La inmigración ilegal no es una “invasión”

David J. Bier dice que la retórica exagerada es una estrategia para lograr que los inmigrantes sean tratados como enemigos combatientes.

Por David J. Bier

Cuando los ideólogos de derecha e izquierda argumentan por qué el gobierno necesita tomar medidas sólidas contra algo en específico, elevan retóricamente la ofensiva. Un ejemplo, desde la izquierda, es el deseo de imponer códigos de expresión o, por otro lado, leyes contra el discurso de odio. “Las palabras son violencia”, argumentan algunos. Al final, la descortesía puede ocasionar tanto “estrés” o “daño”, como empuñar un cuchillo o disparar un arma.

La misma grandilocuencia pobre afecta a la derecha. "Es una invasión, eso no es una exageración", dijo el presentador de Fox News Tucker Carlson a sus televidentes el mes pasado, refiriéndose a la migración ilegal. El propósito de estas maniobras retóricas es evidente. Si las palabras son violencia, entonces deberíamos tratar los insultos como agresiones. Si la migración ilegal es una invasión, los que cruzan la frontera deben ser tratados como enemigos de guerra.

No me interesa mucho seguir el lenguaje políticamente correcto. Evito caer en el tren de eufemismos. Así llames a las personas que violan las leyes de inmigración, "extranjeros ilegales", "no ciudadanos indocumentados" o "inmigrantes no autorizados" no hace mucha diferencia o relevancia para mi (o para la ley). Pero ni la migración ilegal es una invasión ni las palabras son violencia. El problema es la inexactitud, no la política. 

La Constitución requiere que el gobierno federal proteja en contra de una “invasión” —lo que todos los tribunales han interpretado como una "hostilidad armada de otra entidad política”. James Madison calificó la invasión como una “hostilidad extranjera” o el ataque de un estado a otro, y los debates de la Convención Constitucional conectaron el poder de repeler invasiones con el poder de levantar ejércitos. Todos los diccionarios de lengua inglesa utilizados ampliamente en la época de la fundación confirman de esta nación confirman este entendimiento y, por supuesto, los otros usos de invasión en la Constitución tienen el mismo significado

Usar la palabra invasión como sinónimo de la migración ilegal es tan ofensivo para cualquiera que haya vivido una invasión real y a su vez es un insulto para la inteligencia de los demás. Si no puede distinguir entre 100.000 alemanes que llegaron a París al frente de un ejército en 1940 y 100.000 alemanes que llegan a París hoy como turistas, es hora de abrir un libro de historia, no de opinar sobre la política de inmigración. Quizás porque saben que la comparación con una invasión es tan débil y poco sustanciosa, los nacionalistas como el expresidente Donald Trump también promulgan la absurda teoría conspirativa de que los gobiernos extranjeros están "enviando" a los inmigrantes aquí.

La migración a través de la frontera puede implicar violaciones de las leyes de inmigración en EE.UU., pero la similitud con una invasión termina allí. Los que cruzan la frontera no vienen para derrocar al gobierno o apoderarse del Capitolio (a diferencia de algunos nacionalistas este año). De hecho, es el gobierno estadounidense el que está intentando agredir a los migrantes, no viceversa. Las personas que cruzan la frontera intentan frecuentemente evitar conflictos con las autoridades estadounidenses, ya sea 1) evadiendo la detención y dirigiéndose pacíficamente a sus destinos, o, 2) buscando intencionalmente agentes estadounidenses para someterse a los procedimientos legales del gobierno. Reportando desde el frente de esta supuesta conquista, el Wall Street Journal describió cómo algunos invasores preguntaban por direcciones para llegar a la "oficina de inmigración" más cercana.

Una "invasión" no es solo una exageración, es un intento completamente poco serio de exigir medidas militares y extremistas con la intención de prohibir acciones completamente mundanas como cruzar por una ruta alternativa un puerto de entrada cerrado para presentar trámites de asilo o violar las regulaciones internacionales del mercado laboral para llenar uno de los 10 millones de puestos de trabajo actualmente vacantes en este país. Sin embargo, el objetivo de esta guerra nacionalista de lenguaje es nada menos que eliminar los derechos de los inmigrantes. "No podemos permitir que todas estas personas invadan nuestro país", tuiteó Trump en 2018. "Cuando alguien entra, debemos inmediatamente, sin jueces ni casos judiciales, devolverlos a su punto de origen".

La derecha etiqueta a los izquierdistas que silencian la expresión como "copos de nieve" porque no pueden soportar escuchar ciertas palabras o ideas. No obstante, gritar de manera histérica y desesperada “invasión” cada vez que la gente busca seguridad o una oportunidad en este país revela una fragilidad similar. Carlson aparentemente se siente tan amenazado por estas familias y manos de campo que exige que sean enfrentadas con la fuerza militar. Citar el minúsculo porcentaje de migrantes que realmente son criminales como una razón para tratarlos a todos como invasores no cambia lo absurdo del argumento, en efecto, lo demuestra.

Sin embargo, Carlson y Trump no solo están equivocados; en realidad están pensando todo lo contrario. La migración es exactamente lo contrario a una invasión. La mayoría de los supuestos invasores vienen a servir a los estadounidenses. Esta supuesta invasión contribuirá a la fuerza y prosperidad de EE.UU., no la socavará. Estos no son los soldados de Santa Anna cruzando el Río Grande. Estos son cuatro niños y su madre reuniéndose con su padre en una granja en las afueras de Atlanta. No vienen a reventarnos o a llevarse nuestras cosas; vienen a trabajar con nosotros, a trabajar para nosotros y a comprar nuestros productos. Quieren ser como nosotros, no conquistarnos. Este es el punto más importante: la ofensa contra la migración no reivindica a los estadounidenses de estar libres de atacantes extranjeros. Más bien, es una violación de nuestros derechos de asociarnos, contratar y comerciar con personas pacíficas nacidas en otros países.

El hecho de que estas acciones sucedan tan a menudo es lamentable. Sin embargo, el Congreso podría aprobar una ley mañana para legalizar la migración (como de hecho lo hizo durante el primer siglo de la historia de EE.UU.) La parte ilegal de la inmigración ilegal es un problema fácilmente resuelto por el Congreso. No justifica la suspensión del hábeas corpus ni la convocatoria de milicias para fusilar a los "invasores".

Las invasiones reales se enfrentan con violencia, por lo que no es sorprendente ver este lenguaje repetido por una variedad de nacionalistas que luego han cometido ataques terroristas. Rechazar estos ataques —como seguramente lo hacen casi todos los nacionalistas— es rechazar la premisa en la que se basaron. No hay invasión. Es solo una analogía política exagerada en busca de un resultado político —si tan solo los portadores de la palabra lo admitieran. Si los nacionalistas tienen un buen argumento que alegar contra la liberalización de la inmigración, déjelos que hagan ese argumento en lugar de destrozar el idioma inglés.

Este artículo fue publicado originalmente en Reason (EE.UU.) el 27 de agosto de 2021.