Perú: El marxista
Alfredo Bullard dice que el líder del Movimiento Tierra y Libertad, Marco Arana, sería marxista en la acepción de Groucho Marx quien decía que "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados".
Por Alfredo Bullard
¿Usted diría que Marco Arana es un marxista? Pues depende. Si usted entiende por marxista a un seguidor de Karl Marx, lo dudo. Ese Marx al menos tenía ideas. Equivocadas, dañinas, pero ideas al fin. Decir que Arana es un marxista es en ese sentido concederle demasiado.
Pero hay otra acepción de marxista: seguidor de Julius Henry Marx.
Julius Henry Marx fue más conocido como Groucho Marx. Groucho era uno de los integrantes de los célebres Hermanos Marx (Chico, Harpo, Groucho, Gummo y Zeppo), un grupo de cómicos norteamericanos que ganaron una inusual fama en el vodevil, y luego se consagraron en el cine. Groucho es el más recordado y exitoso de todos. Algunos encuentran en los Marx la inspiración de los Tres Chiflados. Otros el origen de la ironía de Monthy Python o del mismísimo Woody Allen.
El humor de los Marx se basó siempre en lo absurdo, en lo que no tiene lógica. Usaron un humor duro y extraño, irónico y surrealista, incongruente, desquiciado e improvisado. Con esa lógica, Arana es un marxista.
Hace unos días leí una entrevista de Arana en este mismo diario. Me llamó la atención que, a pesar de su extensión, cuando terminé de leerla no hubiese entendido nada. No sé cuál fue su planteamiento. No sé qué piensa hacer si llega al gobierno. Ni siquiera dijo frases hechas. Diría más bien que dijo frases deshechas.
Por ejemplo, no se puede saber si dijo que estaba o no a favor de la minería. No se puede saber si está a favor de la inversión, ni de la estabilidad macroeconómica, ni de la propiedad. No se sabe si cree en las libertades o las condena. A cada afirmación le sigue una evasiva. Afirma para negar y niega para afirmar.
Entonces decidí buscar otras entrevistas en Internet. Todas, sin excepción, me causaron la misma impresión. Frases incoherentes, sin marco y sin ideas. Una sinfonía de incoherencias. Siempre intentando no parecer radical, pero como no puede con su genio, se le sale de pronto una radicalada. Buen libreto para una película de los Marx.
Le preguntaron si estaba en contra de la minería. Su respuesta fue que no estaba en contra de toda ella. “¿Puede mencionarme entonces una empresa minera buena?”. “No, no conozco ninguna”.
Califica a Yanacocha de “anticristo”. Luego niega que lo haya dicho. Y termina sosteniendo que “Yanacocha está en contra de la voluntad divina”. ¿Acaso lo antiminero se deduce de los evangelios?
¿Y qué piensa del gobierno de Chávez en Venezuela? “Allí hay una restricción de las libertades civiles y democráticas que sin embargo responden a las necesidades de una inmensa necesidad de la población”. Cuando el entrevistador le hace notar que esas libertades no pueden estar restringidas, se limita a decir: “Eso lo han decidido los venezolanos”. Entonces, si elegimos al señor Arana, ¿Restringirá esas mismas libertades?
¿Cuál es su ideología? La llama “recuperación del socialismo”. Algo así como “socialismo resucitado”. ¿En qué consiste? “Una economía solidaria, justa y ecológica”. O sea, imposible saberlo.
Frente a la pregunta sobre si su propuesta perjudicaría la macroeconomía, el señor Arana respondió: “Lo tenemos claro como lineamiento político. Estamos haciendo las corridas” (¿?).
Groucho Marx decía: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. En ese sentido, Marco Arana es marxista.
Lo cierto es que el ex cura nos llevaría al desastre. “Yo me he esforzado para llegar de la nada a la pobreza extrema”, dijo Groucho. Arana dirá lo mismo si algún día llega al poder. Para él el crecimiento es un mal que hay que impedir.
Nuestro personaje es ambiguo, indefinido. Como diría Groucho: “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”. La diferencia es que los hermanos Marx hacen reír. Arana no.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 6 de julio de 2013.