Donde va China, luego de 50 años de comunismo

por James A. Dorn

James A. Dorn es Vice-presidente para Asuntos Académicos de Cato Institute y especialista en China y coautor de China's Future: Constructive Partner or Emerging Threat? (El Futuro de China: ¿Socios Constructivos o Amenaza Emergente?).

Aunque el Partido Comunista Chino acaba de celebrar los 50 años de un estado socialista, los chinos -en sus mentes- están celebrando dos décadas de prosperidad capitalista. Desde 1978, el ingreso per capita real se ha cuadruplicado y la China es hoy el décimo país con mayor comercio internacional en el mundo. Al abrirse al exterior, los líderes chinos y en especial el fallecido Deng Xiaoping expandieron el mercado y redujeron el tamaño del estado, aumentando así la autonomía individual.

Por James A. Dorn

Aunque el Partido Comunista Chino acaba de celebrar los 50 años de un estado socialista, los chinos -en sus mentes- están celebrando dos décadas de prosperidad capitalista. Desde 1978, el ingreso per capita real se ha cuadruplicado y la China es hoy el décimo país con mayor comercio internacional en el mundo. Al abrirse al exterior, los líderes chinos y en especial el fallecido Deng Xiaoping expandieron el mercado y redujeron el tamaño del estado, aumentando así la autonomía individual.

Si China se convierte en nuestro amigo o en nuestro enemigo dependerá, en gran parte, en si nuestros nexos comerciales crecen o se debilitan. La transición del control estatal hacia una economía de mercado ha transformado a la gente. Millones de chinos ya trabajan fuera del sector estatal, son dueños de sus viviendas y de sus negocios, viajan libremente y tienen acceso a una gran variedad de libros y de culturas.

Los intelectuales chinos ahora leen a Hayek y a Friedman, en lugar de a Marx y a Engels. Inclusive, Jonathan Alter de la revista "Newsweek" comenta que el premier Zhu Ronji tiene a Hayek en su biblioteca. Eso es sorprendente, ya que uno de los principales mensajes de Hayek es que el socialismo destruye el espíritu humano al despojar a la gente de susderechos naturales a la vida, la libertad y la propiedad. En "Fundamentos de la libertad" Hayek hace énfasis en la importancia del estado de derecho y del sistema de precios del libre mercado.

El creciente sector no-estatal ahora abarca 70% de la producción industrial china y las pésimas condiciones de las empresas estatales han afectado los ingresos del gobierno y obligado al Partido a buscar alternativas a los servicios sociales en las áreas urbanas.

Mientras tanto, en las zonas rurales, el fin de los sembradíos comunitarios y el aumento de la responsabilidad individual ha creado una nueva clase de empresarios y causado el renacimiento de la sociedad civil, que había sido destruida durante la Revolución Cultural, entre 1966 y 1976.

Según Mixing Pei, "las reformas pro-mercado han erosionado seriamente la base del Partido Comunista Chino. Irónicamente, ese cambio ha sucedido precisamente por el relativo éxito de las reformas económicas de Deng Xioping. Para los campesinos, las reformas orientadas hacia el mercado han resultado en beneficios económicos y en independizarlos del estado, erosionando el control político del Partido en las áreas rurales y dejando al régimen sin los medios para movilizar apoyo político en el campo".

Aunque China tiene un largo camino por delante para convertirse en una sociedad libre, hay amplia evidencia que el Partido avanza en la dirección correcta y que la liberación económica favorece el mantenimiento de la paz. Pero sería ingenuo pensar que el libre comercio resolverá todos los problemas. Se trata de una condición necesaria, pero no suficiente, para alcanzar la estabilidad y la paz mundial.

Taiwán es uno de los principales socios comerciales de China, pero nadie cree que esta no iniciaría una guerra si Taiwán declara su independencia. Sin embargo, la amenaza disminuye en la medida en que crece el intercambio comercial y las inversiones. La necesaria condición sería que China cambie su régimen político por uno basado en un estado de derecho y gobierno limitado, para que así prevalezca la libertad sobre la corrupción. Tal cambio depende de la población. Pero las probabilidades aumentan si incrementamos el intercambio comercial, difundiendo la información tecnológica y permitiendo que China ingrese a la Organización Mundial del Comercio.

La clave del futuro chino se basa en una diplomacia comercial y no de lancha cañonera. Sería un grave error que Estados Unidos se desvíe del camino de la liberalización comercial con China.

Lo que está al alcance de Estados Unidos en el campo de derechos humanos es limitado. Debilitar al Partido al abrir la economía sirve también para promover los derechos humanos. Y no debemos olvidar que la libertad en sí es un derecho humano importante. Convertir a China en una Cuba o Corea del Norte sería un grave error.

China prosperará si adopta los principios del mercado y del estado de derecho. Si continúa con un "socialismo de mercado" y no se integra a la economía global, tanto su gente como Occidente serán más pobres.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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