Orlando: El Gran Hermano reemplaza a Mickey Mouse

por Carlos Ball

Carlos Ball es Periodista venezolano, director de la agencia de prensa AIPE (www.aipenet.com) y académico asociado del Cato Institute.

El aeropuerto de Orlando ha sido seleccionado para probar seis prototipos de avanzados sistemas de seguridad.

Por Carlos A. Ball

El aeropuerto de Orlando ha sido seleccionado para probar seis prototipos de avanzados sistemas de seguridad.

El 14 de marzo, con el beneplácito de funcionarios del gobierno, la empresa Advanced Technology Checkpoint Project demostró cómo se puede desnudar electrónicamente, de pies a cabeza, a cualquier persona que pase por los puestos de control.

La alcaldesa de Orlando, Glenda Hood, quien  preside el Panel de Asesores de Seguridad Interna de la Florida, dijo: "Tenemos que asegurarnos que la gente se sienta segura en nuestros aeropuertos. Nuestro comercio depende de ello".

El aeropuerto de Orlando contará con seis de esos nuevos sistemas de seguridad: tres para cachear a los pasajeros y tres para registrar el equipaje de mano. El aparato de la empresa Rapiscan permite ver debajo de la ropa no sólo un cuchillo de plástico escondido, sino cada detalle del cuerpo y el representante del fabricante asegura que "todos tienen que entender que el mundo ha cambiado desde el 11 de septiembre y el mundo requiere máquinas de revisión mucho más efectivas".

Otro de los sistemas, del tamaño de una amplia caseta telefónica, dispara fuertes ráfagas de viento que luego de pasar a través de la ropa del viajero es "olido" por un detector que descubre sustancias utilizadas en 40 tipos diferentes de explosivos.

Indudablemente que dentro de muy poco a algún ambicioso burócrata se le ocurrirá que para hacer un uso más eficiente de tales máquinas deberán también detectar el uso de drogas. Si alguien se fumó un cigarrillo de marihuana la noche anterior a su viaje podría ser detectado y detenido. Y, entonces, ¿por qué no evitar también que se monte en el avión el viajero miedoso que se tomó tres martinis en el bar del aeropuerto? El Gran Hermano de Orwell jamás se imaginó el alcance del espionaje "científico" que lograrían sus sucesores, apenas 18 años después de 1984.

Es evidente que las miles de personas inocentes asesinadas por terroristas hace seis meses fue sólo la primera parte de una espantosa tragedia mundial. Ahora comenzamos todos a sufrir de la progresiva intromisión de los gobiernos en nuestras vidas, bajo la intachable excusa de querer protegernos de los terroristas.

Ya las autoridades nos aseguran que sólo funcionarios masculinos operarán las máquinas en los aeropuertos por las que tendrán que pasar los hombres, mientras mujeres estarán a cargo de la revisión de las pasajeras. Pero ¿quién confía en la burocracia gubernamental? En estos días se supo que el Servicio de Inmigración de Estados Unidos les envió recientemente por correo, a la escuela de aviación, las visas de estudiante que habían solicitado los terroristas suicidas del 11 de septiembre. El problema es que los cargos burocráticos no dependen de la calidad del servicio prestado sino enteramente de decisiones y conveniencias políticas. En el caso de los aeropuertos, como éstos en Estados Unidos siguen siendo-con sólo una excepción-monopolios estatales, no existe la competencia, por lo que se han convertido en sitios crecientemente incómodos y desagradables. Tanto así que el gobierno federal ahora se ve obligado a subsidiar a las líneas aéreas. Claro, cuando el mercado deja de funcionar es porque el gobierno metió la mano.

Me parece que darle una fotografía de nuestras esposas e hijas desnudas a los funcionarios del aeropuerto de Orlando es un precio demasiado alto para ir a visitar al ratón  Mickey  y al pato Donald.