Los iraníes podrían tener libertad en Internet – si la ONU no lo impide

Louis Cutter explica que los retos para llevar el acceso a Internet no son técnicos sino más bien arbitrarios.

Por Louis Cutter

El 16 de septiembre de 2022, Mahsa Amini, una mujer de 22 años, fue arrestada por miembros de la Policía de Moralidad Iraní cuando salía de una estación de metro de Teherán. Su presunto delito: permitir que algunos mechones de su espeso cabello negro se deslizaran a través de su hiyab. Después de tres días en un centro de detención, la Sra. Amini fue trasladada a un hospital y posteriormente declarada muerta. Si bien las circunstancias exactas de su muerte siguen sin estar claras, muchos creen que fue asesinada por las autoridades iraníes.

En un país donde las ejecuciones extrajudiciales son la norma y el abuso de los ciudadanos por parte del gobierno es generalizado, la muerte de Amini tocó una fibra sensible. Desde entonces, el gobierno iraní ha sido brutal en su represión contra los manifestantes. Dado que los medios independientes están severamente limitados en Irán, no se dispone de cifras exactas de muertes. Sin embargo, el costo humano ha sido significativo, Amnistía Internacional informa que al menos 82 manifestantes y transeúntes fueron asesinados solo el 30 de septiembre en enfrentamientos con la policía estatal. Algunos comentaristas han minimizado el papel de Internet en los movimientos de protesta antiautoritario, afirmando que se ha exagerado el papel de las redes sociales. Dicho análisis ignora los diversos usos de Internet, así como los cambios en la sociedad iraní. La historia del acceso a Internet en Irán no es una historia de fallas en la red. Más bien, es la historia de regulaciones arbitrarias que obstaculizan el progreso del sector privado –y debería servir como una clara advertencia para los estadounidenses. 

En el verano de 2009, estallaron protestas masivas en todo Irán en respuesta a las acusaciones de que las elecciones presidenciales fueron manipuladas a favor del extremista Mahmoud Ahmadinejad. Millones se movilizaron en lo que se conoció como el Movimiento Verde. Si bien las protestas finalmente fueron reprimidas por el líder supremo Ayatollah Khamenei, internet desempeñó un papel importante en la acumulación de apoyo para el movimiento. Las imágenes del tiroteo de la manifestante de 26 años Neda Agha-Soltan circularon mucho en Twitter, inspirando a otros a unirse a las protestas. Los cuerpos mutilados de los manifestantes no sirvieron para disuadir a los participantes sino para obligar a otros a unirse, lo que alimentó un ciclo de protestas que había comenzado con el asesinato de Agha-Soltan. En ese momento, menos de un millón de iraníes tenían acceso a teléfonos inteligentes. Por lo tanto, si bien internet fue importante para los movimientos de protesta, apenas se aprovechó todo su potencial. Sin embargo, el gobierno percibió el poder de internet e implementó una serie de medidas para perturbar la libertad en internet, incluida la imposición de severas restricciones de contenido, la piratería de sitios web disidentes y el secuestro de los operadores de dichos sitios web. 

Hoy en día, el papel de internet no puede ser ignorado. A partir de 2020, se estimó que la proporción de iraníes que usaban internet era del 84% –un aumento dramático desde 2009, cuando la penetración de Internet allí era del 14%. A medida que evolucionaron las protestas, el gobierno iraní pasó de una política de interrupciones intermitentes de internet a un cierre total. Una táctica común del régimen es aprovechar la diversidad étnica y regional de Irán. Por ejemplo, en las protestas antigubernamentales de 2011, los jóvenes rurales fueron llevados a los centros urbanos para atacar a los manifestantes. Internet ha servido para interrumpir ese patrón y permitir conexiones entre la minoría baluchi, la minoría kurda y la etnia persa. A pesar de los importantes impactos económicos y sociales del cierre de internet, las acciones del régimen no deberían sorprender a los observadores de Irán. Frente a las alternativas de ceder el poder o intentar mejorar la vida de los iraníes, Ali Khamenei y sus aduladores han optado por no hacer ninguna de las dos cosas. 

El 23 de septiembre de 2022, el gobierno de EE.UU. alivió las sanciones sobre la importación de tecnologías de comunicación de Irán, lo que teóricamente ayudaría al acceso iraní a internet. El efecto ha sido mínimo porque estos dispositivos no pueden operar sin una infraestructura de apoyo, como las torres celulares que tiene EE.UU.

Como suele ser el caso, el sector privado ha ocupado el vacío. En septiembre, Elon Musk, fundador de Tesla Motors, ofreció enviar su sistema Starlink a Irán. Starlink permite a los usuarios conectarse a internet global mediante el uso de un sistema de transmisión entre satélites de bajo vuelo y un receptor. Debido a que los satélites Starlink orbitan a una altitud más baja que otros satélites de comunicaciones, la infraestructura requerida para recibir sus transmisiones (y, por extensión, para conectarse a internet global) es mucho menos extensa. A diferencia de los receptores convencionales, estos receptores son muy móviles y pesan solo alrededor de 15 libras. Aunque los receptores deben colocarse en un espacio abierto para recibir transmisiones, esto representaría un desafío relativamente pequeño en un país tan grande como Irán (en comparación con, digamos, Corea del Norte). Aunque miles de receptores tendrían que pasar de contrabando a Irán para que Starlink esté operativo, el costo sería relativamente menor, y Musk ha señalado que está abierto a financiar la operación. 

Desafortunadamente, el mayor obstáculo para llevar la libertad de internet a Irán no es lo práctico sino lo arbitrario. Si Starlink fuera importado a Irán, Musk podría enfrentar el castigo de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), un organismo regulador de las Naciones Unidas. La UIT cuenta con un fuerte respaldo del Partido Comunista Chino y otros estados represores. De acuerdo con la política de la UIT, si una empresa privada proporciona Internet a un país independiente de las regulaciones establecidas por ese país, la empresa se expone a acciones punitivas por parte de la UIT. Por lo tanto, el hecho de que el gobierno de EE.UU. haya suavizado sus propias sanciones contra los equipos de telecomunicaciones iraníes no tiene ningún efecto sobre las regulaciones de la UIT.

Esta es una acusación punzante de las Naciones Unidas. En el futuro, EE.UU. debería reconsiderar si las Naciones Unidas sirven para “reafirmar la fe en los derechos humanos fundamentales”, como se establece en su carta, o si es simplemente otra burocracia que trabaja para separar a las personas de sus derechos inalienables. Yo sé cuál es mi respuesta.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 20 de octubre de 2022.