Lecciones de las elecciones

Iván Alonso explica por qué no considera convincente la propuesta de dividir al Perú en 128 distritos electorales que elegirían a un congresista cada uno.

Por Iván Alonso

Habíamos comenzado una pequeña serie de artículos de aritmética política en El Comercio cuando llegó la pandemia y desvió nuestra atención a otros temas más urgentes. El tercero de la serie iba a ocuparse de los distritos uninominales para la elección del Congreso, una propuesta que ha tenido en nuestro amigo José Luis Sardón a su exponente más ilustre y que hoy ha convertido en un proyecto de ley la congresista Adriana Tudela. De aprobarse este proyecto, el Perú se dividiría en 128 distritos electorales que elegirían un congresista cada uno y un distrito más que elegiría dos como representantes de los peruanos en el extranjero.

Las principales ventajas de los distritos uninominales serían dos, según la exposición de motivos (EM) del proyecto: mejorar la representación de los votantes y reducir los costos de información. Sus argumentos no nos parecen convincentes.

La congresista considera el problema de la representación solamente desde el punto de vista del votante individual; pero hay otro aspecto tan o más importante, que es el de la representación de la ciudadanía en general. El votante individual, dice la EM, estaría mejor representado por un congresista elegido por él y otras 150.000 personas que por los 36 que, en el caso de Lima, han elegido ocho millones de votantes. No creemos que ser uno de los 150.000 que eligieron a tal o cual congresista haga que nuestra voz se escuche mejor. En todo caso, lo que se gane en representatividad individual podría perderse en lo que se refiere a la representación de la opinión pública.

Hagamos un ejercicio para ver cómo habría cambiado la composición del Congreso si se lo hubiera elegido con distritos uninominales. Supongamos que cada provincia de cada departamento fuera un distrito uninominal, excepto en la ciudad de Lima y El Callao, donde cada distrito municipal sería, a la vez, un distrito electoral. Eso nos da 243 distritos electorales. Asignémosle media curul a cada uno para estar cerca de los 130, redondeando hacia arriba si es necesario. No encontramos en la página web de la ONPE los resultados de la elección congresal desagregados por provincia y por distrito, pero podemos usar, como aproximación, los de la primera vuelta de la elección presidencial.

Como se ve en el cuadro aquí al costado, la distribución de curules sería muy distinta. Un sistema first past the post (“primero en cruzar la meta”) con distritos uninominales magnifica la representación del partido más votado y pulveriza las de otros. Con tan solo el 19% de los votos, Perú Libre tendría hoy una mayoría absoluta en el Congreso. Acción Popular, con su 9%, no podría ni siquiera formar una bancada. 

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El argumento de los costos de información también tiene dos lados. El proyecto se enfoca en la reducción del costo para el votante, con menos candidatos entre quienes elegir. Pero ignora que, con más circunscripciones en donde competir, los costos de información se multiplican para los partidos, lo cual no necesariamente es bueno.