Occidente traiciona a los países en desarrollo en materia comercial
Por Johan Norberg
La buena noticia es que Estados Unidos y la Unión Europea alcanzaron recientemente un acuerdo sobre el comercio agrícola como avance de la reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio a celebrarse entre el 10 y el 14 de septiembre en México. La mala noticia es que el acuerdo es más de lo mismo. Y, como resultado, es visto por los países en desarrollo como una traición y quizás como una razón para renunciar a la globalización y a las promesas de Occidente sobre el libre comercio y la prosperidad.
Los países Occidentales dicen que han alcanzado un acuerdo para reducir los aranceles contra los agricultores extranjeros y reducir los subsidios que favorecen a los propios. Pero no dicen por cuánto, sobre cuáles bienes, o cuándo. Y el acuerdo contiene esta frase conveniente: "Sin prejuzgar el resultado de las negociaciones". En otras palabras, todo se vale.
Ese es un enfoque que puede condenar a la globalización, la cual ha traído una mejor vida a la mayor parte del planeta. En las últimas dos décadas, más de 200 millones de personas han sido sacadas de la pobreza gracias a las reformas liberales y a un incremento en el comercio libre de restricciones. Un estudio reciente del Banco Mundial concluyó que 24 países con una población total de 3.000 millones de personas se están integrando en la economía global como nunca antes. Su crecimiento per cápita ha aumentado de un 1% en los sesenta a un 5% en los noventa. Al ritmo actual, el ciudadano promedio en estos países en desarrollo verá duplicarse su ingreso en aproximadamente 15 años. Imaginémonos cómo fortalecerá eso la demanda de las exportaciones de Occidente.
Pero muchos países han quedado rezagados debido a que la liberalización en el comercio durante los últimos 50 años no ha incluido dos sectores: textiles/prendas y agricultura. Estos son bienes de mano de obra intensiva que los países más pobres pueden producir y vender a precios competitivos. En manufactura, el volumen del comercio ha aumentado 45 veces desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero en la agricultura ha aumentado tan solo 6 veces.
En 1995 la Unión Europea y Estados Unidos prometieron abolir todas las cuotas que restringían las exportaciones de textiles y ropa que los países pobres podían vender. A la fecha, los europeos y estadounidenses han eliminado todas las cuotas únicamente en los bienes que los países pobres no exportan, tales como los paracaídassí, paracaídas. Muchos dudan que los países ricos, luego de 10 años de maniobras dilatorias, vayan a tener el valor de abolir estas cuotas en enero del 2005. Cuando los países en desarrollo hablan acerca de la necesidad de discutir "asuntos de implementación" en las negociaciones de la OMC, es una manera cortés de decir: "¿Van ustedes a cumplir sus promesas?"
Contraria a la percepción popular, la reunión comercial de 1999 en Seattle no fracasó debido a las protestas. En cambio, colapsó debido a que los países en desarrollo enfrentaron demandas de estándares laborales y ambientales sin obtener a cambio un aumento en el acceso a los mercados. Si eso sucede en Cancún, los países en desarrollo podrían retirarse de las negociaciones. Eso sería un fuerte golpe al sistema comercial multilateral, y podría acabar con la ola de liberalización económica y política que ha mejorado la vida en muchas partes del globo.
Durante el siglo pasado, muchos países en desarrollo siguieron políticas aislacionistas y antiliberales debido a que no podían entrar en el mercado global. A inicios del siglo XX, países latinoamericanos como Argentina y Uruguay se encontraban entre los más ricos del mundo gracias a sus exportaciones agrícolas. Pero en los años treinta, Estados Unidos y Europa reintrodujeron el proteccionismo. A cambio, América Latina adoptó la substitución de importaciones y la industrialización estatizada, y una consecuencia de éstas fueron las dictaduras militares. Tales políticas le dieron a América Latina un empujón económico temporal después de la Segunda Guerra Mundialpero la región operaba sobre la base de tecnología anticuada y accesos limitados al mercado. Al final, estos países terminaron más pobres. Acumularon deudas gigantescas que todavía afectan a la economía mundial. Y, en África y Asia, muchos estados que no fueron recibidos en los mercados Occidentales terminaron en el comunismo y todos sus errores.
Algo similar está sucediendo hoy en día y muchos países pobres se sienten traicionados. Se les prometió progreso si liberalizaban, pero cuando lo hicieron no se les permitió el acceso a la economía global. Los países ricos vierten sus productos subsidiados en estas naciones, pero no se les permite exportar sus bienes a Occidente. El presidente brasileño, Lula da Silva, ha dicho que todos los esfuerzos y exportaciones de su país no sirven de nada "si los países ricos continúan predicando el libre comercio por un lado y practicando el proteccionismo por el otro". El presidente sudafricano, Thabo Mbeki, ha manifestado que existe una amenaza real de hambruna en África debido al proteccionismo Occidental: "Sigue siendo una vergüenza inexcusable".
Los países ricos no hacen amigos con estos dobles estándares.
En cambio, los movimientos anti-Occidentales y anti-estadounidenses
brotan. De acuerdo a las encuestas, la globalización y el comercio
son populares entre los pobres del mundo, pero los países ricos
y sus políticas son impopulares. Así que, al final de
cuentas, muchos descartarán al libre mercado porque nunca lo
vieron en la práctica.
Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.