President George W. Bush

por José Piñera

José Piñera es ex ministro del trabajo y previsión social en Chile y

Por José Piñera

Contento, muy contento, con el resultado final de la elección norteamericana. Por primera vez en 50 años, la presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes de ese gran país estará en manos de una corriente política que busca reducir el tamaño del Estado y ampliar los espacios de la libertad individual.

El estrechísimo resultado de Florida demuestra que, a diferencia de lo que sostuvo Einstein, a veces Dios sí juega a los dados con el Universo. Lo extraordinario en estas circunstancias no es que el resultado definitivo se haya demorado cinco semanas, sino que el proceso haya concluido dentro de la Constitución y la ley, sin un impacto negativo en la economía, sin un muerto o herido, sin una bomba molotov  y con un contundente llamado final del candidato perdedor a respetar el imperio del derecho. Por cierto, hubo increíbles fallas técnicas (¿otra ineficiencia del Estado operador?) y Florida tendrá que mejorar (¿subcontratar?) su sistema de  votación. Pero estas fallas son insignificantes al lado del maravilloso logro, pese al virtual empate, de haber elegido en forma absolutamente pacífica y legal al político más poderoso del planeta.

El presidente Bush tiene ahora la oportunidad de derrumbar el Muro de Berlín doméstico que separa al 40% de norteamericanos que pueden invertir sus ahorros en los fructíferos mercados de capitales, y aquel 60%, incluidos los pobres y las minorías, cuya capacidad de ahorro es expropiada por el Estado al obligarlos a colocar sus contribuciones para la vejez (Social Security) en un sistema público de pensiones que les da una tasa de rentabilidad de 1% al año. Con el Instituto Cato hemos desarrollado en los últimos cinco años una propuesta concreta para privatizar el sistema del Social Security inspirada en el modelo chileno de cuentas de capitalización individuales (ver: www.socialsecurity.org) y el candidato Bush prometió en su campaña  avanzar en esa dirección. No será fácil, pero nunca ha sido más posible que ahora.

El triunfo de Bush favorece la correcta decisión del gobierno chileno de intentar concluir un tratado de libre comercio con Estados Unidos.  Bush no sólo aprecia las reformas de libre mercado chilenas sino que cree firmemente en ellas, y el nuevo gobierno norteamericano puede ser un interlocutor muy comprensivo si tiene al frente a negociadores que comparten la misma convicción y hablan el mismo lenguaje.

Chile al NAFTA (o algo parecido) y Estados Unidos al modelo chileno de pensiones. Un doble triunfo, para ambos países. Y una señal poderosísima para el resto de América Latina.