Corrupción y organismos internacionales

Por Ian Vásquez

Como ha señalado el diario The New York Times, el tipo de investigaciones a las que el Congreso estadounidense o el Departamento de Justicia someten a todas las agencias y organismos del país sería virtualmente inaplicable a la ONU. La ONU es un organismo donde se dan muchas oportunidades de corrupción, pero en el cual se materializan esas oportunidades. No es el único organismo internacional que padece este mal. El Fondo Monetario Internacional (FMI) también sufre de una profunda falta de transparencia que puede favorecer la aparición de casos de corrupción. La opinión pública en muchos casos no sabe qué consejos e instrucciones da el Fondo a los países clientes. Tampoco se sabe qué clase de evaluación hace después el FMI sobre el uso de los créditos recibidos, ni por qué se entrega una determinada cantidad y no otra, ni por qué se favorece a un país y no a otro.

El propio Michel Camdessus, hasta hace unas semanas director del Fondo, declaró poco después de la crisis asiática que el problema principal al que se enfrenta el FMI es la falta de transparencia de los países con los que trata. Es, implícitamente, una confesión de que el Fondo no sabe lo que pasa con su dinero una vez entregado a los países clientes. Ese problema se ha visto una y otra vez, país tras país, hasta estallar en el caso de Rusia, donde el Fondo ha llegado a acusar al Kremlin de mentirle, y donde ahora se están llevando a cabo investigaciones para saber qué ha  pasado con los miles de millones de dolares concedidos a Moscu.

La corrupción institucionalizada de la ayuda exterior ha alcanzado niveles de escándalo, y los propios organismos internacionales han generado mecanismos muy creativos para la evasión de sus propias normas.  Entre estos está el truco que una y otra vez aplica el FMI: prestar dinero a países que todavía no han devuelto el crédito anterior, de tal manera que con el nuevo préstamo cancelen formalmente el anterior, y así sucesivamente. El artificio financiero llega al punto de que los países desarrollados concedan durante unas horas créditos puente a los países que necesitan un nuevo crédito del Fondo. El Fondo y otros organismos financieros no pueden arriesgarse a reconocer que han concedido créditos fallidos, y que siempre arbitran alguna fórmula para que, sobre el papel, los créditos les sean devueltos.

La realidad es que, por ejemplo, Rusia ha sido incapaz de cumplir una sola de las normas pactadas a cambio de los créditos recibidos. Rusia no es un caso especial. Setenta países llevan veinte años o más recibiendo créditos del Fondo Monetario. Esto prueba la extrema ineficacia de este sistema "temporal" de ayudas y de la llamada "condicionalidad" de los préstamos. Y prueba algo más: que en los países en desarrollo, es la realidad económica-no el aporte de los organismos de crédito-la que hace que los políticos se decidan de veras a implementar reformas económicas.  Por esto, se ha comprobado que la suspensión de la ayuda externa es más eficaz que su continuación cuando se busca promover medidas liberales.  Lo malo es que cuando un país por fin empieza a reformar su economía, el Fondo comienza a prestarle de nuevo, lo que desacelera el proceso reformista.

Las agencias multilaterlales nos han mostrado que la corrupción es un problema tanto de los países pobres comos de los ricos, que es también un problema interno de estos organismos y que no se resolverá sin un profundo replanteamiento de los mismos. Lo mejor que pueden hacer los países ricos si de veras desean combatir la corrupción en todo el mundo es cerrar los organismos multilaterales de ayuda.