Los estadounidenses son de la Tierra, al igual que los europeos
Por Leon T. Hadar
De acuerdo a la percepción de los neoconservadores norteamericanos, la desavenencia en torno a Irak entre Estados Unidos versus Francia y Alemania refleja una brecha político-cultural. Ha demostrado, para expresarlo en palabras de Robert Kagan, que "los estadounidenses son de Marte y los europeos de Venus". En los medios de prensa neoconservadores se ha presentado una serie de difamaciones de la Vieja Europa, presentándola como el "eje de la Comadreja" y "Eurollorones". Un columnista llamó a los franceses "Monos derrotistas comedores de queso".
En cierto nivel, los neoconservadores pintan una caricatura, presentando a los estadounidenses como bueno hombres de verdad, viriles y rudos, dispuestos a luchar y a defender a sus mujeres frente a los bárbaros tras los muros. Los europeos son caricaturizados como muchachos temerosos, decadentes y sin agallas, lo que supuestamente explica por qué los estadounidenses estaban dispuestos a derrocar a Saddam Hussein en Irak, en tanto que los europeos no.
En otro nivel, Kagan y Compañía presentan un análisis más sofisticado de las tensiones transatlánticas, sosteniendo que las naciones europeas son ex-potencias que viven en un universo post-nacionalista, donde el compromiso con las instituciones multilaterales, tales como las Naciones Unidas, las herramientas de política diplomática y el derecho internacional, reemplazan el tradicional apego de los estadounidenses al concepto de nación-estado y a la confianza en la fuerza militar para la protección en contra de amenazas externas. Los europeos son "idealistas" que creen en la aplicación de la fuerza en una forma "suave" para manejar los desafíos globales. Los estadounidenses son "realistas" y saben que solo el uso de la "mano dura" puede ser efectivo para controlar a los agresores.
Este tipo de escisión político-cultural entre europeos y estadounidenses explica, según los neoconservadores, las razones por las que los segundos están dispuestos a enfrentarse a Saddam Hussein directamente, mientras que los primeros prefieren apoyarse en la ONU para resolver la crisis iraquí.
El enfocar la política a través de lentes culturales, tal como algunos analistas estudiaron los resultados de las elecciones presidenciales del año 2000 siguiendo la hipótesis de "los estados demócratas versus los republicanos", ofrece cierto grado de entendimiento sobre las decisiones tomadas por individuos y gobiernos. Pero estas decisiones reflejan principalmente intereses políticos, económicos y militares, los cuales interactúan algunas veces con valores culturales. Es interesante notar que algunas encuestas sugieren que muchos estadounidense en los "estados rojos", es decir, favorables a Bush en la campaña del 2000, compartían la inclinación de la Vieja Europa para manejar el asunto de Irak a través de la ONU.
Más aún, si uno emplea el paradigma de Kagan, se ve forzado a concluir que también Japón es de Venus, incluso más que Francia y Alemania. Es un país pacifista que, tal como la Unión Europea, vincula la política exterior al uso "suave" de la fuerza, y otorga un rol central a las organizaciones multilaterales en la búsqueda de sus intereses globales. No obstante, Japón fue un miembro de la Coalición de los Dispuestos en Irak, y los neoconservadores sostienen que Washington debería reclutar a Tokio como parte de su estrategia para "contener" a China.
Que Francia se haya opuesto al uso de la fuerza militar en Irak, y que Japón haya apoyado esa política, guarda menos relación con valores culturales y más con intereses estratégicos. Para Europa Occidental, el Medio Oriente es considerado un "patio trasero estratégico", no distinto al modo como los estadounidenses perciben a Latinoamérica. Europa, a diferencia de Estados Unidos, recibe la mayor parte de sus recursos energéticos del Medio Oriente, y tiene lazos históricos además de vínculos demográficos con la región, los que incluyen una gran población inmigrante de los países árabes. Desde la perspectiva europea, las políticas que ellos favorecen en el Medio Oriente, incluyendo la resolución del conflicto palestino-israelí y la preservación del status quo en Irak y otros países árabes, no es "idealista", sino más bien realista. Ellos sostienen que las políticas implementadas por los 'Bushies', incluyendo la alianza con el gobierno de Likud y la campaña para democratizar el Medio Oriente, sólo van a encender sentimientos anti-occidentales, amenazar el acceso europeo a los recursos petrolíferos en la región y radicalizar a su población árabe. Dada su proximidad geográfica al Medio Oriente, los europeos tendrían que asumir las destructivas consecuencias de la inestabilidad creada en la región, en tanto que los estadounidenses siempre pueden volver a casa.
Ciertamente, para percibir la visión europea con empatía, los estadounidenses deberían imaginar el siguiente escenario: Una guerra civil se produce en México y el líder autoritario venezolano, Hugo Chávez, podría estar obteniendo acceso a armas de destrucción masiva. La agenda política de Washington para encarar estos problemas incluye el uso de la diplomacia para mediar entre ambos bandos de la guerra civil mexicana y el envío de inspectores de armas de la ONU a Venezuela. Entre tanto, la Unión Europea, bajo la presión de un poderoso lobby en Bruselas, apoya a uno de los bandos armados en México y está enviando sus tropas militares para derrocar a Chávez. Los estadounidenses están preocupados de que tales acciones puedan dañar sus intereses, incluyendo la radicalización de la comunidad hispana en California. Pero Estados Unidos no puede hacer nada al respecto.
Así es precisamente como los europeos se sienten estos días. Y por eso la creciente presión entre los miembros de la UE para crear un ejército nuevo y poderoso, al margen de la fuerza europea bajo el control de la OTAN, es decir, bajo el control estadounidense. Después de todo, los europeos, tal como los norteamericanos, son de La Tierra. Ellos también comprenden que cuando las papas queman, solo la "mano dura" puede ayudarles a asegurar sus intereses. Mi apuesta es que Robert Kagan y otros neoconservadores no van a aplaudir esta muestra de "virilidad" europea.