La mejor historia peor contada

Por David Boaz

Los críticos suelen quejarse que los medios solo reportan malas noticias. Los periodistas dicen que eso sucede porque las malas noticias son noticias. “Avión aterriza con normalidad” simplemente no es noticia. Pero los críticos tienen un punto cuando las buenas noticias son reportadas como malas noticias. Eso es lo que recientemente sucedió en un reportaje de primera plana del Wall Street Journal. El titular del reportaje era:

Las Nuevas Potencias Agrícolas Siembran la Semilla del Infortunio Agrícola Norteamericano
Por Mucho tiempo un comprador a EE.UU. de trigo, Rusia es ahora una amenaza; Poderío Económico en riesgo

(New Farm Powers Sow the Seeds Of America's Agricultural Woes
Long a Buyer of U.S. Wheat, Russia Is Now a Threat; Economic Clout at Risk)

Ese reportaje es el más reciente capítulo de la mejor historia jamás contada: la lucha por producir suficiente alimento. Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos han sufrido trabajos extenuantes solo para poder obtener lo necesario para sobrevivir. Las hambrunas han sido una constante amenaza. Ahora, gracias al libre comercio, mercados libres y la revolución ecológica, las hambrunas se están volviendo en algo del pasado. El mundo puede sostener a seis mil millones de personas. Este artículo reporta las últimas buenas noticias: los países más grandes han tomado cartas en el asunto y ahora están produciendo suficiente alimento para su propia gente y con algunos excedentes para poder exportar. No obstante, los reporteros del Wall Street Journal—o por lo menos el escritor del titular—reportan estas buenas noticias usando términos como “infortunio” y “amenaza”.

El artículo explora el rol decadente en el comercio mundial de los agricultores de EE.UU.:

La era de Estados Unidos como potencia del trigo y participante dominante en la agricultura mundial, se está viendo amenazada por un grupo de pujantes rivales internacionales que están atacando uno de los principales pilares del poderío económico de EE.UU.: las exportaciones de alimentos. Cada vez más los agricultores de EE.UU. están bajo presión a medida que compiten con bienes básicos incluyendo soya de Brasil, trigo de la India, manzanas de China, tomates de México y azúcar del Caribe... El trigo está a la vanguardia de este cambio. En los 80, EE.UU. controlaba la mitad del comercio mundial del trigo resistente, compitiendo con Europa, Canadá y Australia. Ahora, más de 90 países cultivan trigo y muchos tienen costos inferiores y están más cerca de los mercados clave.

Parte del problema es la errónea noción de que el comercio es una competencia, o incluso es como una guerra. Fíjese en los términos como “poderío económico”, “potencia del trigo”. Pero el comercio no es un juego de suma cero. Todos ganan cuando más bienes se producen. La historia del progreso económico es la tendencia hacia incrementar la especialización y la división del trabajo. Cuando los nuevos participantes en el mercado pueden producir trigo más barato, los productores establecidos pueden moverse hacia otras actividades, generalmente a la producción de bienes de mayor valor agregado. Si los estadounidenses pueden comprar trigo más barato de lo que nosotros podemos producirlo, entonces podemos mover a nuestra fuerza laboral al sector informático, servicios financieros, ingenierías, entretenimiento, chips de computadoras, instrumentos médicos, equipos de telecomunicaciones, químicos y más.

China, en un intento por alcanzar la autosuficiencia, se ha convertido en el primer productor mundial y ha desarrollado un complejo programa de biotecnología. India, una tierra asociada al hambre, comenzó a exportar parte de sus enormes reservas de cereales en 2001.

¡China e India, con más de un tercio de la población mundial, pueden alimentarse a si mismos! Y no solo eso, ellos producen suficiente alimento para exportar parte de eso. Hablando de buenas noticias este debió ser el encabezamiento bajo un titular positivo. Pero ustedes saben el dicho: las buenas noticias no son noticias.

Ahora, el trigo está de nuevo saliendo de Rusia en unos volúmenes rara vez vistos en los tiempos de los zares. Desde hace tiempo, el gigante dormido con una abundante oferta de tierra barata y fértil, Rusia está poniendo a trabajar esas tierras por medio de reformas políticas y de mercado. Junto con sus vecinas Ucrania y Kazajistán, Rusia suministrará el 11% de las exportaciones de trigo mundiales durante los próximos 12 meses, según el Departamento de Agricultura de EE.UU. Algunos economistas prevén que la región controlará alrededor del 20% en una década.

Después de 72 años de comunismo, Rusia (junto con sus ex colonias internas) es otra vez un exportador de granos. En estos días hemos escuchado salir de Moscú gran cantidad de malas noticias, cuando el Presidente Vladimir Putin ha arrestado e intimidado a adversarios políticos y a periodistas. Pero estas noticias importan más a los rusos. Hay abundante comida, y uno no debe hacer fila para obtenerla. ¿Porqué? Un agricultor recientemente privatizado les comenta a los del Wall Street Journal:

“Libertad” dijo él, respirando profundamente un frío día de primavera. “Uno está trabajando para si mismo”.

Además, hay alimentos para exportar, a cambio de bienes para importar. Uno de los problemas que enfrentaron los países miembros del Pacto de Varsovia después de la caída del comunismo fue que ellos tenían muy poco que podían vender en el mercado mundial. Sus carros y otros bienes manufacturados no cumplían con los estándares de calidad que el mundo exigía.

El balance comercial agrícola de EE.UU. está siendo presionado por el creciente apetito del país por grandes cantidades de alimentos importados tales como aceitunas y aguacates.

Esto ya es una locura. “¿Balance comercial agrícola?” Adam Smith escribió en 1776 “Nada puede ser más absurdo que toda esta doctrina del balance comercial”. Cuando dos personas comercian, cada uno espera salir beneficiado. No importa si viven ellos en diferentes vecindarios, diferentes estados o diferentes países. Yo no me preocupo por mi balance comercial con el tendero y el tendero no se preocupa de su balance comercial con el vendedor de carros. Y es lo mismo con el comercio internacional. ¿Por qué deberíamos de esperar que los países importasen y exportasen la misma cantidad de un producto, sea este trigo, zapatos, computadoras o películas?

Tratar de calcular el “comercio de EE.UU.” con China es un ejercicio ridículo. Cada transacción comercial beneficia a las personas que lo realizaron. Y un “balance comercial agrícola” es más ridículo todavía que un balance comercial general. El punto de las ventajas comparativas es que los bienes (y los servicios) serán producidos donde se pueda producir más barato y ser comerciado por otros bienes producidos donde se pueden fabricar más eficientemente. Sería una impresionante coincidencia si algún país llega a importar y a exportar la misma cantidad de bienes agrícolas. EE.UU. produce suficiente como para poder permitirse importar aceitunas y aguacates. Esas son más buenas noticias.

Sembrar trigo es ahora una propuesta riesgosa para los agricultores estadounidenses. En el pasado, EE.UU. controlaba tal porción de las exportaciones mundiales que la calidad de sus cosechas tenía una gran influencia en los precios. Por ejemplo, una sequía en EE.UU. hubiera creado una escasez mundial y hubiera incrementado los costos del trigo, mitigando las pérdidas de los agricultores estadounidenses.

De nuevo, estas son buenas noticias anunciadas como malas noticias. Son buenas noticias el hecho de que haya suficiente trigo en el mundo que la sequía en un país no pueda empujar hacia arriba los precios. Es cierto que es más penoso para los agricultores estadounidenses que ahora se enfrentan con más competencia de otros lados. Pero esa es la historia general del libre comercio. Millones de consumidores (en este caso miles de millones) se benefician, pero algunos productores puede que pierdan. Esa es la parte “destructiva” de la destrucción creativa.

Pero nosotros estamos muchísimo mejor cuando nosotros podemos producir cosas más eficientemente, aun cuando unas cuantas personas –los productores menos eficientes—puedan perder y tengan que pasar por un proceso doloroso de ir en busca de nuevos negocios.

Una década atrás, un reporte del Worldwatch Institute, un grupo ambientalista de investigación con sede en Washington, generó fuertes reacciones en Pekín. Las importaciones Chinas estaban creciendo después de una serie de deslucidas sequías y Worldwatch predijo que la demanda de China absorbería una gran cantidad del trigo y otros granos del mundo, forzando los precios al alza.

¿Hay alguien que haga predicciones más erróneas que el Worldwatch Institute? Sigue prediciendo que se van a acabar las existencias de alimentos, agua, energía y otros recursos y no sucede. A pesar de eso, cada año los periodistas reportan solemnemente sus predicciones anuales. En todo caso, China no absorbió gran parte de la producción de trigo y los precios no se incrementaron.

Las reformas de libre mercado a finales de la década de los 70 permitieron un retorno a la agricultura familiar. La producción nacional de trigo comenzó a incrementarse en la medida en que los agricultores podían comprar fertilizantes químicos y nuevas variedades de semillas. La cosecha de la familia Chen se ha incrementado siete veces desde que China introdujo reformas.

En lugar de eso, empezando con las reformas de Deng Xiaoping después de la muerte de Mao, la producción agrícola china se incrementó—tanto que los campesinos comenzaron a irse de las haciendas, dirigiéndose a las ciudades, buscando trabajos y creando empresas. A pesar de sus años en el Partido Comunista, es probable que Deng haya hecho más bien para más personas que cualquiera en la historia. Gracias a sus reformas, más de mil millones de personas pueden ahora no solo alimentarse ellos mismos si no exportar alimentos y mover la mano de obra hacia usos más productivos.

Tal como Jean-Baptiste Say, el de la Ley de Say, remarco célebremente hace casi 200 años, todos estamos mejor cuando nuestros vecinos producen más: "un producto creado ofrece, desde este instante, una salida a otros productos por todo el importe de su valor.... Por eso, una buena cosecha no sólo es favorable a cultivadores, sino también a los mercaderes de todos los demás productos, porque se compra tanto más cuanto más se coge. Por el contrario, una mala cosecha perjudica a todas las ventas. Lo mismo sucede con las cosechas que hacen las artes y el comercio. Cuando prospera un ramo de comercio, da para comprar, y de consiguiente proporciona ventas a todos los demás comercios, y por el contrario, cuando decae una parte de las manufacturas o de los géneros de comercio, padecen de resultas de ello todas las demás”.

El carácter de suma positiva del comercio es el verdadero fundamento del orden mundial liberal, el sostén del creciente comercio, armonía internacional y paz. Si el éxito de un país fuese la desgracia de otro, entonces los socialistas y los nacionalistas estarían en lo cierto: el comercio sería una guerra de todos contra todos. Hay que dar gracias que ellos están equivocados. La creciente productividad de China, Rusia e India es una maravillosa noticia para los dos mil millones de ciudadanos y buena noticia para todos los demás en la economía mundial. Esta vez, al menos, el Wall Street Journal talvez está volteando inconscientemente las noticias como malas.

Traducido por Nicolás López para Cato Institute.