La pobreza, no la productividad, es la insostenible
Por Jerry Taylor
La Cumbre de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible empezó esta semana en Johannesburgo, Sudáfrica, y el presidente Thabo Mbeki le dio la bienvenida a los 12600 asistentes advirtiendo que "los patrones insostenibles de producción y consumo están creando un desastre ambiental que amenaza la vida en general, especialmente la humana." Según Mbeki, la raíz del problema radica en que el orden económico internacional está "construido en las bases de un principio salvaje de supervivencia del más fuerte." Así, la conferencia de la ONU comenzó, tal y como lo previsto, con el pie izquierdo.
Primero que todo, el culpar a los países industrializados de Occidente por producir y consumir demasiado es erróneo. Si Occidente no produjera tanto como lo hace, los estándares de vida en países como Sudáfrica serían mucho menores de lo que son hoy en día. Si Occidente no consumiera tanto como ahora, las naciones industrializadas se unirían al Tercer Mundo en el charco de la miseria. Nadie en los Estados Unidos tiene que disculparse por vivir en casas agradables, por gastar dinero en salud, o por vivir una buena vida en general. A pesar de lo que la ONU quiera hacernos creer, dichas comodidades no vinieron a expensas de los países menos desarrollados, o del ambiente.
Por ejemplo, la deforestación del bosque lluvioso tiene poco que ver con el consumo de Occidente. Menos del 10% de la madera recolectada se importa y la mayoría es utilizada como combustible. Además, la mayor parte de la deforestación tiene lugar en áreas que son aclaradas por los agricultores de los países menos desarrollados, quienes carecen del capital para incrementar sus cosechas de otra forma que no sea la de poner más tierra a cultivar. La pobreza de los países menos desarrollados, no la afluencia de Occidente, es el problema.
Además, la contaminación es igualmente un problema en el mundo en desarrollo, no en el desarrollado. Cualquiera que ha viajado puede atestiguar que el agua y el aire en Occidente es de mucho mejor calidad que en países como Sudáfrica, y continúa mejorando dramáticamente. Los países industrializados no son los que están exportando "Nubes Cafés" a los países menos desarrollados; es el Tercer Mundo el que está exportándolas a Occidente.
El presidente Mbeki ignora el hecho de que los países desarrollados no solo consumen recursos naturales sino que también los crean. Los mismos son simplemente una parte de las "cosas" de la Tierra que podemos aprovechar lucrativamente para beneficio humano. Conforme el conocimiento y la tecnología se expanden, nuestra habilidad para utilizar nuevas y diferentes formas de materia inerte para uso humano se expande con ellos. Es la única manera de conciliar el hecho de que, no importa como Usted calcule la disponibilidad de combustibles fósiles, minerales o comestibles, éstos son cada día más abundantes, no más escasos, inclusive tomando en cuenta que el consumo también crece.
Segundo, la afrenta de Mbeki de que el capitalismo es algo "primitivo" y "autodestructivo", con un espíritu de "supervivencia del más fuerte" es sumamente equivocada. Primero, la lección del siglo XX es que no existe otro sistema económico capaz de producir riqueza y de mejorar la vida de la humanidad más que el capitalismo, un hecho que el presidente Mbeki debería tener bien claro.
Segundo, virtualmente todos los analistas serios reconocen hoy en día el ligamen entre crecimiento económico y calidad ambiental. Una vez que los ingresos per capita alcanzan cierto nivel (entre $2500 y $9000 dependiendo del contaminante), las concentraciones de contaminantes en el aire y agua comienzan a caer en términos reales. Los analistas también han encontrado una conexión entre la pobreza y la deforestación, la degradación de tierras y los problemas de salud provocados por amenazas ambientales.
Este último punto merece mayor atención. Aproximadamente 2 millones de personas alrededor del mundo subdesarrollado mueren cada año debido a la utilización de excrementos y queroseno como combustibles para calentar sus casas y cocinar sus alimentos, una práctica que concentra niveles mortales de contaminantes aéreos interiores. Otros 3 millones de personas mueren al año en África debido al consumo de agua de los lagos y ríos que han sido contaminados por aguas negras y otros desperdicios. Sin embargo, electrificación y plantas de tratamiento para el agua requieren de inversión de capital que los países menos desarrollados no pueden costear, ya que se encuentran más interesados en redistribuir la riqueza para combatir al "capitalismo salvaje" y en seguir cualquier moda ambientalista que se les cruce en el camino, que en promover la libertad económica y los derechos de propiedad necesarios para facilitar el crecimiento económico.
Desdichadamente, el presidente Mbeki y la mayoría de los asistentes a la Cumbre están primordialmente interesados en obtener alguna política distributiva de Occidente, y creen que haciendo sentir culpables a europeos y norteamericanos es la manera de obtenerla. Otros participantes ven a esta conferencia como otro frente de batalla en su guerra contra el liberalismo económico. En el tanto cualquiera de los dos grupos tenga éxito, el desarrollo sostenible será maniatado por la cumbre de Johannesburgo.
Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.