Los refugiados sirios deberían ser bienvenidos en EE.UU.
Alex Nowrasteh dice que "Los gobiernos de EE.UU. y de Europa necesitan hacer mucho menos para aliviar estos problemas. Si, usted leyó correctamente. El problema no es que los gobiernos de EE.UU. o de Europa no están haciendo lo suficiente para ayudar a los sirios —están haciendo mucho para impedir que lleguen".
Por Alex Nowrasteh
Miles de sirios están huyendo de su país destruido por la guerra con la esperanza de conseguir seguridad y asilo en Europa o EE.UU. Muchas veces, su viaje desesperado resulta en todavía más sufrimientos y luchas. Al menos 2.000 sirios se han ahogado en su intento de llegar a Europa desde que la guerra civil empezó en 2011; al menos 3.000 incluyendo muchos libios, afganos, y otros africanos están en un campo griego para refugiados en la isla de Lesbos, habiendo otros campos que están surgiendo.
Los gobiernos de EE.UU. y de Europa necesitan hacer mucho menos para aliviar estos problemas. Si, usted leyó correctamente. El problema no es que los gobiernos de EE.UU. o de Europa no están haciendo lo suficiente para ayudar a los sirios —están haciendo mucho para impedir que lleguen. Deberían dejar de hacerlo. A menos que haya una preocupación legítima de seguridad, criminalidad o salud, deberíamos permitir el ingreso de los sirios.
Cuando los refugiados que intentan salvarse son detenidos por gobiernos que usan sus propios recursos, esos gobiernos cargan con parte de la culpa de los resultados muchas veces trágicos. Si usted trata de escapar de un asesino y una tercera persona le rompe las piernas para que no pueda escapar, esa tercera persona carga con parte de la culpa por su destino.
Y los países europeos no son los únicos cargando con parte de la culpa de los refugiados. EE.UU. ha aceptado a apenas 1.000 refugiados sirios —menos que Brasil— y se ha comprometido a aceptar 8.000 eventualmente. ¿Por qué no estamos aceptando más?
La preocupación más común es que los refugiados consumirán servicios del Estado de Bienestar y se volverán un carga para los contribuyentes estadounidenses. Está bien, cancelen los beneficios sociales para ellos y admitan más. Sus niños asistirán a una escuela pública estadounidense y aquellos nacidos aquí serán ciudadanos con capacidad de recibir beneficios. En 1990, el Consejo de Federaciones Judías y la Sociedad de Ayuda para los Inmigrantes Hebreos condujo un programa piloto para financiar de forma privada la admisión y reubicación de 8.000 judíos que huían de la Unión Soviética. Esos refugiados no podían recibir beneficios sociales y el programa no recibió respaldo alguno de los contribuyentes.
Muchos judíos soviéticos se asentaron en distintas partes del país —algunos donde los pagos por prestaciones sociales eran altos y otros donde estos eran limitados. Sus ingresos crecieron en todas partes a lo largo del tiempo pero los judíos que terminaron en el estado de Nueva York, que tiene altos pagos de prestaciones sociales, era menos probable que trabajen y aprendan inglés que aquellos que se asentaron en el estado de Maryland, que tiene pagos de prestaciones sociales más bajos. Trabajar y aprender inglés eran las claves para que los refugiados adquieran auto-suficiencia —esto también podría funcionar para los sirios.
Vale la pena repetir algo. Los refugiados quieren seguridad, no regalos. Como primer paso, deberíamos permitir que las personas y caridades estadounidenses patrocinen refugiados sin limitación de cuotas. Cuando el gobierno de Islandia solo quería admitir 50 refugiados sirios, 11.000 ciudadanos islándicos ofrecieron compartir sus hogares. Como respuesta a esto, el gobierno está reconsiderando su cuota. Los estadounidenses donaron más de $350.000 millones a caridades privadas en 2014 —$1.100 por estadounidense y generosos del mundo. Es difícil imaginar que no estarían dispuestos a ayudar a los refugiados con su nueva vida aquí. Si solo el gobierno se los permitiera.
Hay más de 150.000 estadounidenses de descendencia siria, con un ingreso medio por hogar de más de $65.000, comparado con $53.000 para los estadounidenses nacidos en EE.UU. Ellos podrían ayudar a los refugiados sirios a acomodarse en su vida en EE.UU. ya sea mediante caridades u oportunidades de trabajo.
Pero cómo se mantendrán los refugiados y quienes pretenden asilo una vez que ya estén aquí, muchos conservadores exigen saberlo. Trabajando. El gobierno estadounidense restringe los permisos de trabajo. Permitan que los refugiados vengan y trabajen, inmediatamente y sin complicar las regulaciones, para que se mantengan a sí mismos y sus familias.
Una encuesta de la Organización Internacional para el Trabajo de los refugiados sirios en Líbano descubrió que tenían un amplio rango de habilidades. La mitad de los trabajadores eran de alta calificación o calificación media, mientras que la otra mitad eran de baja calificación, especializados en servicios agrícolas y personales como la limpieza. Pocos hablaban inglés pero los trabajos que demandan poca preparación en EE.UU. requieren de más fortaleza física que de habilidad de hablar inglés.
Muchos de ellos ganarán poco en el mercado laboral de EE.UU. —al menos inicialmente— pero un flujo entrante de trabajadores con menor preparación de hecho podría ayudar a los estadounidenses con menos preparación. ¿Cómo? Trabajando en EE.UU. y consumiendo productos y servicios, más empleos serán creados para proveerlos.
Además, dado que estos trabajadores tendrán habilidades distintas a las que poseen gran parte de los estadounidenses, no competirán mucho con ellos por empleos sino que de hecho nos complementarán. Mediante un fenómeno denominado la especialización en tareas complementarias, un incremento en el número de inmigrantes que no hablan inglés y que se especializan en labores manuales empujan a los estadounidenses que hablan inglés hacia trabajos mejor remunerados que requieren de comunicación. Por ejemplo, los estadounidenses con poca preparación que hablan inglés solían ser lavadores de platos y ahora son meseros, pero esto solo es posible gracias a los inmigrantes con menor preparación.
Al acomodarse en nuestro mercado laboral, complementando a los trabajadores estadounidenses existentes, y no consumiendo los beneficios del Estado de Bienestar, los refugiados sirios ayudarán a la economía a crecer.
Los ciudadanos de los gobiernos occidentales no tienen la obligación de ayudar a los refugiados, pero si tenemos la obligación de dejar de perjudicarlos. Nuestras restricciones migratorias están empeorando una catástrofe humanitaria al prevenir que ellos salven sus vidas. Retirémonos del camino y permitámosle hacerlo mientras que le damos poder a algunos de nosotros que podríamos ayudar voluntariamente.
Este artículo fue publicado originalmente en The Washington Post (EE.UU.) el 9 de septiembre de 2015.