Incendios y terrorismo en Chile

Mary Anastasia O'Grady explica que hay indicios de que algunos de los incendios en esta zona rural de Chile pueden haber sido ocasionados de manera intencional y ser síntomas de una creciente violencia política.

Por Mary Anastasia O'Grady

Más de 400.00 hectáreas en el centro de Chile han sido devoradas por el fuego desde julio de 2016, y 70% de esa destrucción se ha registrado en el último mes. El área afectada es más grande que el estado de Rhode Island en EE.UU. Al menos 11 personas han muerto y más de 1.000 viviendas han sido destruidas.

Los incendios forestales durante el verano chileno, que se caracteriza por lo seco, no son inusuales. Pero la ideología antimercado de la presidenta socialista Michelle Bachelet puede haber exacerbado la situación.

Un ejemplo: cuando la esposa chilena del nieto de Sam Walton, heredero de la fortuna de Wal-Mart, ofreció llevar un ‘supertanker’ antincendios 747-400, el gobierno le puso obstáculos. Eso retrasó, por un par de días, la llegada de un avión que ha resultado ser altamente efectivo. Pero cuando Rusia ofreció enviar aviones más pequeños, no hubo ningún retraso y Bachelet lo celebró en Twitter.

La casi adoración que la presidenta tiene de Fidel Castro y su visión comunista para América Latina es legendaria. Pero su decisión de colocar sus preferencias políticas por encima del bienestar de los chilenos de las regiones rurales es un escándalo.

Algunos incendios han sido provocados de forma intencional y esto ha elevado las preocupaciones en las regiones rurales de Chile sobre un alza en la violencia organizada contra civiles y la propiedad privada por parte de extremistas de izquierda que apuntan a derrocar la democracia. Bachelet fue advertida sobre esta amenaza durante su primer gobierno (2006-2010) y lo mismo ocurrió con su sucesor Sebastián Piñera (2010-2014), pero ninguno actuó al respecto.

La mandataria se refiere a la violencia como un “conflicto rural”. Pero es terrorismo y la falta de voluntad de su gobierno para enfrentarlo está permitiendo su propagación.

Las causas de los incendios —más de 100 en enero— son investigadas. Mis fuentes en Chile dicen que buena parte de la destrucción será probablemente atribuida a accidentes intensificados por desechos, vientos y sequía.

Pero el gobierno ha reconocido que hay evidencia de que los incendios han sido intencionales en algunos casos y ha capturado a 43 personas como parte de la investigación. Mahmud Aleuy, subsecretario del Interior, dijo el 30 de enero que no había un patrón que llevara a conclusiones definitivas y que algunos de los capturados eran indigentes y personas con trastornos mentales.

De todas formas, Mario Fernández, ministro del Interior, dijo el 29 de enero que el gobierno no ha descartado el terrorismo en algunos casos. Tal vez porque ha habido reportes que no encajan con el argumento de los “indigentes”. El mes pasado, en la comuna de Arauco, en la región de Bío Bío, la policía reportó haber sido blanco de disparos cuando los ocupantes de un auto que estaban persiguiendo huyeron a pie. Dentro del vehículo abandonado encontraron combustible y encendedores.

Tanto el comandante de bomberos como el superintendente de incendios de la comuna de Empedrado, en El Maule, reportaron que en la madrugada del 26 de enero se escucharon unos 20 disparos contra la estación de bomberos. El comandante dijo que un vehículo cercano quedó con orificios de bala. Al jefe le preocupa que los bomberos voluntarios no regresen a trabajar.

Un titular del 30 de enero en el portal de noticias biobiochile.cl decía: “Vecinos y autoridades temen que incendios forestales se traten de ataques terroristas”. La historia indicó que los habitantes de Constitución, también en El Maule, estaban preocupados de que el sabotaje que apuntaba a las empresas forestales pusiera en peligro sus casas.

La presencia de grupos de extrema izquierda —que dicen representar a los indígenas mapuches— en la región sureña de La Araucanía es bien conocida. En años recientes se ha expandido a Los Ríos y Bío Bío. Prenderle fuego a iglesias, bosques, camiones y otras propiedades y matar gente en emboscadas y ataques de francotiradores es su modus operandi y actúan a los dos lados de la frontera con Argentina.

En 2015, el abogado chileno Felipe Silva dijo a la revista chilena Qué Pasa que en 2009, durante el primer período de la presidenta Bachelet, el gobierno recibió un reporte del entonces ministro de Defensa colombiano Juan Manuel Santos que vinculaba a los llamados grupos mapuches con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, y el Partido Comunista de Chile.

Silva me dijo en una entrevista telefónica el jueves que lo sabía porque obtuvo un informe similar de Colombia para la oposición chilena ese mismo año.

En una carta enviada a Bachelet en abril de 2016, la presidenta de la asociación de empresas camioneras del sur dijo que había hecho un acuerdo dentro de su coalición gobernante —que incluye al Partido Comunista— para no aplicar la ley antiterrorista contra la guerrilla. Esto, dijo la misiva, estaba poniendo a unos pocos violentos por encima de la inmensa mayoría de chilenos y le imploró que reconsiderara.

Los terroristas usan la cara de los mapuches como excusa para su violencia. Sin embargo, no representan a la población, que respaldó altamente al general Augusto Pinochet y sigue votando abrumadoramente a favor de los conservadores. La mayoría de los mapuches son pequeños propietarios de tierras pacíficos que intentan ganarse la vida. Su prueba de fuego, el terrorismo, no parece molestar al gobierno chileno.

Este artículo fue publicado originalmente The Wall Street Journal (EE.UU.) el 6 de febrero de 2017.