estadounidenses de Moraes, su familia y sus aliados en la corte, impidiéndoles entrar en Estados Unidos. Bajo la dirección de Moraes, el poder judicial brasileño ha tomado medidas cada vez más autoritarias para consolidar su poder y reprimir la disidencia: 

  • Ha secuestrado poderes para castigar a sus adversarios políticos, tanto de izquierda como de derecha, en nombre de la protección de la democracia;
  • ordenado a las empresas estadounidenses de redes sociales que censuren el discurso brasileño y estadounidense con órdenes secretas;
  • ha detenido a personas sin el debido proceso ni cargos, y ha registrado domicilios y confiscado propiedades de personas por expresar ideas no violentas; y
  • ha anulado las protecciones legales de las plataformas que difunden expresiones en línea por poco más que un capricho, después de que el poder legislativo descartara recientemente cambios que permitían a la corte controlar las expresiones en línea como considerara oportuno.

La administración Trump tiene razón al afirmar que el juez Moraes y sus aliados son los responsables de infringir los derechos y libertades de los brasileños y los estadounidenses.

Pero, al mismo tiempo, Trump también ha impuesto aranceles del 50% a muchas exportaciones brasileñas como parte de su disputa con el Gobierno brasileño. Un arancel del 50% solo supone un impuesto más que los estadounidenses deben pagar por diversos productos que desean comprar a Brasil. Cabe destacar que Brasil representa alrededor de un tercio de las importaciones estadounidenses de café sin tostar y es el primer productor de azúcar del mundo. Además, estos aranceles también perjudican al brasileño medio que trabaja en estas industrias, precisamente los brasileños que viven bajo las normas arbitrarias y restrictivas de la libertad de expresión establecidas por la Corte Suprema. A diferencia de lo que ocurre cuando se persigue a líderes censores y violadores de los derechos, la imposición de aranceles generales perjudica a todos excepto a Moraes y sus compinches.

Además, la justificación de la administración Trump para tomar medidas sería mucho más sólida y persuasiva si fuera más coherente en materia de libertad de expresión en su propio país. Intentar deportar a inmigrantes por escribir un artículo de opinión con opiniones que no gustan a la administración sobre Gaza, hacer que la FCC presione abiertamente a las principales empresas de noticias para que cambien sus posiciones editoriales bajo amenaza de sanciones gubernamentales, y otras medidas similares, debilitan la capacidad de Estados Unidos para ser el defensor de la libertad de expresión que debería y puede ser.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 31 de julio de 2025.