Libertad para mí, pero no para ti
Mike Fox considera que el sueño americano es una noción simple, pero profunda: que con trabajo duro y determinación, cualquiera puede tener éxito y que es precisamente esa promesa la que ha atraído a millones de personas a Estados Unidos.
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Por Mike Fox
"Puedes irte a vivir a Francia, pero no puedes convertirte en francés. Puedes irte a vivir a Alemania, Turquía o Japón, pero no puedes convertirte en alemán, turco o japonés. Sin embargo, cualquier persona, de cualquier rincón del mundo, puede venir a vivir a Estados Unidos y convertirse en estadounidense". Esta cita atemporal captura la esencia misma del ideal estadounidense. Es una promesa de que nuestra nación no se define por los lazos sanguíneos, un idioma específico o un patrimonio cultural singular, sino por un conjunto de principios y aspiraciones compartidos.
Cuando pienso en Estados Unidos, no pienso en una apariencia o una cultura. Pienso en esa ciudad brillante en una colina, un faro de libertad representado por Ellis Island, la Estatua de la Libertad y el propio sueño americano.
El sueño americano es una noción simple, pero profunda: que con trabajo duro y determinación, cualquiera puede tener éxito. Es esta promesa la que ha atraído a millones de personas a nuestras costas, y es este ideal el que hace que nuestro país sea único. Sin embargo, este principio fundamental se ve amenazado. Nuestro gobierno está erosionando el concepto de lo que significa ser estadounidense, obligando a algunos a enarbolar para siempre la bandera de sus antepasados, no por elección, sino porque la administración Trump no los reconoce como estadounidenses.
Nuestros derechos constitucionales no son condicionales. Ser miembro de un determinado grupo no da lugar a una sospecha razonable de que alguien se encuentre ilegalmente en el país. La Cuarta Enmienda, que nos protege de registros e incautaciones injustificados, se aplica a todas las personas que se encuentran en territorio estadounidense. Del mismo modo, la Constitución prohíbe la discriminación basada en características inmutables como la raza, la etnia o el origen nacional. No se trata de sugerencias, sino de los cimientos de nuestra república.
Sin embargo, las políticas que permiten a los agentes de inmigración detener y retener a personas basándose en su apariencia física, el idioma que hablan, a qué se dedican y los lugares que frecuentan son un ataque directo a estos derechos. Estos factores, por sí solos, no son indicadores de presencia ilegal ni de ninguna conducta delictiva. Y, en conjunto, siguen sin alcanzar el nivel de sospecha de actividad delictiva necesario para detener a una persona. Estas políticas otorgan a los agentes de inmigración autoridad ilimitada para detener y arrestar a cualquier persona, incluidos los ciudadanos estadounidenses, por motivos puramente pretextuales. Es un sistema que abre la puerta al poder arbitrario y a la elaboración de perfiles sin control.
Esta erosión legal tiene un profundo impacto en el mundo real. Estamos asistiendo al nacimiento de una sociedad del tipo "Sus papeles por favor", en la que nuestros vecinos latinoamericanos viven atemorizados y deben llevar consigo su identificación en todo momento. Y, a veces, ni siquiera eso es suficiente. Se trata de una elección clara entre una república constitucional y un régimen autoritario. No podemos tener un país en el que los derechos de una persona importen más que los de otra, simplemente porque haya nacido en un país diferente o sea descendiente de alguien que lo hizo.
No se trata de un concepto jurídico abstracto. Son sentencias tangibles que afectan a personas reales. Tengo el privilegio de contar entre mis amigos a varios estadounidenses de primera generación. Son realmente algunas de las personas mejores, más brillantes y más trabajadoras que conozco. Lo dejaron todo atrás para venir aquí en busca de una vida mejor y un futuro más prometedor. Han contribuido mucho más a esta gran nación que los que están en el poder. Encarnan el espíritu mismo del ideal americano, uno por el que debemos luchar para protegerlo. Sus historias nos recuerdan que Estados Unidos no es solo un país de fronteras y leyes, sino también de personas y principios.
Hay razones por las que tanta gente lo deja todo para venir aquí. Del mismo modo, hay razones por las que la gente prefiere ser pobre en este país que rica en otro. Debemos seguir siendo ese faro de libertad en todo el mundo. Debemos exigir que las acciones de nuestro Gobierno reflejen el ideal estadounidense consagrado en nuestros documentos fundacionales.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 9 de septiembre de 2025.