Paraguay: Hacia una educación de la libertad

Víctor Pavón afirma que "El maestro que requerimos es aquel que sabe que su discípulo puede ser más que él. Reconoce sus limitaciones pero también sabe que el conocimiento se logra en la permanente capacitación intelectual de toda una vida. La calidad del maestro tiene un impacto más fuerte que el tamaño y las comodidades del aula".

Por Víctor Pavón

La tragedia de la educación en mi país no es diferente a la de otros países del Tercer Mundo. Falta lo más básico: escuelas, pizarrones, bibliotecas, laboratorios etc. Todavía más, se adolece de lo sustancial: la valoración pedagógica de los principios de la libertad y la propiedad.

Una manera de promover los valores de la sociedad libre consiste en formar líderes educativos. Además de la formación docente que involucra, entre otras ciencias, a la pedagogía, la didáctica y, por supuesto, el conocimiento de la cátedra en la que se ejerce la enseñanza, se requiere de maestros que utilicen la persuasión antes que la imposición.

Necesitamos de maestros que abracen la enseñanza como vocación. Que dejen como legado la impronta de su personalidad y conocimiento en la mente y espíritu de sus discípulos, inculquen con el ejemplo el buen trato e incentiven la curiosidad por el conocimiento en un ambiente de tolerancia y respeto mutuo.

El maestro que requerimos es aquel que sabe que su discípulo puede ser más que él. Reconoce sus limitaciones pero también sabe que el conocimiento se logra en la permanente capacitación intelectual de toda una vida. La calidad del maestro tiene un impacto más fuerte que el tamaño y las comodidades del aula.

Parece ser que los maestros, en el sentido señalado, ya casi no existen. La razón no parece complicada. Ocurre que los mismos no surgen en tubos de ensayo, mediante la mezcla de ingredientes físico químicos. Para ello se requiere de la Academia , la institución cultural de promoción del conocimiento y formación del carácter.

De esta manera, los futuros maestros van emergiendo por emulación, en un proceso de reflexión y crítica continua, en el que los discípulos aprenden de aquellos que más saben y mejor comunican. Esta Academia, a su vez, debe encontrarse desligada de la influencia estatal. La educación desde el Estado solo busca la homogenización igualitaria.

Si no se cuenta con aquella Academia basada en los sencillos postulados de la libertad, será difícil ver surgir a nuevos maestros. Además, una mejor educación sinónimo de libertad, requiere necesariamente de la multidisciplinariedad, de la conjunción de varias ramas del saber en la enseñanza del educando. Así, por ejemplo, la ley no puede ser vista solo como aquella norma jurídica emanada de la autoridad —tal como se enseña en nuestras escuelas y universidades— si no como el resultado de un proceso de tradición, costumbre, de justicia antes que coerción y de garantía a los derechos individuales.

Para comprender la multidisciplinariedad debemos partir del conocimiento, el cual es disperso por definición como acertadamente sostuvo la Escuela Escocesa del siglo XVIII, descartando el monismo gnoseológico sobre el cual descansa la idea colectivista del socialismo.

El motivo por el cual se explica que cada vez más gente en los últimos años nuevamente desee saber acerca de ciertos pensadores de la talla de Hume, Menger, Mises, Hayek y otros, se debe a que el proceso social requiere para su análisis de la multidisciplinariedad y la suficiente sabiduría y humildad intelectual para decir con Adam Ferguson en su memorable Ensayo sobre la historia de la sociedad civil (1767): "Las naciones disponen de instituciones que son sin duda resultado de la acción humana, aunque no del designio humano".

A la multidisciplinariedad, en consecuencia, necesitamos incorporarla en el proceso enseñanza aprendizaje. Los programas de estudios deberían contener esta variada visión de las ciencias en una misma carrera. Resulta insuficiente para el logro de una mejor educación, conocer solamente los contenidos de un área de conocimiento para obtener un título.

Gran parte de los conflictos acaecidos en la sociedad, como los que a diario ocurren en el ámbito empresarial y político, bien podrían evitarse o ser resueltos mejor si la futura generación de jóvenes son preparados en la multidisciplinariedad del conocimiento mediante los valores de la libertad y la propiedad. Simultáneamente la educación de la libertad se constituirá en una buena escuela de formación para los futuros gobernantes en nuestros países.