Más sobre la destrucción creativa

Por Roberto Salinas-León

El seminario anual monetario organizado por la Reserva Federal de Kansas City, en el paraíso rocalloso de Jacksonhole, abordó un tema muy poco usual, tanto para las vistas del escenario, como para el mundo de discusiones monetarias: el impacto económico de los cambios esperados en los patrones demográficos. Este es, por supuesto, un tema capital para nuestra economía, en la medida que el "bono demográfico", tan anunciado en los círculos de opinión política, no se convierta en una bomba en potencia por la ausencia de crecimiento e inversión en capital humano.

En su tradicional conferencia inaugural, Alan Greenspan sentó un tono de realismo, por no decir pesimismo, al abordar las duras alternativas en políticas públicas que se deben dar para evitar una eventual crisis fiscal en el sistema estadounidense. El crecimiento de la población económicamente activa está disminuyendo, producto de las tendencias en tasas de fertilidad. Simultáneamente, dados los grandes avances en medicina y tecnología, la tasa de mortalidad ha aumentado. En el sistema convencional de beneficios en materia de retiro y apoyo médico, ello significa que la tendencia a largo-plazo conlleva un aumento de carga fiscal sobre las generaciones de trabajadores presentes, para subsidiar a otras generaciones, en el umbral de su retiro.

Esta desproporción significa, en el ramo de política económica, que las promesas en materia de seguridad social realizadas para la generación de baby boomers, después de la segunda guerra mundial, rebasan la capacidad real de aportación por parte de la ciudadanía actual. El sistema de seguridad social enfrenta un déficit crónico, así como los programas de "medicare" y "medicaid", mientras que la demanda agregada por nuevas tecnologías en el campo de la medicina seguramente aumentará.

El futuro, por consiguiente, conlleva la necesidad de enfrentar ajustes severos -ya sea la reducción de beneficios, o el aumento en la edad oficial de retiro, o ciertamente (tal como lo comentó Martin Feldstein) la necesidad de adoptar un sistema de cuentas personales de retiro, o sea, una reforma provisional similar a la que inició Chile en los 80 y continuó en varios mercados emergentes, incluyendo el nuestro, durante los 90. Otra alternativa, si bien políticamente explosiva, es flexibilizar las normas del mercado laboral, para admitir un mayor flujo de trabajadores inmigrantes.

Vaya retos. Vittorio Corbo, actual presidente del banco central chileno, presentó un estupendo análisis sobre el mismo tema, enfocado a la región latinoamericana. Corbo dice que una reforma estructural al sistema de pensiones es fundamental para amortiguar, tanto los efectos fiscales, como macroeconómicos, de los cambios demográficos en los próximos 50 años. Estos cambios, si bien impostergables, enfrentan altos costos fiscales, en la medida que una transición actualiza, y hace explícito, el costo implícito de las deudas que se acumulan en los sistemas tradicionales centralizados. Otro enorme problema es que los cambios hacia un sistema individualizado de pensiones no rendirán los frutos deseados en el futuro, si la tendencia de una creciente informalidad continúa. En el fondo, las reformas a sistemas de seguridad social aumentan la probabilidad de fortalecer el ahorro interno. No es una garantía, por supuesto. Pero ciertamente, tanto para los países europeos como para los estadounidenses, una política pública que estimule el ahorro interno es necesaria, con el fin de evitar la dependencia sobre flujos de capital externo para financiar hoyos negros en las finanzas internas. Esto, en el futuro, según Greenspan, corre profundos riesgos de no ser sostenible.

Son dilemas fuertes, pero inevitables -poco dignos, decían algunos participantes en un tono de alivio académico, de ser objetos para una discusión tan oscura, en un escenario tan hermoso.