¿Será México la próxima Colombia?
por Ted Galen Carpenter
Ted Galen Carpenter es vicepresidente de Estudios de Defensa y Política Exterior del Cato Institute y autor o editor de varios libros sobre asuntos internacionales, incluyendo Bad Neighbor Policy: Washington's Futile War on Drugs in Latin America (Cato Institute, 2002).
Uno de los principales temas de discusión a tratar en el viaje de el presidente Bush a América Latina será la guerra contra las drogas. A la administración de Bush le preocupa especialmente la situación en Colombia, pues se teme que el sistema democrático colapse bajo un asalto de la insurgencia izquierdista aliada con narcotraficantes poderosos. El escenario fatal para Washington es que emerja un estado narcomarxista. Los líderes estadounidenses están tan preocupados que están listos para expandir la ayuda militar a Bogotá y eliminar la restricción para que esa ayuda se use sólo para operaciones antinarcóticos y no para combatir a las guerrillas.
Uno de los principales temas de discusión a tratar en el viaje de el presidente Bush a América Latina será la guerra contra las drogas. A la administración de Bush le preocupa especialmente la situación en Colombia, pues se teme que el sistema democrático colapse bajo un asalto de la insurgencia izquierdista aliada con narcotraficantes poderosos. El escenario fatal para Washington es que emerja un estado narcomarxista. Los líderes estadounidenses están tan preocupados que están listos para expandir la ayuda militar a Bogotá y eliminar la restricción para que esa ayuda se use sólo para operaciones antinarcóticos y no para combatir a las guerrillas.
Los temores sobre Colombia no son infundados, pero los políticos de Estados Unidos tienen un serio problema cocinándose mucho más cerca de su casa, pues la prominencia del tráfico de drogas en México se ha estado multiplicando en los últimos años. Hace a penas dos años, Thomas Constantine, director de la DEA, le dijo al congreso que el poder de los traficantes mexicanos había crecido "virtualmente en forma geométrica" en los últimos cinco años y que la corrupción "no tenía paralelo". Las cosas se han empeorado aún más en los últimos dos años.
Como suele pasar con los lucrativos mercados negros, el comercio ilícito de drogas en México ha sido acompañado por corrupción y violencia crecientes. En muchos aspectos preocupantes, México ha empezado a parecerse a la Colombia de hace una década, tanto que los propios mexicanos han empezado a referirse a esta tendencia como la "Colombianización" de su país. Claro, es cierto que México no se enfrenta a una insurgencia de gran escala como la que aflige a Colombia, pero las similitudes entre los dos países son mayores que las diferencias.
La política norteamericana parece asumir que si el gobierno mexicano logra eliminar a los grandes capos de la droga, sus organizaciones se desintegrarán y así se reducirá el flujo de substancias ilegales a EE.UU. Por lo tanto, los oficiales estadounidenses se regocijaron ante la reciente captura de Benjamín Arellano Félix, líder de una de las principales y más violentas bandas de narcotraficantes de México, y con la muerte de su hermano, Ramón.
Pero eso fue lo mismo que pensaron los oficiales norteamericanos cuando en la década de 1990 se desmantelaron los carteles de Medellín y Cali, presunción que se probó errónea por el desarrollo subsiguiente. La eliminación de estos carteles sólo logró descentralizar el narcotráfico colombiano; de manera que hoy, en lugar de dos organizaciones grandes controlando el comercio, hay unos 300 grupos mucho más pequeños y menos organizados que lo hacen.
Con los arrestos y las muertes de muchos capos a lo largo de los años, tanto en Colombia como en México, no se ha logrado un impacto significante en la cantidad de drogas que entran a los Estados Unidos. Cortarle una cabeza a la Hidra narcotraficante sólo logra que salgan más en su lugar.
De todas las similitudes entre Colombia y México, la más preocupante puede ser la violencia que es cada vez más penetrante. Ya no sólo el comercio de cocaína y de heroína se caracteriza por el derramamiento de sangre, e incluso el de marihuana, que tradicionalmente ha generado poca violencia, está ahora acompañado de asesinatos horrendos; de hecho, las peores y más sangrientas masacres de los últimos años en México han involucrado el tráfico de marihuana, no de drogas más duras.
México todavía puede evitar el trágico camino que siguió Colombia, pero el tiempo se acaba. Si Washington continúa con la estrategia prohibicionista, la violencia y la corrupción que han convulsionado a Colombia van a convertirse gradualmente en el pan diario de los mexicanos. La realidad brutal es que el prohibicionismo sólo conduce hacia la clandestinidad, generando un gran potencial de ganancia en el mercado negro, lo cual atrae a terroristas y a otros elementos propensos a la violencia.
Los oficiales estadounidenses tienen que decidir si desean arriesgarse a tener "otra Colombia"-sólo que ahora directamente en la frontera sur del país; si no quiere lidiar con los problemas que traería un desenlace de este tipo, la administración Bush tiene que cambiar su política sobre el tema de las drogas y lo tiene que hacer pronto.
Traducido por Constantino Díaz-Durán para Cato Institute.