Más allá del G-20

Roberto Salinas León dice que el principal riesgo que enfrenta a la economía mundial es el resurgimiento del "nacionalismo económico" y se pregunta si el G-20 pudo hacer algo al respecto, más allá de la retórica.

Por Roberto Salinas-León

Londres, Inglaterra— El principal riesgo que enfrenta la economía mundial ante la crisis financiera no es el ajuste de valores en los activos financieros, o los activos reales, ni siquiera las fluctuaciones cambiarias que vivimos en la actualidad. El gran riesgo es el resurgimiento del “nacionalismo económico”.

El proteccionismo, al parecer, se ha re-posicionado en la agenda comercial de los gobiernos —a pesar de la formidable evidencia en su contra. Pero esto pasa en tiempos de crisis. Empero, es precisamente en tiempos de crisis cuando la protección comercial es más peligrosa.

La rara premisa del proteccionismo es que la prosperidad requiere otorgar poder monopólico a los productores nacionales. Ello genera pobreza, no prosperidad, tanto al reducir la capacidad de exportación de países, como en la reducción de la libertad de elegir de consumidores.

En la antesala del G-20, se destacó un dato esperanzador: la caída del volumen de compraventa comercial global, la cual se estima en un 9% para este año —la peor en la época de la posguerra, y la primera contracción comercial desde 1982.

El nuevo proteccionismo amenaza con profundizar esta caída. Sin duda, existen varias modalidades de proteccionismo, unas más sofisticadas que la versión vulgar, y bien conocida, de provocar confrontaciones a punta de aranceles a bienes externos. En las palabras de la revista The Economist, hoy en día, el proteccionismo “viene en 57 variedades”.

Aun así, de explotar aranceles u otras medidas como armas comerciales, habrá que tomar riesgos calculados. Al norte de la frontera, nos quedan mal con el programa para permitir el libre tránsito de camiones mexicanos. Nosotros respondemos con una batería de represalias comerciales, pero debidamente seleccionadas, precisamente con la idea de no perjudicar nuestras propias industrias. Pero el riesgo existe que se abra la puerta a un círculo vicioso de represalias y contra-represalias.

¿Había algo que el G 20 pueda hacer, más allá de la retórica, para evitar una escalada de guerras comerciales? Hay dos problemas, dice el mismo The Economist. Por un lado, deberemos identificar las medidas no arancelarias que pretenden dichas protecciones; por otro lado, se necesita pensar en formas de desarticular esas medidas con rapidez, con determinación. Es muy difícil eliminar una medida proteccionista, una vez que esta entra en vigor, por los intereses especiales que genera.

Más allá del G-20, habrá que recordar las palabras de Montesquieu, escritas hace dos siglos y medio: la paz y la satisfacción de necesidades mutuas son efectos naturales del comercio abierto entre países.

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