El desastroso elixir del FMI
por Steve H. Hanke
Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins y Senior Fellow del Cato Institute.
El Jefe de Prensa del FMI, Thomas C. Dawson, respondió a su editorial del día 19 de abril, titulada "Crecimiento Desequilibrado" con una Carta al Editor incompleta y a la vez ilusoria. El señor Dawson evitó referirse a las principales acusaciones expresadas en la editorial, principalmente que "los consejos sobre manejo de tipo de cambio habitualmente han multiplicado los problemas de los países pobres" y que la Crisis Asiática comprueba ese punto. Desafortunadamente, la editorial falló en sostener sus puntos con evidencias.
Por Steve H. Hanke
El Jefe de Prensa del FMI, Thomas C. Dawson, respondió a su editorial del día 19 de abril, titulada "Crecimiento Desequilibrado" con una Carta al Editor incompleta y a la vez ilusoria. El señor Dawson evitó referirse a las principales acusaciones expresadas en la editorial, principalmente que "los consejos sobre manejo de tipo de cambio habitualmente han multiplicado los problemas de los países pobres" y que la Crisis Asiática comprueba ese punto. Desafortunadamente, la editorial falló en sostener sus puntos con evidencias.
El Baht tailandés colapsó el 2 de julio de 1999 y el sudeste asiático entró en una debacle económica. No pasó demasiado tiempo para que apareciera el FMI al rescate, premunido de un supuesto elixir: los tipos de cambio flotantes. Con la excepción de Honk Kong que rige su moneda con un sistema de Caja de Conversión y un tipo de cambio fijo, los países de la región permitieron que sus monedas flotaran. ¡Y claro que flotaron, pero hacia abajo! Desde fines de 1966 hasta diciembre de 1999, la Rupiah indonesa perdió algo más de un 66% de su valor relativo al dólar. Los otros "flotadores" también sufrieron sendas devaluaciones. Estas variaron de casi un 26% en Corea del Sur a cerca de un 33.5% en Malasia.
El desastre acarreado por estas devaluaciones puede medirse por el cambio en el PIB per cápita medido en dólares. En el período cubierto entre 1996 a 1999, el daño fue mayor en Indonesia (-35.5%), el país que sufrió la mayor devaluación, y menor en Corea del Sur (-18.4%), en donde se llevó a cabo la devaluación menos extrema. El panorama no es de lo más auspicioso.
Eso no es todo. Las devaluaciones afectan en forma desproporcionada a los pobres. En Indonesia, por ejemplo, los aumentos en los precios que siguieron la devaluación masiva de la Rupiah afectaron mucho más fuerte a los pobres, particularmente a aquellos que viven en zonas urbanas. Esta cara poco conocida de este tipo de medidas se muestra contraria al convencionalismo que plantea que los pobres vivirían en una indigencia tal, que estarían aislados de los shocks devaluadores.
¿Y cómo anduvo Hong Kong, el marginado? Hong Kong, con su sistema de Caja de Conversión, no devaluó su moneda. En consecuencia, fue capaz de mitigar el daño de la tormenta. En el período de 1996-1999, su PIB per cápita calló en forma considerablemente menor que la de sus vecinos (-5.6%).
Y como si la omisión anterior no fuera lo suficientemente terrible, el señor Dawson confunde a los lectores al invocar al premio Nobel de este año, Robert Mundell y su trabajo sobre la "trinidad imposible". Pero lo que el señor Dawson omite son las conclusiones del señor Mundell. El señor Mundell ha sido partidario en varias ocasiones de las Cajajas de Conversión y los tipos de cambio fijo, no los flotantes, para todos los países con economías emergentes (ver "Amenaza a la Prosperidad", The Wall Street Journal, 30 de marzo del 2000), contrariando así las implicaciones del señor Dawson.
Esto es sólo el par de la cancha. EL FMI siempre tiene la razón, incluso cuando las cosas salen mal, como generalmente ocurre. Al respecto, el FMI tiene mucho en común con el pedante General Prusiano Phull, quien, estando al servicio del Zar de Rusia en 1812, habría ganado todas las batallas que perdió si sólo sus tropas hubiesen seguido sus tácticas y estrategias. El razonamiento rápido y suelto del General Phull fue inmortalizado por Tolstoi en "La Guerra y la Paz". El señor Dawson también tiene la misión de justificar al FMI, pero debería evitar la deshonestidad intelectual.