Desarrollo sin condescendencia
Ian Vásquez reseña el libro más reciente del economista William Easterly, donde el autor señala que el desarrollo sin el consentimiento de la gente no necesariamente constituye un avance.
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Por Ian Vásquez
William Easterly cuenta una historia que empieza hace 400 años. El gobernador de la colonia de la bahía de Massachusetts, John Winthrop, justificó el inicio del asentamiento de ingleses a gran escala en territorio americano al razonar que los colonos mejorarían las condiciones de esos lares, algo que los nativos eran incapaces de lograr.
El sello de la colonia presentaba un nativo que decía: “Vengan a ayudarnos”. La imagen y el concepto fueron ficticios, pero de esa manera la colonia también justificó la conquista que se estaba dando. Según Easterly, el mejoramiento material se ha usado desde entonces para justificar la conquista u otras formas de intervención en las sociedades menos económicamente desarrolladas que supuestamente piden tal ayuda.
Easterly sabe de lo que habla. Es uno de los economistas más destacados del mundo en el área del desarrollo económico. Trabajó en el Banco Mundial por muchos años hasta que publicó un libro en el 2001 basado en sus investigaciones académicas que explicó las muchas razones por las cuales la ayuda externa no funciona (“The Elusive Quest for Growth”). Tras la publicación de ese libro, el Banco Mundial le despidió.
Easterly luego pasó a ser profesor de economía en New York University, donde escribió dos libros más. En ellos (“The White Man’s Burden” y “The Tyranny of Experts”) critica los llamados para incrementar masivamente la ayuda externa, la planificación desde arriba hacia abajo, la creencia en soluciones tecnocráticas para el desarrollo y el desdén hacia los derechos de los pobres.
En su libro nuevo (“Violent Saviors: The West’s Conquest of the Rest”), Easterly vuelve a la carga. Empieza por Massachusetts y revisa cómo, a lo largo de la historia, el oeste conquistó o dijo que ayudó a diversas sociedades. Esos episodios incluyen la expansión en América del Norte hacia el oeste, el comercio transatlántico de esclavos y su trato en Estados Unidos, la colonización de África y Asia, y la invención del Tercer Mundo.
La pregunta que se hace Easterly es, en esencia, ¿qué pasó con la dignidad y el consentimiento en el progreso de la gente? Su respuesta es que “el desarrollo sin el consentimiento no es necesariamente progreso”. En otras palabras, no es suficiente el mejoramiento material. Existe una demanda por la dignidad y eso viene de respetar la libertad para elegir de los individuos y su agencia humana.
Desafortunadamente, los esfuerzos de “civilizar” o mejorar las condiciones de los demás carecen de un respeto pleno de la autonomía, la libertad de elección, y la responsabilidad de la gente a la que supuestamente se está intentando ayudar. Easterly cita a los propietarios de los esclavos que justificaban su práctica al decir que los esclavizados viven en mejores condiciones en Estados Unidos que los africanos en África. Podría haber sido cierto, pero la esclavitud no dejaba de ser repugnante ni dejaba de ser cierto que los mismos “beneficiados” intentaban escaparse.
Desde luego, ha habido avances a lo largo del tiempo respecto a la libertad para elegir, pero todavía existen sesgos coercitivos a la hora de ayudar a los necesitados. “La búsqueda de la autonomía está presente en todas partes”, observa Easterly, “y en ninguna parte en el ámbito de la ayuda externa”.
Easterly cita a los pensadores de la Ilustración como Adam Smith que priorizaban la dignidad de la gente. Smith se oponía a la esclavitud y al imperialismo y promovía el comercio libre porque se basaba en el intercambio voluntario. Esa tradición intelectual, que en su tiempo se enfrentó al conservadurismo, se abandonó en algún momento en el siglo XIX.
Felizmente, la globalización y la influencia de liberales como Milton Friedman o P.T. Bauer en décadas recientes, han hecho que la libertad para elegir tenga un papel mucho más importante que antes, cosa que Easterly celebra.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 2 de diciembre de 2025.