Eliminemos el FMI

por Anna J. Schwartz

Anna J. Schwartz es investigadora asociada del National Bureau of Economic Research y autora del Cato Institute Foreign Policy Briefing The IMF's Dubious Proposal for a Universal Bankruptcy Law for Sovereign Debtors.

El modelo de rescates del Fondo Monetario Internacional y del Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha fracasado ignominiosamente. En lugar de rescatar las economías de Asia y Rusia, afligidas financieramente, han logrado empeorarles la situación.

Por Anna J. Schwartz

El modelo de rescates del Fondo Monetario Internacional y del Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha fracasado ignominiosamente. En lugar de rescatar las economías de Asia y Rusia, afligidas financieramente, han logrado empeorarles la situación.

Cuando se fundó el FMI en 1944, su bien definido propósito era hacer cumplir las reglas bajo un sistema de cambios fijos, en las oportunidades en que se hacía necesario alterar la tasa de cambio de alguna nación, como también en proveer recursos temporales para enfrentar problemas de balanza de pagos. Con el colapso de ese sistema en 1971, la razón de ser del FMI dejó de existir.

El salto a tasas de cambio flotantes eliminó su papel regulador y transformó el carácter de los problemas de balanza de pagos. Desde comienzos de los años 70, el FMI ha estado tratando de reinventarse a sí mismo.

Hasta el rescate mexicano de 1995, había casi decidido que debía promover su papel asesor y de información para sus miembros, en los que se cuentan más de 180 países. Pero tal cosa resultó ser sólo una parada momentánea en el camino, mientras lograba crear una nueva identidad.

El papel jugado por el FMI en la crisis mexicana impuso la idea que el Fondo debería servir como un prestamista internacional de última instancia. El problema con tal cosa es que sus defensores no comprenden lo que significa ser prestamista de última instancia.

Los bancos centrales tienen la capacidad de servir de prestamista de última instancia para sus bancos.

Pueden crear una base monetaria (moneda en circulación más reservas); pueden actuar rápidamente y pueden actuar decididamente para impedir un pánico bancario.

El FMI no tiene ninguno de esos poderes.

En el Congreso de Estados Unidos, el FMI enfrenta dos grupos opositores: izquierdistas que buscan tanto reformas laborales como ambientales alrededor del mundo y que apoyarían nuevos aportes a cambio de que el FMI imponga tales reformas como requisito previo para conceder préstamos y los conservadores que buscan concesiones respecto a leyes de abortos y la manera cómo el FMI opera.

Los opositores del FMI en el Congreso no deben exigir algo a cambio sino rechazar de plano el principio de darle más dinero al FMI. Los países asiáticos que experimentan problemas financieros adoptarán reformas en sus sistemas bancarios, eliminarán el dominio político sobre la concesión de préstamos y volverán a crear confianza en los mercados internacionales de capital o, sencillamente, no lo harán.

Para lograrlo se requiere determinación y valentía política, no el FMI. Si no lo hacen, significará que esos países no saldrán de sus actuales problemas. El sistema financiero internacional no va a ser debilitado si el FMI no rescata a esos países.

Naciones con bajos ingresos se han metido en problemas financieros muchas veces en los últimos dos siglos. Los inversionistas que perdieron dinero en esos países fueron afectados y esas naciones sufrieron atrasos. Pero el mundo no colapsó.

El FMI es débil previendo crisis. Dice que alertó a los países de Asia y a Rusia sobre sus malas políticas, pero que estos rechazaron sus consejos. Si la autoridad moral del FMI no logra el respeto de sus miembros y clientes, está en el negocio equivocado.

Reformar el FMI no es la solución. Debe ser eliminado.