El futuro de la regulación de las sustancias psicodélicas es local

Victoria Litman dice que los Estados ya han demostrado que pueden crear marcos alternativos para la liberalización de las drogas basados en la reducción de daños.

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Por Victoria Litman

En los últimos años ha aumentado considerablemente el interés por las sustancias psicodélicas como herramientas recreativas, terapéuticas y sagradas. A principios del siglo XXI se ha producido una expansión de la investigación científica y una creciente aceptación cultural que han abierto la posibilidad de que se apruebe a nivel federal la terapia asistida con psicodélicos. Sin embargo, esa posibilidad pareció desvanecerse en agosto de 2024, cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) rechazó la primera solicitud de aprobación federal de la terapia con psicodélicos.

La decisión era esperada. Una junta de revisión independiente, el Instituto para la Revisión Clínica y Económica (un instituto independiente con una influencia desmesurada en la FDA) y un comité asesor de la FDA recomendaron la denegación por motivos relacionados con la fiabilidad de los datos de los ensayos clínicos y posibles violaciones éticas. La decisión pareció disminuir el impulso percibido para el futuro de los psicodélicos.

Pero la decisión de la FDA puede acabar siendo en gran medida irrelevante. Si se quiere lograr un acceso seguro, responsable y amplio a los psicodélicos, el camino pasará por diversas agencias reguladoras estatales. El rechazo de la FDA no hace más que aclarar ese camino.

Si bien la aprobación federal aporta legitimidad científica, cobertura de seguros y una mayor disponibilidad, una solicitud exitosa ante la FDA habría planteado preguntas difíciles: ¿Quién estaría autorizado a proporcionar terapia asistida con psicodélicos? ¿La pagarían Medicare y Medicaid? ¿En qué consistiría la terapia y cómo aplicaría la FDA —una agencia que supervisa los medicamentos, pero no la práctica de la medicina— dichos tratamientos?

Descentralización / Los estados ya han demostrado que pueden crear marcos alternativos para la liberalización de las drogas basados en la reducción de daños, la posibilidad de que sean asequibles y la libertad personal y religiosa. La aprobación federal puede ofrecer legitimidad, pero delegar esas decisiones a los estados ofrece libertad.

Los estados llevan mucho tiempo impulsando la reforma de la política de drogas, desde la legalización del cannabis hasta las iniciativas de reducción de daños. Los psicodélicos deberían seguir el mismo camino.

En Litman 2023a, sostuve que los partidarios de la liberalización deberían resistirse a depender excesivamente de las agencias federales, especialmente cuando se trata de sustancias históricamente criminalizadas por la extralimitación federal. A pesar de la cláusula de supremacía de la Constitución, el gobierno federal no puede obligar a los estados a hacer nada. Esta realidad queda ilustrada en la doctrina Anti-Commandeering.

A pesar de la ilegalidad federal de las drogas psicodélicas en virtud de la Ley de Sustancias Controladas, no existe ningún mandato federal que exija la aplicación agresiva de las leyes federales sobre drogas contra las actividades legalizadas por los estados. De hecho, con el tiempo, la no aplicación federal se ha convertido en la norma, moldeada por los memorandos del Departamento de Justicia y los límites de gasto del Congreso. La amenaza y la realidad de la aplicación federal solo han disminuido en medio de las restricciones de recursos y la ambivalencia política. Casos recientes, como el de Medical Marijuana v. Horn (2025), que amplió la protección de los consumidores, ilustran que la violación de las leyes federales sobre drogas no descalifica automáticamente a las personas para obtener amparo legal.

La desvinculación federal deja margen para una acción enérgica por parte de los estados. Esperar a que la FDA se ponga al día no solo retrasa la reforma, sino que ignora la capacidad demostrada de los gobiernos de los estados para liderar.

Innovación estatal / La Ley de Servicios de Psilocibina de 2020 de Oregón y la Ley de Salud de Medicina Natural de 2022 de Colorado proporcionan los primeros planos para un futuro en el que los estados lideren la regulación de los psicodélicos. Oregón ha legalizado el consumo supervisado de psilocibina bajo facilitación autorizada, mientras que Colorado ha combinado el acceso regulado con una despenalización más amplia, que permite el uso personal, el cultivo y el intercambio social dentro de límites definidos. Nuevo México también ha promulgado recientemente su propia ley de reforma de los psicodélicos con fines medicinales.

Estos modelos estatales muestran lo que es posible y lo que es difícil. Los modelos de uso facilitado se enfrentan a los retos más difíciles, no solo por la ilegalidad federal y sus consecuencias colaterales (como los obstáculos fiscales y bancarios), sino también por el alto costo que supone ofrecer sesiones psicodélicas extensas in situ. Los precios de Oregón reflejan estas dificultades.

La ley de Colorado despenaliza el cultivo, el uso y la posesión personal de psilocibina, psilocina, ibogaína y mescalina (excluyendo el peyote), permite el intercambio social de psilocibina, psilocina y mescalina, y autoriza el pago por servicios espirituales o de reducción de daños. Estas disposiciones empoderan a las personas y protegen las prácticas religiosas y culturales sin obligar a los gobiernos a controlar la sinceridad.

La próxima evolución de la reforma estatal no implica crear una nueva infraestructura reguladora desde cero, sino aprovechar la que ya existe. En lugar de crear una nueva agencia reguladora, los estados deberían considerar la posibilidad de autorizar el cultivo y la distribución de psicodélicos a través de la infraestructura existente para el cannabis. Los dispensarios de cannabis ya operan bajo estructuras de cumplimiento detalladas. Aprovecharlas para vender psicodélicos podría minimizar los costos iniciales, acelerar la implementación y ampliar el acceso a través de canales minoristas conocidos. Los estados podrían combinar estas ventas reguladas (a través de dispensarios) con protecciones para el cultivo personal y la despenalización, minimizando las barreras y garantizando la seguridad y el control de calidad.

Nos encontramos en un momento de retroceso institucional a nivel federal, no solo en materia de política de drogas, sino en todos los ámbitos normativos. En lo que respecta al acceso a los psicodélicos, los estados ya cuentan con amplias competencias en virtud de la Décima Enmienda para diseñar políticas innovadoras. En lugar de lamentarse por la inacción federal, los responsables políticos deberían aprovechar este momento para crear marcos localizados, receptivos y equitativos para el acceso a los psicodélicos. El futuro no tiene por qué esperar a la FDA; ya se está construyendo desde cero, estado por estado.

Lecturas

  • Litman, Victoria Grace, 2023a, "Limiting Federal Regulation of Cannabis" (Limitar la regulación federal del cannabis), Regulation 46(3): 2-4.
  • Litman, Victoria Grace, 2023b, "Psychedelics, the DEA, and Regulating Religion" (Los psicodélicos, la DEA y la regulación de la religión), Regulation 46(1): 8-10.
  • Litman, Victoria Grace, 2024, "Why We Need to Talk About Psychedelic Dispensaries" (Por qué tenemos que hablar de los dispensarios de psicodélicos), Regulatory Review, 18 de abril.
  • Marks, Mason, 2024, "Psychedelic Therapy Scrutinized by FDA Advisory Committee" (La terapia psicodélica, bajo la lupa del comité asesor de la FDA), JAMA 332(12): 963-964.

Este artículo fue publicado originalmente en la revista Regulation (Estados Unidos) del Instituto Cato, edición del verano de 2025.