EE.UU.: Un gobierno Republicano derrochador

Por Stephen Moore

Los republicanos en Washington parecen haber olvidado para qué los electores los mandaron a la capital. A pesar que la Casa Blanca, el Senado y la Cámara de Representantes están en poder de mayorías republicanas, el obeso presupuesto alcanza ya 1.250.000.000.000 de dólares ($1.25 billones). Sí, increíble, el presupuesto crece ahora más rápido que bajo Clinton.

¿Qué está sucediendo? ¿No se supone que los republicanos son fiscalmente responsables y opositores del gobierno grande? Siempre lo creí así. Mis oídos libertarios no pueden olvidar la inolvidable frase de Reagan en 1980, cuando declaró que el gobierno no es la solución a los problemas nacionales; el problema es el gobierno grande.

El los años noventa colaboré con Newt Gingrich y Dick Armey en la redacción del "Contrato con Estados Unidos" y ayudé a programar la toma republicana del Congreso. Los republicanos se comprometieron a reducir el tamaño del gobierno y a hacerlo más efectivo, cerrando cientos de organismos federales, oficinas y ministerios obsoletos, incompetentes y despilfarradores.

Pero la guerra contra el despilfarro se perdió sin disparar un solo tiro. El presidente Bush y los republicanos promulgaron el presupuesto de educación más grande de la historia. La nueva ley agrícola de $100.000 millones es la más cara de la historia y le concede a muchos acaudalados agricultores un millón de dólares en dádivas. Se acaban de aprobar $15.000 millones para ayudar al Africa y muchos estadounidenses (especialmente los desempleados) se preguntan si ese dinero no tendría un mejor uso aquí.

Con tanta irresponsabilidad fiscal, nadie echa de menos a los demócratas derrochadores del pasado, como George McGovern y Tip O'Neill.

Los republicanos están colaborando con Ted Kennedy en un proyecto de ley de medicinas bajo prescripción para los ancianos que equivale a la expansión más grande del Estado Benefactor desde que Lyndon Johnson era presidente. ¿Estoy equivocado o era la intención republicana acabar con la redistribución de la riqueza y la costumbre de robarle a Pedro para darle a Pablo?

Los tentáculos del pulpo federal se extienden por todos los recodos de nuestras vidas y más profundamente en nuestros bolsillos. Fred Smith, presidente del Competitive Enterprise Institute, mantiene que las regulaciones a las empresas se han multiplicado como nunca bajo el actual gobierno. El Cato Institute informa que Bush es el más despilfarrador de los ocupantes de la Casa Blanca desde cuando los Beatles estaban de moda. La explosión del déficit a $450.000 millones no está siendo causada por la rebaja de los impuestos sino por el insensato gasto del gobierno.

Hace dos semanas, los republicanos aprobaron un aumento de 10 millones de dólares para la Fundación Nacional del Arte (NEA). Se trata de uno de los programas de dádivas gubernamentales que los republicanos habían prometido eliminar, pero que ahora lo están engordando. Pero la cosa es todavía peor: los contribuyentes estamos financiando los placeres sexuales ahora que Medicaid (medicinas para los pobres) paga por las recetas de viagra. Y peor aún: los republicanos han casi duplicado el presupuesto a la odiada oficina del Impuesto sobre la Renta.

Sólo cabe una deprimente explicación: el partido del gobierno limitado de Reagan se ha transfigurado en el viejo partido de Nelson Rockefeller. Así que ahora tenemos dos partidos políticos que apoyan al gobierno grande en Washington, compitiendo en la adquisición de votos por medio de la asignación de regalos a los grupos de presión.

Se trata de una noticia trágica para los contribuyentes y también muy penosa para los republicanos que pertenecemos a un grupo en peligro de extinción. Pero quizás la gente se dé cuenta que los republicanos que apoyan al gobierno grande no son la solución, sino que son el problema.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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