Economistas de salón y empresarios de pasillo

Iván Alonso dice que en un mundo sin privilegios tributarios para ningún sector, llámense exoneraciones o tasas impositivas diferenciadas, los recursos fluyen hacia aquellas actividades donde generan mayor valor para sus dueños y para la sociedad.

Por Iván Alonso

En el arsenal retórico del mercantilismo un economista de salón es alguien que se opone a los privilegios tributarios sin conocer la dura realidad que enfrentan los empresarios de tal o cual sector. Eso es como descalificar a los médicos de consultorio o a los pilotos de cabina por el lugar donde ejercen su profesión. El análisis de los efectos indeseados de las políticas públicas no se hace mirando cómo florecen los árboles ni escuchando el ruido de las máquinas; se hace en un salón. Es un trabajo de gabinete.

Hay mucho que un economista puede aprender visitando un fundo o una fábrica sobre los riesgos de la inversión, las vicisitudes de la producción y los retos de la comercialización. Pero la visita no le enseñará nada nuevo sobre el impacto de una exoneración tributaria en la asignación de recursos y el bienestar del país.

El problema, en esencia, es el siguiente. En un mundo sin privilegios tributarios para ningún sector, llámense exoneraciones o tasas impositivas diferenciadas, los recursos fluyen hacia aquellas actividades donde generan mayor valor para sus dueños y para la sociedad. Reduzcámosle la tasa de algún impuesto a un sector, y veremos cómo la inversión y la ocupación aumentan en ese sector. Lo que no vemos es lo que se deja de invertir en otros sectores, cosa que necesariamente ocurre porque el capital que se invierte en A no puede invertirse simultáneamente en B.

Tampoco vemos cuánto valor se destruye en ese tránsito. Recordemos que en el mundo sin privilegios tributarios el capital y el trabajo que empiezan a fluir hacia el sector privilegiado iban a aquellos sectores donde generaban mayor valor. ¿Qué induce a un empresario a dejar una actividad donde generaba más valor por otra donde genera menos? Simplemente que, gracias a la reducción de la tasa impositiva, se puede servir una porción más grande de una torta más chica. Pero el resto del país, fisco incluido, se queda con una porción más chica de una torta también más chica.

La respuesta mercantilista al argumento económico es siempre la misma: “este sector es diferente”. Sin duda, son muchas las dificultades de una actividad como la agricultura, por poner un ejemplo. Pero toda actividad tiene sus propias dificultades y una rentabilidad que las compensa o debería compensarlas. Si no lo hace, no es buena idea dedicarle tantos recursos. Sostenerla e impulsarla a punta de privilegios tributarios es trasladar los costos al resto del país. Socializarlos, en el sentido de socialismo, para decirlo con todas sus letras.

Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 18 de julio de 2025.