Los Republicanos muestran la arrogancia del poder

Por David Boaz

¿Qué tienen en común el Sen. George Allen (Republicano de Virginia) y James Madison? El hogar de Madison está en el distrito electoral que Allen ha representado en el congreso y en el Senado. Y eso es prácticamente todo lo que tienen en común.

Madison, el principal autor de la constitución estadounidense, quiso establecer un gobierno federal limitado. Argumentando para su ratificación, el prometió a los estadounidenses que “Los poderes delegados al gobierno federal por la constitución propuesta son pocos y definidos”. Algunos años más tarde, presentado con una ley de $15,000 para dar ayuda humanitaria a los refugiados franceses, el se paró en la sala del congreso para decir que el “no podía poner [su] dedo en aquel artículo de la Constitución Federal que da al Congreso el derecho de gastar, en objetos de benevolencia, el dinero de sus constituyentes”.

Eso está muy lejos de la filosofía de George Allen, quien ha introducido una ley en el Senado de EE.UU. para requerir el apruebo oficial de cualquier sistema de monitoreo de contenido para televisión. De hecho, si el espíritu de Madison pudiera visitar la sala de audiencia para el Comité de Comercio donde la ley de Allen fue discutida, probablemente diría con algo de severidad, “Yo no puedo poner mi dedo en aquel artículo de la Constitución Federal el cual da el derecho al congreso de regular los monitoreos de contenido para televisión”.

Allen no es el único miembro del congreso que sería una gran decepción para los fundadores de EE.UU. Por años, los Republicanos argumentaron que la mayoría de Demócratas en el congreso estaba entrometiendo al gobierno federal en más y más asuntos que serían manejados de mejor manera por los estados, las comunidades locales, o el sector privado. Luego de 10 años en el poder, sin embargo, los Republicanos han visto la intromisión de los Demócratas y la han aumentado. Los Republicanos han entrometido más a los burócratas federales en las escuelas locales con la Ley de Ningún Niño Se Queda Atrás y han tratado de sacar las leyes matrimoniales fuera de la jurisdicción estatal con la Enmienda Federal del Matrimonio. Ellos pasaron por encima de varias decisiones de las cortes en Florida con el caso de Terri Schiavo, imponiendo el poder masivo del gobierno federal por sobre una tragedia familiar.

Pero no son solo estos casos escandalosos. Los Republicanos han caído con un grave caso de la Fiebre del Potomac. Ellos creen que cada pensamiento que se les cruce por la cabeza es material adecuado para legislación federal. Ellos realizan audiencias sensacionalista sobre esteroides y el baseball. Ellos aumentan marcadamente las multas por la supuesta indecencia de la televisión. Ellos realizan audiencias para discutir si es que los libros de texto son demasiado caros. Ellos amenazan castigar a la Liga Mayor de Baseball si es que los dueños permiten que el millonario izquierdista George Soros sea dueño de una porción del nuevo equipo de Baseball en Washington. Ellos votan para realizar una investigación del juego de video “Grand Theft Auto” (“Gran robo de autos”).

Muchas de estas tretas sí buscan solucionar verdaderas molestias y problemas reales. Pero en una sociedad libre los ciudadanos no buscan que el gobierno les solucione todos sus problemas. De hecho, una sociedad libre se mide por la cantidad de asuntos de la vida que permanecen fuera del control del gobierno. Todos podríamos ser tentados de vez en cuando de decir “Debería haber una ley!” cuando estamos molestos o frustrados. Para eso escribimos una Constitución—para protegernos de nuestras propias tentaciones de convertir nuestras exasperaciones en leyes, y para protegernos de nuestros conciudadanos cayendo ante tales tentaciones.

Los Republicanos tomaron el control del Congreso en 1994 declarando que los Demócratas nos habían dado “un gobierno que es muy grande, muy intruso, y muy descuidado con el dinero público”. Ahora, intoxicados con su propio poder, ellos se han olvidado de esas palabras. Ellos también usan los poderes del gobierno federal para regar dinero por sobre los constituyentes favorecidos, para llamarnos a audiencias ante el Congreso para que nos expliquemos, y para inmiscuirse en nuestras decisiones más locales y personales.

Cuando los dueños de las Ligas Mayores de Baseball sugirieron que el Congreso no tenia autoridad alguna para investigar el uso de esteroides, el director del comité Tom Davis (Republicano de Virginia) y el Demócrata Henry Waxman contestaron que el comité “puede en cualquier momento conducir investigaciones sobre cualquier asunto”. Ahí quedó la promesa de Madison de que aquellos poderes “delegados por la Constitución propuesta son pocos y limitados”.

Traducido por Gabriela Calderón para Cato Institute.