Venezuela: La constitución con demasiada autoridad

por Ian Vásquez

Ian Vásquez es el director del Proyecto sobre Libertad Económica Global del Cato Institute.<

Por Ian Vásquez

Caracas, Venezuela. Los latinoamericanos están hartos de los gobiernos democráticos corruptos y la retórica sobre el mercado que estos adoptan. Esos sentimientos se aprecian claramente en Venezuela, donde el presidente Hugo Chávez logró la primera magistratura por vía electoral, luego de haber liderado un fallido golpe de estado en 1992. Chávez, un hombre que trata en términos amistosos con Fidel Castro y condena al "neo liberalismo" como el "camino al infierno", está hoy haciendo campaña para lograr que sea aprobada una nueva Constitución Política, a la que denomina la "Carta Magna".

Los venezolanos se están poniendo cada vez más inquietos frente a tales dichos, pero resulta fácil comprender por qué Chávez logra un apoyo tan amplio, especialmente por sus iniciativas anti corrupción. Venezuela, después de todo, está permanentemente encabezando las listas de los países más corruptos del mundo que publica Transparency International.

Según un estudio del Fraser Institute y el Cato Institute, Venezuela está también entre los países con menor libertad económica del planeta. En las últimas dos décadas, ha sido el país que ha experimentado la mayor disminución de su libertad económica. Si Venezuela está tan lejos del laissez faire, ¿por qué los venezolanos estarían dispuestos a respaldar los ataques de Chávez al libre mercado?

Desde los últimos años de la década de los ochenta, las elites gobernantes han hecho todo lo posible para evitar reformas mayores al sistema. Tal como en la Rusia post-soviética, los cambios resultantes de políticas débiles han significado índices de crecimiento negativo. Hoy, dos tercios de los venezolanos son considerados pobres, en comparación con un 33% a inicios de los noventa y no ha servido de mucho que el Fondo Monetario Internacional estuviera pregonando permanentemente sobre las bondades del libre mercado mientras financia gobiernos reticentes a las reformas liberales. Si lo años noventa son vistos como la década en que se dependió del libre mercado, como se les ha hecho creer equivocadamente a los venezolanos, no es extraño que estos rechacen ese orden.

La relación entre corrupción y la falta de libertad económica en Venezuela no es accidental. La investigación de Alejandro Chafuen y Eugenio Guzmán del Centro de Estudios Públicos (CEP) de Chile, muestra una fuerte conexión entre ambos factores. Los países más corruptos del mundo tienden a ser también los de menor grado de libertad económica. Las regulaciones gubernamentales y los controles sobre la economía, se ha comprobado, proveen de una gran oportunidad para que las autoridades aprovechen sus investiduras para el beneficio propio.

Resulta irónico entones que Chávez hiciera de la nueva Constitución el corazón de su esfuerzo para eliminar la corrupción y rejuvenecer la economía venezolana. La Constitución de Chávez, con sus 350 artículos, aumenta el rol del estado en practicamente todos los ámbitos del quehacer de la sociedad. Es una receta para el subdesarrollo y la corrupción. Unos pocos ejemplos bastan para demostrar este último punto:

· Los artículos 12, 300 y 301 endiosan el concepto de propiedad pública y la administración de las denominadas industrias "estratégicas". Numerosos estudios han encontrado que aquellos países en los que un importante contingente de los recursos naturales son administrados por el estado tienden a tener un desempeño económico pobre si se los compara con países que no tienen tales recursos. Comparemos, por ejemplo, Nigeria con Corea del Sur. La situación extrema de la economía venezolana se puede atribuir en gran medida al control estatal de la monopólica industria petrolera, que la Constitución que se votará el 15 de diciembre rigidiza aún más, haciendo practicamente imposible que se privatice. Incluso existe un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional, que encontró una relación positiva entre tenencia de recursos naturales y corrupción en los países en desarrollo.

· La "Carta Magna" crea un poder legislativo unicameral y centraliza el poder en manos del Presidente. El Parlamento ya no sólo pierde toda voz en lo referido a nombramientos militares, sino que el Presidente puede disolver la cámara completa cuando lo estime conveniente.

· El Banco Central pierde mucha autonomía: debe "coordinar" su política monetaria con el ejecutivo y responder también ante otros poderes políticos. Este orden de cosas ha llevado casi siempre a presiones inflacionarias e inestabilidad monetaria donde quiera que se ha aplicado.

·(Arts. 82-86) El estado garantiza "una vivienda adecuada", cuidados de salud y pensiones de jubilación a todos los venezolanos. La Constitución no menciona cómo una nación en bancarrota va a pagar esos servicios.

· El estado garantiza un trabajo a todo venezolano en edad de trabajar y "dispondrá lo conducente para limitar toda forma de despido no justificado". El ámbito de acción y la vaguedad de esos artículos virtualmente garantizan un aumento del desempleo oficial, hoy de un 20%, y un aumento de la economía informal.

· El artículo 58 garantiza que: "Toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e imparcial." Esto invita a suponer que las opiniones contrarias al gobierno serán consideradas parciales.

Chávez se ha referido a los críticos de su "Carta Magna" como "irresponsables" y ha sugerido que podría haber "caos" y hasta una "guerra civil" si no se aprueba este documento. No obstante, el Presidente bien podría estar haciendo un favor a los venezolanos mientras estos se preparan para votar el próximo 15 de diciembre, ya que los ciudadanos están encontrando cada vez más ciertas las palabras del escritor Mario Vargas Llosa, quien en una reciente visita al país les advirtió que no se debe "dejar que la lucha contra la corrupción se convierta en una lucha contra la libertad". Si los venezolanos rechazan la Constitución, su veto democrático puede ayudar a tener en el futuro un debate más acucioso y sensible a los verdaderos males que aquejan al país.

Artículo adaptado al castellano por Fernando Alessandri.