La ruina económica de Europa
Por Richard W. Rahn
Veamos primero algunos antecedentes. En los años sesenta y setenta, Europa disfrutó de un buen crecimiento económico. Entre 1965 y 1974, el gasto gubernamental en Europa occidental promedió 37% del producto interno bruto (PIB) y el crecimiento económico promedió 4,3% al año.
Sin embargo, a medida que la izquierda ganaba nuevas elecciones, el gasto gubernamental aumentó a 47% del PIB para 1984, donde se ha mantenido, en comparación con un 30% del PIB en Estados Unidos. No es sorpresa de que en Europa el crecimiento decayó a 1,7%, mientras que en Estados Unidos promedió 3,6% en el período de 1984 al 2000. Además, en Europa el desempleo en los últimos 20 años ha sido el doble del de Estados Unidos.
Durante los años cincuenta, sesenta y setenta, Gran Bretaña tuvo una tasa de crecimiento económico muy inferior a las de Alemania, Francia e Italia. Para cuando llegó al poder la Sra. Thatcher, a Gran Bretaña se le conocía como "el enfermo de Europa." Tenía la economía más socializada y el peor rendimiento económico. Entonces, la Sra. Thatcher se dedicó a privatizar la economía y a reducir tanto los impuestos como el gasto gubernamental.
Desde la revolución de Thatcher, Gran Bretaña ha logrado el mejor rendimiento económico de los cuatro países grandes de la Unión Europea, pero se ha quedado rezagada en comparación con Irlanda, país que redujo los impuestos más drásticamente.
En los años noventa, Europa decidió tener una moneda única, el euro. Los alemanes, quienes tradicionalmente han tenido la política monetaria más responsable por su gran miedo a la inflación, se preocupaban que los demás países resolvieran su irresponsabilidad fiscal inflando la moneda, por lo que establecieron reglas muy rígidas en cuanto a los déficit en la UE. Eso parecía bien, pero se cometieron dos errores al fijar las metas. El primero fue el de no distinguir las dos formas teóricas de reducir el déficit: bajando los gastos o aumentando los impuestos.
Una reducción del gasto gubernamental fomenta el crecimiento económico porque el gasto estatal, menos productivo, es reemplazado por la más productiva inversión y gasto privado. Un aumento de los impuestos reduce el crecimiento económico y, por lo tanto, dificulta bajar el gasto y alcanzar los objetivos de recaudación con una actividad económica más baja.
El segundo error fue considerar como iguales al déficit y a la inflación. En realidad hay poca relación entre déficit e inflación. Por ejemplo, el Japón viene sufriendo de gigantescos déficit por más de una década y su problema es deflación, no inflación. Está comprobado que la única manera de reducir los déficit es reduciendo los impuestos para fomentar el crecimiento y, a la vez, frenar los gastos del gobierno.
A Alemania y Francia se les acaba de ordenar reducir sus déficit para cumplir con las reglas de la UE. Francia anunció que reduciría un poco los impuestos, lo cual ayudará, pero no reducirá el gasto, lo cual afectará el crecimiento. Los alemanes anunciaron que aumentarán los impuestos, sin modificar el gasto.
El peligro para Europa es que Alemania caiga en una espiral deflacionaria como Japón, arrastrando al resto de Europa. Eso puede suceder así: a medida que se debilita la economía alemana, los activos de los bancos pierden valor (acciones y propiedades inmobiliarias), lo cual pone en peligro al sistema bancario y hace que restrinjan el crédito, con lo que se debilita más la economía. Y como los alemanes ya no controlan al Banco Central, no pueden imprimir dinero para contrarrestar la deflación.
A medida que Alemania se vuelve menos rica, comprará menos de sus vecinos, los cuales dependen en gran medida del mercado alemán.
Durante años, el capital se va de los grandes países europeos por sus altos impuestos, buscando invertir en naciones con impuestos más bajos, como Luxemburgo, Austria, Irlanda, Suiza y Estados Unidos.
La UE acaba de imponer otra medida destructiva, al insistir en el intercambio de información para impedir la fuga de capitales y obligar a Austria, Luxemburgo y Bélgicaque rehúsan dar esa informacióna imponer retenciones de hasta un 35% en las ganancias. Eso no acabará con la evasión, sino que más capital europeo se irá a lugares como Hong Kong, donde no se reporta ni se le cargan impuestos.
El poder destructivo sigue vivo en las mentes y corazones de aquellos que todavía creen que el socialismo y el estatismo resuelven los problemas sociales, en lugar de crear miseria. Acabar con estatistas malvados va a ser difícil aún para James Bond, por lo que todos los demás debemos ayudarle.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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