Washington y la transición cubana
Por Ian Vásquez
Ante la posibilidad que Fidel Castro esté muriendo, Estados Unidos ha reiterado su apoyo a una transición democrática. La entrega de poder de Fidel Castro a su hermano, Raúl, no garantiza el fin de la dictadura en Cuba, pero si puede ser el principio del fin, y asegura la incertidumbre política. Nadie sabe, inclusive dentro de Cuba, si una transición en la isla signifique solo una transición a un nuevo liderazgo o más bien una transición, aunque sea desigual, a otro tipo de régimen.
Si Castro no sobrevive o se encuentra demasiado incapacitado para gobernar, tal vez el escenario más probable bajo Raúl Castro es un régimen dispuesto a ceder en cuanto a algunos principios socialistas para aplacar distintos sectores de la sociedad cubana. Como pude comprobar durante un viaje a La Habana hace cuatro años, esos sectores incluyen a los militares, los cuales tienen amplios intereses en el mundo de los negocios, y a la población en general, donde hay un descontento extenso con el status quo.
De hecho, individuos de alta confianza, como por ejemplo ex-oficiales del ejército cubano, están encargados de las empresas públicas más importantes del país. Rinden cierto nivel de ingreso para el estado, por encima del cual mantienen actividades económicas quasi privadas en lo que viene a ser una mezcla rara de estatismo socialista y actividad empresarial. Esto ha ayudado a crear una economía informal enorme en el que buena parte de la población se ha “escapado” de la planificación central.
Si Raúl Castro agranda tales fallas en el sistema, será difícil mantener al socialismo cubano unido. Pero podemos estar seguros que las personas en los cargos más altos del régimen han estudiado en mucho detalle las experiencias de transición desde la caída del Muro de Berlín y harán todo lo que puedan para evitar perder el poder o ponerse a sí mismos en peligro.
El régimen cubano puede depender de un factor del cual los países de Europa oriental y central no podían depender en 1989: Cuba tiene un benefactor financiero interesado en mantener el socialismo—Venezuela. Washington reconoce que el papel de Venezuela podría ser clave en una Cuba post-Fidel. Sin nombrar a Venezuela, por ejemplo, ayer en el Cato Institute el Secretario de Comercio estadounidense, Carlos Gutiérrez declaró que “nos comprometemos desalentar a terceros de obstruir la voluntad del pueblo cubano”.
Gutiérrez es co-autor de un informe oficial reciente en el que se enfatiza la línea dura frente al régimen cubano y se aboga por un papel activista en la transición democrática. Pero Washington debería evitar una reacción exagerada y permitir que los sucesos políticos se desarrollen por su propia cuenta, incluyendo las tensiones que podrían desarrollarse entre Caracas y una Habana que desde hace mucho se ha enorgullecido—aunque sea de manera imprecisa—de su independencia feroz.
Así como debía haber sido bajo el régimen de Fidel, la política estadounidense de hoy debe basarse sobre los principios tradicionales americanos. Es decir, Washington debe permitir a sus ciudadanos la libertad de visitar y comerciar con Cuba. Estados Unidos nunca ha sido bueno en la exportación del capitalismo democrático que es el polo opuesto de la barbarie que existe en Cuba. A Estados Unidos le corresponde servir de buen ejemplo.
Publicado el 2 de agosto de 2006 en La Tercera (Chile).