El Impuesto a la Renta Personal empieza a mostrarse tal como es

Víctor Pavón considera que el impuesto sobre la renta es un impuesto directo que por su naturaleza no pretende formalizar sino afectar de manera determinante al contribuyente.

Por Víctor Pavón

Los recientes cambios en la reglamentación del Impuesto a la Renta Personal (IRP) han convertido a este tributo en una herramienta impositiva de recaudación por las amplias deducciones que ya no tendrán efecto para los contribuyentes incididos.

Esta transformación, sin embargo, se venía venir. Era cuestión de tiempo y es apenas un paso hacia el año 2019 cuando este tributo tenga alcance general. Todavía recuerdo al Ing. Porfirio Cristaldo Ayala cuando acertadamente dijo: “Son ilusos los que creen en las bondades de este tributo”.

Sucede que la teoría tributaria y la experiencia enseñan que el IRP es un impuesto directo que por su naturaleza incisiva sobre el hecho generador no pretende formalizar sino afectar de manera contundente sobre el contribuyente. Lo de la formalización siempre fue y seguirá siendo apenas un discurso.

Lo que es muy real es el sentido recaudador del IRP que, por cierto, recae sobre los que ya se encuentran tributando una inmensa cantidad de dinero en otras modalidades de impuestos como en efecto lo es el Impuesto al Valor Agregado (IVA). No debería sorprendernos sobre lo polémico que resulta el IRP. En su momento el propio Congreso de EE.UU. en la década de los 90 llegó a la conclusión que no se puede saber hasta dónde el gobierno se entromete en cuestiones que son de atribución de los individuos, llevando a la administración a tener que emitir miles de resoluciones hasta contradictorias entre sí.

Afortunadamente en los últimos años se cuentan con nuevas formas de hacer posible una mejor relación entre el contribuyente y el Estado. La eficiencia de la administración impositiva tributaria se encuentra en afectar lo menos posible el ahorro y la inversión privada, mediante un sistema que igualmente no permita la evasión. Y todavía mas, esa es la mejor forma de contar con mejores formas de controlar el poder del Estado que de los gobiernos emergen.

Una alternativa válida a las muy malas reformas tributarias tradicionales que se han llevado a cabo a la fecha consiste en el llamado flat tax o impuesto plano, como en efecto se hizo en muchos países del este europeo. El flat tax es un impuesto al consumo que puede sustituir al impuesto a la renta, al valor agregado y a las ventas. No solo aumenta la recaudación sino también mejora el control en el sistema y ¡formaliza la economía!

Con el flat tax la tasa es única para todos y como no discrimina ni privilegia a nadie hace posible el cumplimiento del precepto constitucional de la igualdad ante la ley, pilar de un genuino Estado de Derecho donde prima la ley como garante de los derechos individuales. En un momento delicado para la economía y las finanzas de Paraguay así como para los países de la región que todavía tienen alta dependencia de sus ingresos por commodities, el flat tax se puede volver una herramienta atractiva para la inversión así como también un modo de evitar el deterioro por el cual pasan las administraciones impositivas cargadas de complejos sistemas de recaudación que terminan por promover más corrupción.