Nuestros antepasados pensaban que la violencia doméstica era graciosa ... y necesaria

Chelsea Follett destaca cómo una canción tradicional escocesa revela cómo, afortunadamente, han cambiado las actitudes hacia la violencia doméstica.

Por Chelsea Follett

La música puede actuar como una ventana al pasado mucho más brutal de la humanidad. Considere “The Cooper of Fife” o “Wee Cooper o' Fife", una popular canción tradicional escocesa que inspiró un baile country y similares baladas populares inglesas y estadounidenses. El contraste entre la letra (que cuenta una historia de violencia doméstica) y la melodía alegre de la canción es discordante para un oyente moderno. (Escúchela aquí). Como ocurre con la mayoría de las canciones populares antiguas, hay muchas variaciones de la letra, pero esta es una versión típica:

There was a wee cooper [barrel maker] who lived in Fife,
Knickety, knackety, no no no.
And he has gotten a gentle [noble-born] wife [....]
She would not card [untangle wool] and she would not spin,
For the shaming of her gentle [noble] kin.
So the cooper went to his wool shack
And laid a sheepskin on his wife’s back.
“I would not thrash you for your gentle kin,
Knickety, knackety, no no no.
But I will thrash my own sheepskin!”

Continúa la letra relatando cómo a raíz de la golpiza, la noble esposa se resigna a hacer las tareas del hogar. El mensaje de la canción es claro: el cantante cree que el Tonelero de Fife está plenamente justificado al golpear a su esposa, y se supone que la audiencia simpatice con el esposo y se ría a carcajadas cuando la engreída esposa es golpeada hasta la sumisión. La canción termina aconsejando: “So ye who has gotten a gentle wife [. . .] Just send for the wee cooper of Fife!”.

Si bien “The Cooper of Fife” es simplemente una canción, capturó creencias que afectaron la vida real de las mujeres. En 1939, una mujer de Chicago llamada Mary Kuhar solicitó el divorcio alegando que su esposo la abofeteaba con frecuencia. El juez que presidía, Philip J. Finnegan, opinó que abofetear a la esposa era perfectamente legal siempre que la esposa sobreviviera, y sugirió que tal violencia era buena para la armonía marital. Un periódico informó sobre el fallo de esta manera:

“Según la ley”, dijo el juez Finnegan, “la crueldad debe consistir en una violencia lo suficientemente grande como para poner en peligro la vida. Una bofetada no pone en peligro la vida. Un hombre puede abofetear a su esposa tan fuerte como quiera si no la mata. Si abofetearan a más esposas, habría menos divorcios”.

Tales actitudes siguieron siendo comunes durante décadas. El difunto actor escocés Sean Connery, mejor conocido por interpretar a James Bond, habló en nombre de muchos de sus contemporáneos cuando le dijo a Playboy en 1965: “No creo que haya nada particularmente malo en golpear a una mujer”. Agregó que estaría dispuesto a golpear a una mujer bajo varias condiciones, como “si una mujer es una p**** o histérica” (perdón por el lenguaje, ya que la elección de palabras fue suya, no mía). La idea de que abofetear a una mujer frenética a menudo era necesario para calmarla era un tropo muy conocido, satirizado en una escena memorable de la película de comedia de 1980 Airplane.

En 1968, casi el 17% de los hombres en EE.UU. aprobaba que un esposo abofeteara a su esposa. Para 1994, esa cifra había caído afortunadamente, pero aún era demasiado alta –poco más del 6% de los hombres estadounidenses.

A pesar de la fábula de la esposa de Cooper of Fife, nacida en la nobleza, muchas investigaciones sugieren que un estatus socioeconómico más alto tiende a disminuir el riesgo de las mujeres de sufrir “violencia de pareja íntima”, el termino que los investigadores usan para referirse a una mujer cuando su esposo o su pareja romántica la golpean. Quizás no sea sorprendente que a medida que Europa y EE.UU. se han vuelto más ricos y muchas de sus personas –incluidas las mujeres– han escapado de la pobreza, el estatus social, el poder de negociación en la sociedad y el trato general de las mujeres han mejorado junto con sus condiciones materiales.

En muchos países más pobres, la aceptación de golpear a la esposa sigue siendo mucho mayor hasta el día de hoy que en los países ricos. La última edición de la Encuesta Mundial de Valores (2017-2022) encontró que incluso en la Alemania rica y altamente desarrollada, casi el 4% de los encuestados respondió que a veces está justificado que un esposo golpee a su esposa, mientras que en el empobrecido Tayikistán, una abrumadora mayoría –más del 77%– expresó su aprobación de la violencia doméstica. De hecho, la mayoría de los encuestados en Irak, Kenia, Malasia, Mongolia, Marruecos, Filipinas y Vietnam también indicaron que a veces se justifica que un esposo golpee a su esposa. Tenga en cuenta que cada uno de esos países es relativamente pobre.

Ruanda, también pobre, no fue encuestada en la última ola de datos de la Encuesta Mundial de Valores, pero en 2015 un impaciente y casi unánime 96% de los ruandeses respondió que golpear a la esposa ocasionalmente está justificado.

Canciones como “The Cooper of Fife” pueden ayudarnos a comprender el alcance del progreso moral, pero es importante recordar que el progreso a menudo es desigual, y en muchos lugares la actitud abominable en el corazón de la canción todavía está trágicamente extendida.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 30 de marzo de 2023.