Democracia a la ONU
por Gary Dempsey
Gary Dempsey fue Analista de política extranjera del Cato Institute.
El alto representante de las Naciones Unidas en Bosnia, Carlos Westendorp, está asumiendo poderes autocráticos. Le ha impuesto a la gente una ley de ciudadanía y pasaportes y ha decidido sobre la primera moneda nacional. A principios de febrero impuso una bandera, cuando los funcionarios bosnios no se lograron poner de acuerdo.
Por Gary Dempsey
El alto representante de las Naciones Unidas en Bosnia, Carlos Westendorp, está asumiendo poderes autocráticos. Le ha impuesto a la gente una ley de ciudadanía y pasaportes y ha decidido sobre la primera moneda nacional. A principios de febrero impuso una bandera, cuando los funcionarios bosnios no se lograron poner de acuerdo.
Lo que autorizó esa prepotencia por parte de Westendorp fue una reunión en diciembre en Bonn de las naciones que instrumentan el plan de paz. El grupo le concedió amplios poderes para resolver las disputas políticas, si los funcionarios bosnios no cumplían con una serie de plazos establecidos. También lo autorizaron a despedir a funcionarios elegidos que resistan su esfuerzo en construir un gobierno mancomunado.
Según Westendorp, él no necesita de la aprobación del comité de Bonn. En una entrevista en noviembre del año pasado en el Slobodna Bosna explicó: "Si usted lee detenidamente el Acuerdo de Dayton el anexo 10 me da la posibilidad de interpretar mis propios poderes y autoridad Si me lo quieren dar por escrito desde la conferencia de Bonn, mejor. Si no, lo haré de todas maneras".
Al describir su autoridad, Westendorp siguió diciendo que si los funcionarios electos de Bosnia no logran "ponerse de acuerdo respecto, por ejemplo, a pasaportes, las placas de los autos, la bandera yo terminaré con esa interminable discusión. En el futuro será así: Les daré un tiempo para decidir, quiero decir para que se pongan de acuerdo en cierta decisión. Si no lo hacen, les diré que no se preocupen, que yo decidiré por ellos".
Y si los funcionarios bosnios que han sido electos reaccionan, Westendorp dice que si "muestran resistencia en instrumentar estas decisiones y bloquean sistemáticamente el Acuerdo de Dayton, exigiré la renuncia de los que no cooperen".
La actitud imperial de Westendorp no sorprende. Es consistente con su tratamiento condescendiente de la gente de Bosnia. Como explicó en su discurso de Año Nuevo: "Estamos aquí para ayudarlos a sobreponer el instinto humano de exagerar las diferencias que nos separan de nuestros vecinos Tengo que tomar las decisiones, ahora y en el futuro, con sus mejores intereses en mente, si sus líderes no lo hacen".
Tal actitud es consistente con una interpretación simplista del conflicto en Bosnia. Según Westendorp, los bosnios no matan a bosnios; los políticos matan a los bosnios. Explica que "las divisiones son creadas por las elites políticas para mantenerse en el poder. Cambiemos a los políticos y a sus instituciones y cambiaremos la cultura del miedo y la intolerancia que imposibilita que los serbios, musulmanes y croatas vivan tranquilos".
Al imponer una bandera, la moneda y leyes de ciudadanía y pasaporte, Westendorp intenta crear instituciones comunes por la fuerza, construyendo una nación de arriba hacia abajo.
Pero, ¿puede Westendorp decretar la construcción de una nación? No es probable. Siguen existiendo profundas divisiones entre facciones rivales que sus edictos no podrán eliminar. La moneda impuesta será emitida en dos versiones diferentes. La versión para la mitad musulmana y croata del país usará principalmente el alfabeto latín, mostrando a musulmanes y croatas famosos. La versión serbia hará uso del alfabeto cirílico, con figuras históricas serbias. Nadie sabe si los billetes de un lado serán aceptados del otro lado.
Es más, los decretos de Westendorp no conducirán a una paz sostenible en Bosnia. Por el contrario, reflejan un error fundamental de manera de pensar. Las instituciones que está imponiendo no se basan en el interés común de la cooperación, sino en el deseo de evitar las penalidades por no cooperar: dos cosas muy diferentes.
Más importante aún, tales decretos muestran la hipocresía fundamental del Acuerdo de Dayton: al intentar imponer en Bosnia una democracia tipo occidental, Estados Unidos está permitiendo que un funcionario que no ha sido elegido por nadie se comporte como un déspota.
Westendorp dice que quiere que las tropas estadounidenses se queden en Bosnia por "tres, cuatro, cinco años máximo". Pero los contribuyentes de Estados Unidos ya han gastado $8.000 millones en el esfuerzo de reconstrucción y es tiempo que se considere seriamente si cinco años más de un experimento arrogante como el de Westendorp es una buena decisión en nuestras relaciones extranjeras.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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