Amancio Ortega y sus enemigos
Carlos Rodríguez Braun dice que la ultraizquierda siempre ha odiado la caridad porque es libre y, especialmente, porque proviene de los empresarios.
Selecciono dos interesantes comentarios de los muchos que en su día vertió la ultraizquierda en contra de las donaciones de Amancio Ortega y otros empresarios para ayudar a la gente tras la tragedia de la DANA.
María Teresa Pérez, valenciana y portavoz de Podemos, protestó enérgicamente porque el dueño de Inditex había donado 2 millones de euros a Cáritas y otros 2 millones a Cruz Roja. No es la primera vez que los ultras despotrican contra el empresario gallego, a quien también demonizaron cuando donó a la sanidad públicas unos modernos equipos para luchar contra el cáncer. Los ultras odian la caridad, porque es libre, y especialmente la de los empresarios –véase: "Engañosa regla de oro" aquí.
En un vídeo publicado en las redes, la señora Pérez se quejó de la "hipocresía" de Ortega, sostuvo que no quiere ayudar sino solo "lavar su imagen", y lo acusó de "evasión fiscal" y de no cuidar de sus propios trabajadores; recomendó que Inditex sea sancionada y que no reciba ayudas públicas. Era todo falso, como siempre. Y en cuanto a hipocresía, Carla Castejón puso el dedo en la llaga en Libertad Digital: "En un momento en el que España necesita unión y solidaridad, muchos ciudadanos valoran el apoyo de Ortega y se preguntan por qué figuras públicas, como María Teresa Pérez, no hacen lo mismo por su propia tierra".
Revelador resultó también Fonsi Loaiza, que es doctor en Periodismo y que, para ilustrar lo terribles que son las donaciones de los capitalistas, citó a Engels: "Chupáis sangre a proletarios y luego practicáis autocomplaciente filantropía, presentándoos ante el mundo como benefactores de humanidad cuando dais a las víctimas una centésima parte de lo que les pertenece".
Aparte de la falacia de negar el derecho de propiedad, el doctor Loaiza pasó asombrosamente por alto un hecho irrefutable: la recomendación de Engels fue aplicada. Desde 1917 hasta hoy el comunismo no es una teoría sino una realidad. Y los capitalistas y su detestable filantropía fueron felizmente suprimidos. Tras su eliminación, los comunistas asesinaron a cien millones de trabajadores, y en un amplio porcentaje los mataron de hambre aplicando el socialismo.
En fin, siempre nos queda el consuelo de que los políticos ultras y los doctores pueden odiar a los empresarios, pero nunca lo hace, en cambio, el pueblo al que dicen representar y defender.
Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 16 de febrero de 2025.