Lanzándole dinero a los pobres

Por Subodh Atal

Para el 11 de septiembre del 2002, a un año de los ataques terroristas contra Nueva York y Washington, DC, mucho se había logrado en la guerra contra el terrorismo. Las fuerzas de al Qaeda habían sido derrotadas en Afganistán y el régimen talibán había sido derrocado. Estados Unidos lideraba un amplio esfuerzo internacional contra el terrorismo. Los recursos financieros de al Qaeda y sus grupos afiliados estaban siendo rastreados y bloqueados. Había esperanzas de que Afganistán pudiera regresar lentamente a la normalidad y abortar los esfuerzos de los terroristas que pretendían utilizarlo como plataforma de operaciones.

A primera vista, las cosas se ven aún más prometedoras en el segundo aniversario del 11 de septiembre. Terroristas de al Qaeda continúan siendo detenidos alrededor del mundo y muchos han terminado en custodia de Estados Unidos. Saddam Hussein está a la fuga y su régimen baatista ha sido derrocado. La región permaneció inusualmente calmada durante varias semanas en el verano, con un proceso de paz entre israelíes y palestinos tomando forma. Se reporta que Siria ha clausurado oficinas de Hamas y Hezbollah. Incluso Corea del Norte ha aceptado ciertas demandas estadounidenses en las negociaciones multilaterales.

Pero difícilmente es tiempo de celebrar.

En Afganistán, los mandatos del presidente Hamid Karzai son aplicados únicamente en Kabul. El talibán y al Qaeda han resucitado en Pakistán y han estado lanzando ataques cada vez más mortíferos contra las fuerzas lideradas por Estados Unidos, el ejército de Karzai, y trabajadores humanitarios del extranjero. Amenazas provenientes de la región todavía retumban en Estados Unidos, y al Qaeda ha lanzado ataques contra objetivos estadounidenses en Arabia Saudita y el Sudeste asiático.

Una de las principales razones del giro en Afganistán es el cambio de foco a Irak en el último año. Con los activos militares y de inteligencia desviados a la tarea de derrocar a Saddam y pacificar a Irak, el talibán y sus amigos de al Qaeda recibieron un respiro, lo que les ha permitido reagruparse.

No está claro cómo la salida de Saddam hará más seguro a Estados Unidos. Mientras se mantengan tropas norteamericanas en el lugar por muchos años, Irak promete convertirse en un nuevo punto para el yihad anti-estadounidense. Y mientras que el proceso de paz pudo haber traído una interrupción momentánea de la violencia en el Medio Oriente, ningún bando está haciendo concesiones substanciales, entre tanto grupos como Hamas y Hezbollah están aprovechando la calma para rearmarse. Ambos bandos parecen estar haciendo los movimientos correctos con tal de quitarse a Estados Unidos de sus espaldas.
Darla apenas lo suficiente a la administración Bush para que ésta declare la victoria es una política practicada por otras naciones, como Siria, la cual cerró las oficinas de grupos terroristas pero continúan comportándose como un conducto para los "yihadistas" que se dirigen a Irak. Por su parte, Irán ha aprendido bastante bien la lección de Irak, puesto que se dirige claramente hacia convertirse en una potencia nuclear. Y la administración Bush todavía no termina de confesarse sobre su política hacia Arabia Saudita.

El consenso internacional sobre la guerra contra el terrorismo ha sido reemplazado por la disputa en cuanto a Irak y las movidas de equilibrio de otras naciones. Rusia continúa apoyando el programa nuclear iraní. Con Estados Unidos preocupado en Irak y quemando un importante capital diplomático en el proceso, Corea del Norte tuvo la libertad de empezar a procesar combustible nuclear y ahora se encuentra en una posición mucho más sólida para negociar. Los intereses de China en que la península coreana permanezca libre de armas atómicas han sido contrarrestados por la necesidad de balancear la influencia regional de Estados Unidos. La India, resentida por la amistad estadounidense hacia el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, está haciendo insinuaciones a China y se ha rehusado a ayudar en Irak.

El concepto del ataque preventivo, una herramienta teórica importante para detener futuros ataques a Estados Unidos, ahora está ampliamente desacreditado alrededor del mundo luego de la exageración de la amenaza que representaba Saddam. Y con Estados Unidos siendo visto ahora como el mediador de primera instancia, sus prioridades estratégicas son amenazadas por distracciones, por ejemplo con Liberia.

La amenaza que se cierne sobre Estados Unidos proviene de cuatro frentes:

1.- La asociación entre el talibán y al Qaeda se está reforzando mientras ataca a Afganistán primero pero con Estados Unidos siempre en la mira.

2.- El recuento diario de choques en Irak entre las fuerzas ocupadoras estadounidenses y la resistencia están energizando una nueva ola de reclutamiento mundial de soldados para el yihad.

3.- La percepción de unilateralismo estadounidense asegura que este yihad va a estar enfocado principalmente sobre Estados Unidos.

4.- Muchas naciones, preocupadas por la hegemonía de Estados Unidos, van a ser menos receptivas de las preocupaciones norteamericanas sobre la proliferación de armas, el terrorismo internacional, y la difusión del islamismo radical.

El último año ha sido entonces marcado por una serie de victorias tácticas y simbólicas, mientras que objetivos estratégicos como el aislamiento y la destrucción de al Qaeda y sus aliados y la manutención del consenso internacional sobre la guerra contra el terrorismo han pasado a un segundo plano.

Al menos que la administración Bush practique una mayor disciplina en evitar más distracciones en la guerra contra el terrorismo, los estadounidenses se encontrarán de aquí a un año en una posición similar a los días inmediatos al 11 de septiembre del 2001.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.