En Ecuador deberíamos matar la vaca

Por Gabriela Calderón de Burgos

WASHINGTON, DC—Más allá del orgullo por el logro histórico en Alemania, deberíamos de aprender algo de nuestra selección y de su director técnico, quienes se inspiraron en la fábula colombiana de “La Vaca” para lograr lo que antes ni nos permitíamos soñar.

La fábula cuenta de una familia que vivía en circunstancias muy humildes y dependían para su subsistencia de una vaca. Un día reciben de invitado a un amo y a su siervo quien luego de partir manda a su siervo a matar la vaca de la familia. El siervo, años después y todavía con el peso en su conciencia, vuelve a averiguar qué ha sido de la familia de la vaca para encontrarse con una gran estancia donde antes había solo una choza.

Ante el sorprendido siervo el dueño de la estancia (anterior choza) le dice: “Una mañana nos despertamos y nuestra vaca estaba muerta. No teníamos otra opción, sólo emprender una nueva vida de trabajo difícil y nuevos desafíos, que nos condujo adonde estamos hoy”. La vaca los había limitado a una vida de subsistencia y los había hecho conformistas.

Moraleja: No permitamos que nuestra vaca petrolera que este año nos trae alrededor de $1,8 mil millones extra nos limite y nos haga conformistas.

Las bonanzas petroleras en el Ecuador tienen un record de generar riquezas abundantes para el Estado, el cual en lugar de poner su casa en orden se acomoda tan fácil y rápidamente a su nuevo ingreso que luego no tarda en endeudarse. Es así que entre 1971 y 1981, época del primer boom petrolero ecuatoriano, la deuda externa ecuatoriana creció casi 22 veces pasando a constatar de un manejable 16% del PIB en 1971 a un peligroso 42% diez años después. Desde esa época hasta hoy, nuestro gobierno sigue dependiendo de esta vaca y la economía ecuatoriana todavía no despega.

En vista de esto, es esencial que el Estado evite crearse nuevas obligaciones que no tendrán financiamiento tan pronto se acabe esta bonanza petrolera y que se dedique a fomentar oportunidades de creación de riqueza ya que al fin y al cabo algún día se morirá la vaca.

La dependencia del gobierno central de los ingresos petroleros ha hecho que las finanzas fiscales y del país estén extremadamente expuestas al incontrolable e impredecible precio mundial del petróleo y además ha politizado a la industria petrolera del país, socavando su potencial productivo.

Mientras que los políticos en Quito se apuran para ver como repartirse la leche más abundante que les rendirá la vaca este año, los ecuatorianos debemos saber que aquel festín de ellos lo pagaremos todos mañana. Así como hoy todavía estamos pagando por el festín de los 70s.

Antes de celebrar que los ecuatorianos han “recuperado” lo que antes se “llevaban” las petroleras extranjeras, considere la inversión extranjera perdida que probablemente no será recuperada dado el deteriorado ambiente empresarial del país y piense en el potencial de producción perdido.

Luego acuérdese de los sueños nunca realizados en los 70s, cuando se pensaba que en una o dos décadas el Ecuador ya sería un país desarrollado gracias al petróleo. Y es que simplemente poseer petróleo no determina la riqueza o pobreza de un país—fíjese en países pobres en recursos minerales y sin embargo prósperos como Hong Kong, Singapur, entre otros. Lo que si la determina es un ambiente en el que los individuos tienen la mayor cantidad posible de oportunidades para crear riqueza con su propia iniciativa y bajo su responsabilidad.

El director técnico Suárez y su equipo nos acaban de mostrar que hay que trabajar duro y apuntar alto. Para lograrlo, se comienza matando la vaca. No estoy sugiriendo dejar el petróleo en el subsuelo, ni dejar de venderlo, simplemente estoy sugiriendo que el gobierno, si quiere encaminar al país hacia el progreso, se comprometa a reducir la alta dependencia de los ingresos petroleros que sufren las finanzas fiscales y la economía del país en general.

El primer paso, seguramente no es aumentar la participación estatal en la economía con un presupuesto nacional que la Ley de Hidrocarburos acaba de engordar por más de un 40%.

Publicado en El Universo (Guayaquil, Ecuador) el 11 de julio de 2006.