Una cumbre mal concebida
Por Ronald Bailey
Johannesburgo, Sudáfrica - Pese a que el objetivo de La Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (CMDS) en Johannesburgo, Sudáfrica, es el de erradicar la pobreza mundial, muchas de las medidas apoyadas por los negociadores y activistas allí reunidos incrementarían claramente la pobreza, lejos de aliviarla.
Los problemas analizados son graves: alrededor de 1100 millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua potable, otros 2200 millones de personas carecen de condiciones adecuadas de higiene, cerca de 2500 millones de personas no tienen acceso a formas modernas de energía, unos 11 millones de niños menores de cinco años fallecen cada año en países en desarrollo a causa de enfermedades que podrían ser prevenidas, y pese a la abundancia de comida en el mundo, aproximadamente 800 millones de personas permanecen desnutridas. La erradicación de la pobreza es entonces un objetivo fundamental para prevenir la degradación del ambiente. Pocas cosas son más destructivas para los recursos naturales que un ser humano hambriento.
El problema radica en que muchos de estos debates concluirán en un plan de implementación que contribuirá poco en aliviar la pobreza. Por ejemplo, el grupo alemán de activistas ambientales de la Heinrich Boell Foundation, un prominente grupo de la "sociedad civil" que participa en la CMDS, se opone al libre comercio de productos agrícolas y a la privatización del suministro de agua. La fundación sostiene que "a los países pobres debemos aconsejarlos para que preserven la soberanía sobre sus alimentos". Pero en la práctica, estas medidas impedirán a los ciudadanos de dichos países acceder a comida de bajo precio en los mercados mundiales. La referida autarquía de los alimentos también implicaría que los productores agrícolas de países pobres se verían forzados a sembrar mayores superficies de tierra hasta el momento no explotada para procurarse alimentos, medida cuyas consecuencias no parecen ser en absoluto compatibles con el objetivo de preservar el ambiente. Tampoco debemos olvidar que una de las áreas en las que los países en desarrollo podrían superar a los países ricos es en la producción agrícola. La historia ha demostrado que aumentar la productividad agrícola de un país es el primer paso hacia el desarrollo económico. Sin embargo, los absurdos subsidios recibidos por los agricultores en los países desarrollados, que totalizan unos 300 mil millones de dólares anuales, mantienen a los países en vías de desarrollo lejos de ese primer paso.
Un eslogan que se escucha frecuentemente es: "El agua es un derecho humano" y muchos reclaman que "el agua es demasiado importante para dejarla en manos de companías privadas". Comentarios como estos carecen de racionalidad. Richard Tren, analista de la Free Market Foundation de Sudáfrica dijo al respecto: "Tenemos una gran cantidad de agua, el problema es que estamos utilizándola estúpidamente". La escasez de agua es muchas veces el resultado de la mala asignación de la misma que con fines políticos hacen algunas burocracias gubernamentales. Dejando el precio del agua al mercado, la gente tendría un fuerte incentivo para utilizarla con mayor racionalidad. Es un hecho que muchos lugares del mundo tendrían un abundante suministro de agua potable para sus hogares y el sector industrial si el agua disponible se sacara de la esfera de los ineficientes programas gubernamentales de riego de cultivos subsidiados.
Otro reclamo muy escuchado es que aquellos 2500 millones de personas
sin acceso a formas modernas de energía, tales como energía eléctrica
y combustible para medios de transporte, deberían ser provistos con
"fuentes energéticas no contaminantes", como por ejemplo generadores
de electricidad que aprovechan la energía eólica o solar. Como era de
suponer, esos 2500 millones de personas ya están usando elementos "no
agotables" tales como la madera y el excremento animal. En suma, esta
quijotesca propuesta consiste en proveer a la gente más pobre del mundo
de las fuentes de energía más caras y complejas-
Es tiempo de preguntarnos cuáles son las causas de la pobreza global. Recuerdo que un economista argentino me dijo alguna vez, "Todos los que habitan al sur del Río Grande consideran que son pobres porque Estados Unidos es rico". Esta persona proclamaba entonces que los latinoamericanos están convencidos que Estados Unidos es un país rico porque ha saqueado los recursos de Latinoamérica. Muchos activistas y negociadores que participan de la CMDS en Johannesburgo parecen compartir esa opinión. El presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, en su discurso de apertura a los delegados de la CMDS hizo hincapié en la enorme brecha que existe entre países ricos y países pobres, describiendo al fenómeno como un "sistema de apartheid global". Antón Boonzaier, un ambientalista sudafricano, explicó en una entrevista televisiva, "Hace cientos de años que el comercio esta beneficiando al mundo desarrollado a expensas del mundo en desarrollo".
Sin embargo, los datos recolectados por las Naciones Unidas contradicen todas esas afirmaciones. En una publicación que las Naciones Unidas publicó con motivo de la CMDS se afirma claramente: "Durante la década de los noventa, las economías de los países en desarrollo que se abrieron al comercio mundial crecieron al doble de la velocidad que las economías de los países ricos. Los países que no apoyaron la globalización de sus economías crecieron a la mitad de la velocidad, y continúan hoy en día frenando su crecimiento".
Pese a todo, una robusta banda de activistas anti-globalización denunció que la CMDS es parte de la "agenda corporativa global". El sábado, las fuerzas policiales sudafricanas, usando gas lacrimógeno y granadas de aturdimiento, lograron disipar una marcha de protesta ilegal a cargo de varios grupos de extremistas. La ministra de asuntos exteriores de Sudáfrica, Nkosazana Diamini-Zuma aclaró en una conferencia de prensa que no se tolerarán protestas que violenten la ley y afirmó, "En Sudáfrica no hay anarquía, aquí existe la ley". Y en esta frase se evidencia lo patético y quizás risible de la situación: un puñado de anarquistas pidiendo un gobierno global más fuerte, centralizado e intervensionista. Si Kropotkin hubiese escuchado esta afirmación estaría sin dudas revolcándose en su tumba.
Nitin Desai dijo: "Esta es una cumbre de implementación". El borrador del plan de implementación de la CMDS parece no brindar soluciones a la mitad de la gente sin acceso a agua potable, no propone nada para aquellos que no viven en condiciones adecuadas de higiene, no soluciona el problema de aquellos que no tienen acceso a formas modernas de energía y olvida dar respuestas para la mitad de las personas del mundo que viven con menos de un dólar por día; todo esto antes del año 2015. Lamentablemente, muchas de las propuestas de este borrador lograrán resultados opuestos a los buscados.
Traducido por Eneas Biglione para Cato Institute.