La marca del zorro
por Fernando Alessandri
Fernando Alessandri es Director para América Latina de la International Policy Network y colaborador de www.elcato.org.
Cuando la comunidad internacional celebra el descabece heroico ocurrido en México, cuesta unirse a la fiesta sin ser un cliché más de última hora. Pero el proceso del que fuimos testigos amerita ser alentado, apoyado y estimulado por todos los liberales de la región.
Cuando la comunidad internacional celebra el descabece heroico ocurrido en México, cuesta unirse a la fiesta sin ser un cliché más de última hora. Pero el proceso del que fuimos testigos amerita ser alentado, apoyado y estimulado por todos los liberales de la región.
Emulando al tradicional héroe enmascarado mexicano, el señor Vicente Fox, cuyo apellido en inglés significa zorro, dejó su marca en los corazones de los millones de aztecas que acudieron a las urnas para ridiculizar las proyecciones de los más avezados analistas políticos de todos los sectores y elegir como Presidente a un ex gobernador enérgico, que terminó con el reinado de 71 años del Partido Revolucionario Institucional.
Había mucho en juego en esta elección. Partiendo por el fortalecimiento de una democracia desprestigiada, que fue capaz de iluminar al resto de América Latina con el ejemplo de un proceso eleccionario limpio, moderno y, sobretodo, transparente. Y no podemos desconocer que ya empezaban los augurios tremendistas luego de los reprochables espectáculos observados en Perú y Venezuela. La reacción de los candidatos fue el broche de oro de un comportamiento ejemplar. Tanto el oportuno reconocimiento del saliente Zedillo - responsable en gran medida de los éxitos mexicanos recientes- como la grandeza con que aceptó el triunfo el Presidente electo, hacen suponer que México verá tiempos mejores en el siglo que se inicia.
Habrá temas clave en la agenda del nuevo Presidente, que cuenta con el apoyo de asesores de formación profesional en las mejores universidades del mundo. Fox se ha mostrado especialmente interesado en ampliar el nivel de intercambio entre su país y el "vecino del norte", en dónde residen cerca de 15 millones de mexicanos. El mandatario se la ha jugado por una política de "fronteras abiertas", similar a las europeas o la de Canadá y Estados Unidos. Además, quiere garantizarles el derecho a voto a sus compatriotas expatriados. Estas medidas de inmigración parecen pesar fuerte en la agenda presidencial y sería un gran triunfo si lograra que los estándares de vida de su gente no motivaran a miles de sus compatriotas a arriesgar a diario la vida para buscar un destino mejor e ilegal en Estados Unidos.
No obstante, no es sólo con fronteras abiertas que se logra la incorporación a la vecindad del primer mundo y es aquí donde aparecen los otros desafíos. No será raro que México comience a hablar, con más fuerza, de los beneficios obtenidos por la sociedad al vivir la alternancia en el poder; de dolarización; de mejoras a las Afores, el sistema de Pensiones Mexicano; de más privatizaciones abiertas; de desregulación general; de transparencia y gobernabilidad. Todos conceptos hasta ahora postergados por el escaso eco que encontraban las voces libertarias en la administración saliente. Estos conceptos tomarán fuerza, porque servirán de base para sustentar las promesas realizadas durante la campaña y quizás, ayudarán a motivar a las fuerzas más reticentes de Estados Unidos a aceptar una mayor apertura con su socio del sur, si ven en él una disposición real a salir del pantano populista que ayudaron a crear los sucesivos gobiernos del mismo partido durante buena parte del siglo.
Lo holgado del triunfo lo hace indiscutible, por lo que el nuevo Presidente contará con un apoyo popular que puede servir de contrapeso útil para negociar con el Congreso las reformas prometidas durante su campaña. Esto será clave para catapultar al país hacia el desarrollo postergado por tantos años.
Los cien millones de mexicanos probablemente verán atónitos como el otrora todopoderoso PRI se transforma en un celoso guardian del debido proceso y cancerbero del Ogro Filantrópico que ellos mismos ayudaron a crear. Aquí no importa si lo harán con nobles intenciones o por evitar que el PAN se lleve las prebendas y privilegios del poder para perpetuarse en él. No señor, en la magia del juego democrático el PRI buscará volver a su reinado, pero esta vez deberá luchar durísimo, respetando el trazado de la cancha, con lo que lo hará más limpio y claro, sintiendo sobre sus espaldas el peso de la marca del zorro.