De Lexington al palco del jurado: 250 años de defensa de la libertad
Mike Fox dice que los jurados de la época de la fundación de Estados Unidos tenían una misión más amplia: se les encargaba evaluar la sensatez, imparcialidad y legitimidad de cada proceso, para evitar de esa manera la injusticia.
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Por Mike Fox
Hace doscientos cincuenta años –el 19 de abril de 1775, el estampido de los mosquetes en Lexington y Concord desencadenó una revolución. El "disparo que se oyó en todo el mundo" dio lugar a la ley fundacional de una nueva nación: una Constitución que consagraba la libertad, el debido proceso, el autogobierno y una profunda sospecha del poder incontrolado. Al conmemorar este aniversario crucial, no debemos olvidar cómo los ideales revolucionarios de los Padres Fundadores transformaron el derecho estadounidense.
Los colonos americanos se sentían cada vez más frustrados por el sometimiento británico. Estaban oprimidos por leyes injustas impuestas por un Parlamento lejano carente de representación colonial. Sus derechos como ingleses se veían vulnerados por la resolución superficial de supuestas violaciones en los tribunales de almirantazgo. Esos tribunales de almirantazgo carecían de jurados, y los colonos entendieron que la ausencia de jurados eliminaba una salvaguarda crucial contra la tiranía. Los Fundadores reconocieron que el juicio por jurado era una piedra angular de la equidad básica y el autogobierno; además, el propio jurado servía como control vital de los posibles abusos de poder.
Los Fundadores concibieron el jurado como mucho más que un órgano de determinación de los hechos. Consideraban que el jurado era un baluarte fundamental contra la opresión del gobierno. Habían visto veredictos sesgados de jueces en deuda con la Corona, y por eso consagraron en la Constitución el derecho a ser juzgado por un jurado de iguales. Por eso el Artículo III de la Constitución exige que "todos" los delitos federales sean juzgados por un jurado; por eso la Sexta Enmienda garantiza un juicio público por un jurado imparcial en "todos los procesos penales".
En resumen, los Fundadores entendían los juicios con jurado como la base de la adjudicación penal. Hoy en día, sin embargo, ese entendimiento ha sido suplantado por nuestro sistema moderno de negociación de declaraciones de culpabilidad en cadena de montaje, a menudo altamente coercitivo. Este cambio se deriva de las muchas herramientas que los fiscales utilizan ahora para obtener declaraciones de culpabilidad, así como de la falta de compromiso de los jueces, que no están dispuestos a vigilar el sistema moderno de negociación de los cargos y la condena. Este cambio revela la transformación y el colapso del papel histórico del jurado penal.
En la época de los Fundadores, la función del juicio penal con jurado no se limitaba a la determinación de la culpabilidad. Por el contrario, el servicio de jurado facultaba a los ciudadanos de a pie para controlar el ejercicio ilícito del poder estatal. El jurado impedía la aplicación arbitraria u opresiva de la ley. Servía como voz de la comunidad en los juicios penales; en ese contexto, garantizaba que el extraordinario poder del Estado no se utilizara con fines tiránicos.
Hoy en día, a los jurados de los juicios penales se les dice que son meros investigadores de hechos; esta disminución supone un cambio extraordinario respecto a las prácticas del pasado. Los jurados de la época de la fundación tenían una misión más amplia: se les encargaba evaluar la sensatez, imparcialidad y legitimidad de cada proceso. A esos jurados se les permitía incluso absolver a acusados culpables de hecho para evitar la injusticia, si determinaban que una ley se había aplicado inmoralmente o que una sentencia era desproporcionada en relación con la ilicitud del delito.
Para entender a los jurados de la época de la Fundación, debemos entender la Fundación. Los Fundadores acababan de salir de una guerra contra una monarquía tiránica que empleaba detenciones arbitrarias, juicios injustos y castigos crueles; esa experiencia dio forma a la Declaración de Derechos. Pensemos en la protección de la Cuarta Enmienda contra los registros e incautaciones irrazonables; las garantías de la Quinta Enmienda sobre el debido proceso, incluida la presunción de inocencia y la protección contra la autoincriminación; los derechos de la Sexta Enmienda a un abogado, a la confrontación de testigos y a un juicio rápido, público e imparcial con jurado; y las prohibiciones de la Octava Enmienda sobre fianzas excesivas y castigos crueles e inusuales. Esas Enmiendas son respuestas directas a las injusticias que los Fundadores presenciaron y juraron poner fin.
Los Fundadores comprendieron el papel fundamental que desempeñaban los ciudadanos-jurados: esos jurados son un escudo contra la persecución. Cuatro décadas antes de que se disparara el primer tiro de la Guerra de la Independencia, el editor disidente John Peter Zenger fue acusado de libelo sedicioso por criticar al gobernador real de Nueva York. Un jurado neoyorquino absolvió a Zenger, y esa absolución se convirtió en un célebre ejemplo de lo que hoy llamamos anulación del jurado.
La anulación del jurado tiene profundas huellas en la historia jurídica estadounidense. En 1851, a pocos kilómetros de Lexington y Concord, una turba se reunió en un juzgado de Boston para impedir que un antiguo esclavo, Shadrach Minkins, volviera a su cautiverio. Los miembros de la turba fueron procesados, pero los jurados se negaron a condenarlos. Ya fuera protegiendo a editores disidentes como Zenger de persecuciones por motivos políticos o absolviendo a abolicionistas procesados por impedir el regreso de antiguos esclavos a la esclavitud, los jurados reconocían que parte de su trabajo consistía en hacer lo correcto. Cuando los jurados se enfrentaban al espectáculo de acusados criminales que eran víctimas de un gobierno excesivamente punitivo, dictaban sentencias absolutorias a pesar de las pruebas, antes, durante y después de la Fundación.
Los jurados ciudadanos que entienden su papel constitucional proporcionan protecciones vitales a la sociedad estadounidense moderna. El valor de tales protecciones debería ser especialmente evidente en 2025. Las tendencias autoritarias del jefe del ejecutivo de los Estados Unidos se revelan ahora regularmente por su repudio del debido proceso, sus intentos de silenciar a la oposición, y sus órdenes de investigar a los que se resistieron a su afirmación sin pruebas de que las elecciones de 2020 fueron robadas.
Mientras conmemoramos el 250 aniversario de la Revolución Americana, escuchamos ecos alarmantes de la tiranía contra la que lucharon los Fundadores. El papel de los jurados penales como baluarte contra la tiranía –y como protectores de sus comunidades– merece un momento de contemplación. El énfasis de los Fundadores en el jurado como salvaguarda contra la injusticia sigue siendo esencial para nuestra vida cívica. Sus valores deben seguir iluminando nuestra comprensión del debido proceso y nuestra búsqueda de la justicia a través del sistema de jurados.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 21 de abril de 2025.