El fin de la guerra entre Rusia y Ucrania: el curioso revuelo sobre las garantías de seguridad
John Mueller explica la importancia de convencer a Rusia de que la OTAN no tiene ahora, ni anteriormente, planes de invasión.
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Por John Mueller
Para que se produzca un acuerdo o un alto el fuego en la guerra de Ucrania, las partes implicadas deben acordar dos "garantías de seguridad". Se ha debatido infinitamente, aunque de forma vaga, sobre lo que estas implicarían, pero son fundamentales para la discusión.
Una de ellas, exigida por Ucrania, sería garantizar su seguridad en caso de que Rusia incumpla el acuerdo y vuelva a atacar. La preocupación es que, si cesan los combates, Rusia aproveche la pausa para reagruparse y rearmarse y luego vuelva a atacar Ucrania y quizás los países bálticos o Polonia, o incluso Europa occidental.
Putin ha calificado esta idea de "absoluta tontería". Y parece muy poco probable que, tras los fracasos autodestructivos de su invasión militar, Putin lo intente de nuevo. Además, parece claro que, como subrayan con fuerza el biógrafo de Putin, Philip Short, y otros analistas, los rusos consideran a Ucrania un caso especial, no un trampolín para aventuras más amplias.
Además, al ritmo de avance de Rusia en Ucrania en 2024, tardaría 116 años en conquistar el resto del país.
No obstante, Ucrania quiere algún tipo de garantía contra esta improbable eventualidad. La adhesión a la OTAN parecería ser la mejor opción para ello, pero para Ucrania es poco probable, ya que varios miembros se han opuesto a ello debido a las dificultades internas del país en materia de mala gestión y corrupción, que probablemente tardarían décadas en resolverse.
Sin embargo, la alianza aún puede proporcionar una especie de garantía de seguridad comprometiéndose de forma creíble a proporcionar armas y otra ayuda a Ucrania en caso de que Putin incumpla el acuerdo. Estarían mucho mejor preparados para hacerlo que en 2022, cuando existía un amplio consenso sobre la rápida caída de Ucrania. De hecho, los planificadores militares estadounidenses se mostraron cautelosos a la hora de ayudar al Gobierno ucraniano porque consideraban que estaba plagado de espías rusos y, en su lugar, planearon ayudar a cualquier resistencia urbana o partisana que se desarrollara contra los invasores rusos.
La otra garantía de seguridad la exige Rusia. Se trata de garantizar que la OTAN no invadirá Rusia. A juzgar en particular por su discurso al iniciar la invasión de 2022, la cuestión es fundamental en el pensamiento de Putin sobre la guerra. Había llegado a la conclusión de que la aventura era esencialmente una guerra preventiva, porque consideraba que la OTAN se estaba moviendo en Ucrania hacia una invasión directa de Rusia, similar a la de Hitler. Argumentó que "no tenía otra opción" y que era "solo cuestión de tiempo".
Cuando Tucker Carlson, buscando una forma ingeniosa de comenzar su entrevista con Putin tras la invasión, calificó esta visión de "paranoica", fue recompensado con una tendenciosa diatriba de media hora por parte de Putin sobre la historia ruso-ucraniana. Esa perspectiva de la guerra parece haber sido ampliamente aceptada en Rusia. Se refleja hoy en la insistencia rusa en que las tropas de la OTAN no formen parte de una fuerza de mantenimiento de la paz.
Puede que se trate de una fantasía paranoica, pero es necesario abordarla de alguna manera tangible y convencer a Rusia de que la OTAN no tiene (y nunca ha tenido) planes de invasión. No basta con repetir una y otra vez que la OTAN es una alianza defensiva.
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Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 20 de agosto de 2025.