Más allá del pensamiento de suma cero: El amor, como los recursos, no se agota

Marian L. Tupy indica que un nuevo estudio demuestra que la idea de "inagotabilidad" se aplica tanto a los bienes intangibles como el amor como a los físicos.

Por Marian L. Tupy

Resumen: Un estudio reciente revela que el amor y el afecto no se perciben como recursos finitos. El afecto y el apoyo pueden crecer para incluir nuevas conexiones sin disminuir los vínculos existentes. Este hallazgo es paralelo a la tesis de Superabundancia de que la innovación y la colaboración hacen que los recursos físicos sean prácticamente inagotables. Al igual que el progreso tecnológico hace posible la abundancia material, las relaciones humanas pueden fomentar el crecimiento emocional y la reciprocidad sin límites.

Un estudio reciente titulado "Love Doesn't Run Out: Children and Adults Do Not View Social Resources as Inherently Zero-Sumsostiene que la capacidad humana de atención y afecto no tiene un límite superior evidente. Cuando los investigadores preguntaron a niños y adultos sobre la distribución del amor y la amabilidad, los participantes rechazaron en gran medida la idea de que la calidez y el apoyo sean bienes finitos. Nótese la similitud entre este hallazgo y la tesis más amplia que Gale L. Pooley y yo avanzamos en nuestro libro de 2022 Superabundancia: Por qué a medida que crece la población crecen también los recursos disponibles.

La conclusión más provocativa del estudio es que las personas, incluso desde una edad temprana, no suelen tratar el amor como una suma cero. En otras palabras, cuidar de un hijo, cónyuge o amigo no tiene por qué disminuir el afecto por otro. Cuando se preguntó a los participantes si el amor de una persona podía "agotarse" por tener varios destinatarios, la mayoría insistió en que el afecto podía extenderse para abarcar nuevas conexiones. Participantes de distintas edades coincidieron en que el amor y las emociones de apoyo no son estrictamente limitados. Esto contrasta con los viejos tópicos sobre los celos o los favoritos de los padres. Los datos sugieren que la mayoría de los individuos ven de forma natural los vínculos sociales como ampliables.

Como Pooley y yo demostramos, la innovación, la resolución de problemas y la acumulación de conocimientos nos permiten multiplicar lo que es posible a partir de medios físicos aparentemente limitados. Al igual que un ingeniero inteligente encuentra nuevos yacimientos de petróleo o formas de obtener más energía con el mismo volumen de combustible, las relaciones humanas parecen expandirse indefinidamente. Una madre de tres hijos no tiene por qué racionar su calor, del mismo modo que un mercado repleto de empresarios no tiene por qué quedar atrapado en una lucha de suma cero por una riqueza limitada. En su lugar, puede cultivar un afecto creciente por cada hijo, complementando el amor que comparten entre hermanos.

Este fenómeno puede entenderse como un "multiplicador del amor", análogo al precio en tiempo de los bienes materiales analizado en nuestra investigación. Pooley y yo hemos demostrado que, a medida que aumenta la población y proliferan las ideas, la abundancia de recursos suele crecer más deprisa que la demanda, reduciendo los costos reales en relación con el tiempo. Del mismo modo, cuando los individuos comparten atención, empatía y amabilidad, estos bienes sociales tienden a aumentar su circulación. La humanidad puede beneficiarse de un ciclo virtuoso continuo en el que dar fomenta más dar.

Los escépticos podrían señalar que el trabajo emocional puede ser agotador. Es cierto que los seres humanos tenemos limitaciones de tiempo y energía. Sin embargo, el estudio ilustra que no percibimos el amor como un recurso que se agota sin remedio. Los individuos siguen estableciendo límites para evitar el agotamiento, pero pocos interpretan la capacidad innata de cuidar como un pastel con un número limitado de porciones. En este sentido, el amor podría funcionar de forma muy parecida al conocimiento: transmitirlo y difundirlo no tiene por qué reducir lo que conserva quien lo da.

Nuestra experiencia con el progreso tecnológico ofrece un paralelismo útil: la difusión de Internet no acabó con la comunicación entre los seres humanos, sino que la aceleró al crear nuevas redes y permitir que las personas aprendieran unas de otras en tiempo real. Los recursos sociales siguen una lógica comparable. La atención, el afecto y las relaciones de apoyo generan beneficios recíprocos. La mera existencia de familias sólidas y afectuosas indica que el amor es aditivo y no se agota.

En otras palabras, el estudio sugiere que la idea de ·inagotabilidad· se aplica tanto a un bien intangible como el amor como a un bien físico como el petróleo. Sí, es alentador que el precio real de los recursos naturales disminuya con el tiempo si se mide en horas de trabajo, pero es igualmente alentador reconocer que los seres humanos se resisten de forma natural a la escasez artificial en sus relaciones. Mientras que algunos podrían suponer que la gente se aferra fuertemente al amor, la nueva investigación apoya la opinión de que tales instintos de acaparamiento no son nuestra norma.

En última instancia, reconocer que el amor no tiene por qué ser un juego de suma cero restaura la fe en la extraordinaria capacidad de la humanidad para crecer tanto material como emocionalmente. Si los niños captan la idea de que el cariño puede ser ilimitado, entonces nuestras sociedades pueden fomentar una cultura más amplia de expansión de los recursos en todos los sentidos.

No sólo nos beneficiaremos de las innovaciones tangibles –energía más barata, agua más limpia y medicamentos más avanzados–, sino también del ámbito inconmensurable, pero igualmente importante, del afecto humano. La lección es clara: el amor, como los recursos físicos, no tiene por qué racionarse.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (Estados Unidos) el 25 de febrero de 2025.