Escepticismo sobre la promesa democrática de EE.UU. en Irak
Mientras que las fuerzas estadounidenses chocan con vestigios del desmoralizado ejército de Saddam Hussein, dos de los principales objetivos del presidente Bush se encuentran en curso de colisión también. Por un lado, el presidente Bush hizo un llamado a remover el régimen asesino de Saddam Hussein y reemplazarlo por uno que no amenace a Estados Unidos. Por el otro, el presidente y otros neoconservadores prominentes han hecho un llamamiento por una revolución democrática en la región, empezando con la libre elección de un gobierno democrático en Irak. Pero elecciones democráticas y un régimen amigable a Estados Unidos no necesariamente van juntos.
Los seguidores de Hussein se encuentran dispersos en grupos alrededor de Irak. Algunos pocos hombres luchan en vano, sin ningún tipo de instrucciones por parte del liderazgo iraquí que ha sido erradicado del poder. Pero aún no está claro si Estados Unidos descartará su compromiso en favor de la democracia a cambio de asegurarse que un gobierno iraquí amigable sea instalado en Bagdad. Así que el resultado del conflicto entre dos objetivos en disputa podría ser tan importante como la victoria militar. Cientos de millones de personas en el mundo árabe y musulmán están observando, y Estados Unidos, ya de por sí bastante impopular, se encuentra en la balanza.
Desdichadamente, dada la historia de Estados Unidos en la región, aquellos que dudan que la administración Bush les permitirá a los iraquíes escoger su propio gobierno tienen razones para su escepticismo. En la vecina Irán, la CIA orquestó la deposición del líder nacionalista Mamad Mosaddeq en 1953, y luego apoyó al autocrático Sha. El odio y resentimiento hacia Estados Unidos por su apoyo al régimen secular del Sha terminó finalmente explotando en la revolución islámica de inicios de 1979 que trajo al poder al Ayatolá Khomeini y a sus seguidores.
Más recientemente, y en otras partes del mundo, Estados Unidos también ha garantizado apoyar a gobiernos democráticos pero luego ha ejercitado sus poderes para evitar los resultados si las autoridades electas por la gente son consideradas incompatibles con los intereses de Washington. En Bosnia, donde una encuesta mostró que un 85% de los votantes no estaban dispuestos a votar por un candidato de otro grupo étnico, el encargado estadounidense de la reconstrucción del país, Jacques Klein, explicó que él pretendía crear un Estado multi-étnico "le guste a la gente o no." Los encargados de reconstruir el país removieron de sus puestos a las autoridades electas y luego manipularon las elecciones al descalificar a ciertos individuos y gastar millones en apoyo a sus candidatos preferidos.
Igualmente, en Afganistán, el candidato favorito de Estados Unidos, Hamid Karsai, fue electo presidente transitorio del país en Junio del 2002 ganando impresionantemente con 1295 de los 1575 votos emitidos. Los críticos notaron que la victoria de Karzai fue preordenada por el retiro de sus dos principales oponentes, Mamad Zaher Shah, el antiguo rey del país, y el ex presidente Burhanuddin Rabbani.
La administración Bush espera que los iraquíes reemplacen al socialismo secular de Hussein con un engendro de liberalismo secular. Este gobierno ideal estaría comprometido con la libre empresa, el respeto a los derechos de las mujeres, la tolerancia a las minorías étnicas y religiosas, sería amigable con Israel, además de abierto y acogedor a los diplomáticos y empresarios estadounidenses.
Pero, ¿qué sucedería si los chiítas musulmanes, que representan un 60% de la población total de Irak, eligen un líder con lazos con Iránuna democracia, pero donde los molas religiosos dominan la vida política, oprimen a los disidentes, están construyendo armas nucleares y financian a terroristas? ¿Qué pasaría si los kurdos, envalentonados por su relativa autonomía de los últimos 12 años, escogen líderes comprometidos con una nación independiente de Irak? ¿Y qué sería si una multitud de candidatos dividen el voto de los chiítas y los kurdos mientras que la minoría sunita musulmana se une y apoya a un antiguo oficial del partido baatista?
En resumen, si una elección democrática, que refleje los deseos honestos y libremente expresados del pueblo iraquí, elige un líder que sea visto como muy poco comprometido con los objetivos de Washington, tal resultado forzará a la administración Bush a afirmar o rechazar su alegado compromiso con los principios democráticos.
Cuando los manifestantes en la convención nacional del partido Demócrata de 1968 provocaban a sus oponentes con el cántico "Todo el mundo está viendo," había algo más que una pequeña hipérbole en su reclamo. Hace 35 años la televisión prevalecía en Estados Unidos, pero apenas empezaba a hacerse sentir en el mundo.
Los tiempos han cambiado. Hoy, cientos de millones de televidentes en el mundo árabe y musulmán ven imágenes en vivo de televisoras amigas que no existían siquiera 10 años atrás. Y si la administración Bush se ingenia una elección que no sea libre en el Irak post-Saddam, con un número limitado de candidatos aprobados por Washington, muchos lo verán como la confirmación de sus sospechas de que esta guerra no tenía nada que ver con difundir la democracia.
Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.