David Boaz: "La mente libertaria"

Juan Pina entrevistó a David Boaz acerca de su larga carrera contribuyendo a avanzar la libertad en el Instituto Cato.

Por David Boaz y Juan Pina

Durante todos sus años en el Cato Institute, usted ha sido un gran defensor tanto de la libertad económica como de la libertad moral/social/cultural. ¿Existe ahora un divorcio entre estas dos libertades, ya que la nueva derecha radicalizada parece aceptar hasta cierto punto la primera, pero no la segunda?

Los libertarios han lamentado durante toda mi carrera y durante más tiempo la división entre los defensores de la libertad económica y los defensores de la tolerancia/pluralismo/ libertades civiles. Es una división desafortunada dentro del liberalismo. La diferencia ahora es el creciente iliberalismo tanto en la izquierda como en la derecha. Mucha gente de ambos bandos quiere hacerse con el poder del Estado para perjudicar a sus adversarios y acallar su discurso. Y en algunos países se está experimentando un empuje hacia la autocracia y el autoritarismo. Pero también me gustaría señalar que la Alt-Right o el movimiento MAGA de Donald Trump tampoco son ya realmente muy partidarios de la libertad económica.

Sí, en todo el mundo se está produciendo un fuerte ascenso de esta nueva derecha radical contraria al modelo de democracia liberal. ¿Es este un camino hacia menos Estado, como dicen algunos paleolibertarios que se asocian con ese movimiento, o es un camino hacia más Estado? Porque, ¿cómo llevará a cabo la nueva derecha su remodelación cultural/moral de la sociedad sin la coerción del Estado?

Algunos libertarios se han mostrado reacios a aceptar la democracia por entender que es el gobierno de una mayoría política sobre las minorías. Pero es difícil encontrar ejemplos de sociedades libres que no estén gobernadas por sistemas democráticos o republicanos. Y los libertarios que denuncian la democracia representativa no han ofrecido muchas pruebas de un sistema de gobierno mejor. Una de las ventajas de la democracia es que, por lo general, consigue una alternancia regular en el poder, en lugar de un gobierno unipersonal o de un solo partido. En cuanto a los valores morales, pueden transmitirse de muchas maneras: a través de las iglesias, las escuelas (preferiblemente privadas), los medios de comunicación de todo tipo, etc. Pero es bastante obvio que la extrema derecha, ya sea en Hungría o en Florida, planea utilizar la coerción del Estado para imponer su moral. También lo hacen, por supuesto, los izquierdistas que buscan imponer reglamentos, códigos de expresión o el control de las bibliotecas y de los programas escolares para obligar a todos a asumir su visión de la moralidad.

Mucho de lo que la nueva derecha no soporta es, de hecho, la evolución natural de los derechos individuales de grupos de personas anteriormente marginados (mujeres, LGBTI, minorías étnicas, minorías religiosas...) durante los últimos cincuenta años aproximadamente. ¿Está usted de acuerdo con esta afirmación?

No todas las cosas a las que se opone la nueva derecha pueden caracterizarse así. Los códigos de lenguaje de escuelas y universidades públicas son definitivamente cuestionables y, en los Estados Unidos, vulneran la Primera Enmienda a nuestra constitución. Ningún grupo, sea minoritario o mayoritario, tiene derecho a privilegios especiales por ley. Pero también es cierto que los conservadores se resistieron a cambios liberadores como el movimiento por los derechos civiles, la liberación de la mujer o el movimiento por los derechos de los homosexuales (más tarde denominado movimiento LGBT). Gran parte de los cambios sociales que ha propiciado el liberalismo, desde la abolición de la esclavitud y la servidumbre hasta la igualdad jurídica de las personas LGBT, son liberadores para grupos anteriormente marginados, pero los toman como un agravio algunos miembros de grupos antes dominantes que ahora se enfrentan a nueva competencia por el estatus.

¿Es también culpable la izquierda de esta polarización? El auge de las ideas y el estilo woke precedió al auge de la nueva derecha radical, así que, ¿fue tal vez una provocación insoportable?

Puede que algunas personas hayan percibido cada uno de esos cambios como una provocación. Y en algunos casos la izquierda ha ido más allá del liberalismo y la igualdad legal para conceder privilegios especiales a personas anteriormente marginadas. Pero en primer lugar, los grupos dominantes —la realeza, la aristocracia, los hombres blancos— disfrutaron de privilegios especiales durante décadas o siglos, y ya era hora de cambiar. Y si la gente encontraba "insoportables" esos cambios verdaderamente liberadores, allá ellos. Yo señalaría que a lo largo de la historia liberal la gente acabó aceptando y acomodándose a la nueva igualdad legal. Muchos han comparado esta época con los años 30 del siglo pasado por la polarización derecha-izquierda. ¿Es tan peligrosa la situación? En los años 30, Europa y, en menor medida, los Estados Unidos se enfrentaron a las amenazas, la violencia y la tiranía de comunistas, fascistas y nazis. No creo que la situación actual sea de esa magnitud, al menos en los países democráticos occidentales. Pero cuando la gente empieza a decir que Hitler y Stalin no eran tan malos, y a demonizar a sus oponentes, es hora de que los liberales, los moderados, los centristas y la gente decente normal se reúnan en torno a lo que podríamos llamar el "centro liberal", mientras los libertarios también intentamos empujar ese centro en una dirección libertaria. Como estadounidense, siempre me ha hecho gracia esta frase del escritor Tom Wolfe: "La noche oscura del fascismo siempre desciende sobre los Estados Unidos y, sin embargo, sólo aterriza en Europa". Espero que siga teniendo razón sobre los Estados Unidos y que a la vez sea demasiado pesimista sobre Europa esta vez. Creo que así será, sobre todo porque la libertad funciona: permite a la gente una mejor economía y más oportunidades de prosperar. Y la mayoría de la gente no quiere ni querrá renunciar a eso.

¿Qué opina de la invasión de Ucrania? ¿Tienen los ucranianos derecho a resistir y debería Occidente apoyarles? ¿Es el régimen de Putin una amenaza para todos nosotros?

Por supuesto que los ucranianos tienen derecho a resistirse a una invasión brutal destinada a subyugarlos, aunque estén soportando un alto coste por resistirse. Si Occidente debe apoyarles y cómo debe hacerlo es una cuestión más difícil. Los liberales clásicos siempre han situado la paz en el centro de sus valores. Comprendían el costo de la guerra, en vidas, dinero y destrucción material. Insistían en que los gobiernos se mantuvieran dentro de sus fronteras. Y el auge del liberalismo en los siglos XVIII y XIX dio a Europa un siglo de paz, de 1815 a 1914. Desgraciadamente, el abandono del liberalismo a finales del siglo XIX dio lugar a gobiernos más grandes y poderosos y a un auge del nacionalismo en muchos países, con resultados desastrosos. Por eso no enviaría tropas estadounidenses a Ucrania, pero es difícil ver lo que les pasa a los ucranianos sin querer ayudar. Creo que los países europeos deberían trabajar con los ucranianos para pensar qué es deseable y qué es posible en las circunstancias actuales.

Miremos ahora a su propio país y la perspectiva de volver a tener a Trump en la Casa Blanca... ¿Se está gestando un posible divorcio nacional en los Estados Unidos?

No, no va a haber ningún divorcio nacional. Existe un desafortunado nivel de polarización cultural y política, pero no hay una línea clara de demarcación. Todos los estados tienen zonas "rojas" y "azules". Un mapa que muestre quién ganó en cada condado de Estados Unidos parece un mar rojo (votos republicanos) rodeando pequeñas islas azules. Pero esas islas azules contienen casi la mitad de la población y producen el 70% del PIB estadounidense. Seguirá habiendo muchas luchas culturales y políticas, pero ningún estado va a abandonar la unión. Desde aquí hemos seguido con tristeza los acontecimientos del Partido Libertario de Estados Unidos tras la llamada toma del poder interno por el Mises Caucus.

¿Hay espacio para un tercer partido libertario o al menos liberal clásico en su país?

Nuestro sistema electoral está diseñado para que haya dos partidos. Parece que cualquier facción que quiera organizarse tiene que hacerlo dentro de uno de ellos. No hemos tenido un nuevo partido con éxito desde 1860. La reforma electoral podría ayudar, pero ninguno de los partidos establecidos tiene mucho interés en facilitar la formación de nuevos partidos. En el Instituto Cato hicimos algunos estudios sobre el voto libertario, para estimar no cuántos libertarios acérrimos había, sino cuántas personas que podrían considerarse económicamente conservadoras (en términos estadounidenses) y socialmente liberales, y descubrimos que entre el 13% y el 24% entraban en esa categoría. Pero estaban divididos entre los dos grandes partidos y no han generado ninguna energía en torno a uno nuevo. Así que yo diría que definitivamente hay votantes que comparten puntos de vista liberales o libertarios, y los libertarios deberían intentar que esos votantes se vieran a sí mismos como una facción aparte. Pero las estructuras políticas existentes lo dificultan. De lo que estoy bastante seguro es de que no hay espacio para un nuevo partido a la derecha de Trump y el MAGA, que parece ser lo que quiere la dirección actual del Partido Libertario. Y también señalaría que el llamado Mises Caucus no refleja los puntos de vista del gran liberal Ludwig von Mises. Es una vergüenza que se utilice su nombre de esa manera.

Su reciente discurso en la LibertyCon fue realmente inspirador. ¿Cómo ve ahora a SFL y cuán importante es su contribución a la libertad?

He oído que SFL es más fuerte en Europa y África que en los Estados Unidos, así que bravo por ellos. En Estados Unidos, SFL es el único lugar en el que los jóvenes libertarios pueden aprender más sobre lo que a mí me gusta llamar "libertarismo razonable y radical", y les deseo lo mejor para encontrar, inspirar y educar a una nueva generación de libertarios que puedan enfrentarse a nuestros retos como hicieron Ayn Rand, Isabel Paterson y Rose Wilder Lane en los años 30 y 40, y Milton Friedman y sus colegas en los 70 (con Hayek también a la cabeza en ambas épocas).

David Boaz, la historia viva del libertarismo de raíz liberal

El 1 de diciembre de 1982, las oficinas del Cato Institute en Washington se engalanaron para recibir nada menos que al Nobel de Economía Friedrich August von Hayek. Ese gran referente de la Escuela Austriaca se convirtió en el primer Distinguished Senior Fellow del prestigioso instituto de pensamiento libertario. En aquella ocasión, hace ya casi cuarenta y dos años, un joven David Boaz ya estaba allí como vicepresidente encargado de las políticas públicas. Así lo atestigua esta fotografía rescatada del propio archivo de Boaz, que ya jugaba un papel cada vez más relevante en la vida del Cato Institute. En junio de 1989, pasó a ocupar la principal función directiva como vicepresidente ejecutivo, y fue durante treinta y tres años más el alma y el motor de este potentísimo think tank estadounidense cuya influencia en la adopción de políticas públicas es tan envidiable como necesaria. 

Entre las obras de David Boaz son fundamentales Libertarianism: A Primer (1997) y The Libertarian Mind: A Manifesto for Freedom (2015). En el actual momento cultural de nuestro movimiento, cuando hay fuerzas que intentan empujarlo al fusionismo con el campo conservador —cuando no con la ultraderecha—, David Boaz es un ejemplo de constante impulso al libertarismo de raíz liberal e ilustrada, lejos de las posiciones adoptadas por otras ramas. Así, Boaz fue junto a Tom Palmer y otros intelectuales estadounidenses uno de los primeros impulsores de la organización mundial Students for Liberty, que refleja, como el propio Cato Institute o publicaciones como Reason, una visión plenamente pro libertad tanto en lo económico como en lo personal/moral. Retirado ya de sus funciones ejecutivas, Boaz es hoy un Distinguished Senior Fellow del instituto, la misma distinción que en su día recibió Hayek. 

David Boaz nació en 1953 en el seno de una familia bastante intelectual, el padre abogado y la madre economista, en un pequeño pueblo del estado de Kentucky. Tras estudiar Historia en la Universidad Vanderbilt, se trasladó a Washington e inicialmente se afilió a la organización conservadora Young Americans for Freedom, pero pronto descubrió que, en sus propias palabras, "en realidad yo no era conservador sino libertario". Es una diferenciación muy necesaria hoy. El Cato Institute, que es en cierta medida una organización nacida del Partido Libertario de su país, contrató a Boaz tras haber ejercido la dirección de campaña del candidato presidencial libertario, Ed Clark, en 1980. Y en el Cato ha pasado Boaz cuarenta y tres años de su vida, una vida que ya está indeleblemente inscrita en el acervo intelectual del think tank y, en realidad, de todo el movimiento libertario estadounidense. Los lectores de la edición impresa de AVANCE recibieron el mes pasado el segundo número del nuevo suplemento Firmas para el Avance de la Libertad, dedicado en esa ocasión al discurso público más reciente de Boaz, pronunciado hace unos meses en la LibertyCon de Students for Liberty. En ese discurso, Boaz ejerce una vez más su papel de faro del libertarismo de raíz liberal y alerta a los jóvenes sobre el deplorable auge del populismo iliberal que, además de ser una amenaza para las sociedades libres, está tensionando injustamente a nuestro movimiento. Boaz ha expresado esta visión libertaria —pro liberalismo como base irrenunciable y en peligro— en un reciente artículo publicado por el Cato Institute: "Para salvar al mundo, luchen por el liberalismo".
--Juan Pina

Este artículo fue publicado originalmente en la revista Avance (España), edición de mayo de 2024, No. 44.