La tradición liberal venezolana
Gabriela Calderón de Burgos dice que en el discurso de aceptación de aceptación del Premio Nobel de la Paz de María Corina Machado, se destaca lo mejor de la tradición liberal venezolana, hoy relativamente desconocida luego de más de dos décadas de dictadura chavista.
Por Gabriela Calderón de Burgos
María Corina Machado ha tenido en vilo esta semana al mundo. La portada del Wall Street Journal al escribir estas líneas dice “Líder opositora huyó de Venezuela a Noruega por tierra, mar y aire”: un escape intrépido y una reunión familiar dignos de una gran película de Hollywood. En el discurso de aceptación que leyó su hija en Oslo se destaca lo mejor de la tradición liberal venezolana, hoy relativamente desconocida luego de más de dos décadas de dictadura chavista. Pero es una tradición de larga data y sumamente rica.
Al inicio del discurso, Machado recuerda que “En 1811 escribimos la primera constitución del mundo hispano, una de las primeras constituciones republicanas de la Tierra. Allí afirmamos una idea radical: que cada ser humano posee una dignidad soberana. Esa constitución consagró la ciudadanía, los derechos individuales, la libertad religiosa y la separación de poderes”. Se refiere a la otra Revolución Americana, la que se dio el 5 de julio de 1811 y fue liderada por Francisco de Miranda y otros como Juan Germán Roscio, el precursor liberal de las independencias y el revolucionador de conciencias, respectivamente; son personajes que retrato en mi libro En busca de la libertad: Vida y obra de los próceres liberales de Iberoamérica.
Al hablar de la herencia hispana y de “la fusión de pueblos y culturas” Machado nos recuerda los escritos del gran historiador venezolano Arturo Úslar Pietri, quien reconocía la necesidad de conocer nuestro pasado para entender las raíces de nuestro subdesarrollo político. Úslar Pietri era muy admirado por uno de los pensadores más lúcidos de América Latina en el siglo XX: Carlos Rangel. Ambos señalaron a la estatización del petróleo como el origen de la crisis económica y decadencia del sistema político en Venezuela. Machado resume el diagnóstico de estos dos pensadores así:
“La concentración total de la renta petrolera en manos del Estado generó incentivos perversos y le dio al poder gubernamental un control inmenso sobre la sociedad, que terminó traduciéndose en privilegios, clientelismo y corrupción…La riqueza petrolera no se usó para liberar, sino para someter”.
Este es un diagnóstico que le aplica a muchos países en la región, donde los recursos naturales en manos del Estado han sido (mal) utilizados de la misma manera.
Desde la época de Rómulo Betancourt, que llegó al poder en Venezuela al mismo tiempo que Fidel Castro lo hiciera en Cuba, este último tenía la ambición de apoderarse del petróleo venezolano para su proyecto autoritario de proyección regional. Betancourt logró resistir el embate de Castro con firmeza, pero la clase política no estuvo a la altura para defender la democracia cuando se presentó el proyecto autoritario de Hugo Chávez en 1998 y desde ese entonces, como lo resalta Machado: “El dinero del petróleo se convirtió en un arma para comprar lealtades en el exterior, mientras el Estado se fusionaba con el crimen organizado y con grupos terroristas internacionales”.
María Corina representa este gran legado de libertad. Y como sucedió en su momento con el liderazgo de Miranda, Roscio, Betancourt, Rangel, está logrando llevar este mensaje de una sociedad de personas libres más allá de Venezuela.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 12 de diciembre de 2025.