Auge y caída de Argentina

por Steve H. Hanke

Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins y Senior Fellow del Cato Institute.

Conocí a Carlos Menem en 1989, cuando acababa de ser elegido presidente de Argentina y estaba promoviendo un programa de liberalización para su "enferma" economía.  El problema de Menem era la hiperinflación y hasta que se logró eliminar, todas sus reformas se mantuvieron congeladas.

Por Steve H. Hanke

Conocí a Carlos Menem en 1989, cuando acababa de ser elegido presidente de Argentina y estaba promoviendo un programa de liberalización para su "enferma" economía.  El problema de Menem era la hiperinflación y hasta que se logró eliminar, todas sus reformas se mantuvieron congeladas.

Qué hacer?  Argentina ya había probado casi todos los remedios tradicionales contra la hiperinflación y todos le habían fallado.  A mediados de 1990, Kurt Schuler y yo produjimos un anteproyecto con la solución: Banco Central o Caja de Conversión.   La situación de Argentina llamaba a un régimen de caja de conversión ortodoxa que pondría al Banco Central en una "camisa de fuerza".

Menem adoptó la idea en 1990.  Para llevar el proyecto acabo, movió a su ministro de relaciones exteriores, Domingo Cavallo, al ministerio de Economía.  Cavallo y su equipo pronto hicieron un borrador de la ley de convertibilidad y el 1º de abril de 1991 se le puso al Banco Central una "camisa de fuerza".  El truco funcionó;  la inflación anual que era de 1,345% en 1990 cayó como una piedra.  Las barreras de comercio se redujeron sustancialmente y en 1993, YPF, la compañía petrolera nacional fue privatizada en lo que fue la más grande oferta pública (3.000 millones de dólares) en la historia de la Bolsa de Nueva York.

Las lecciones aprendidas por la experiencia Argentina son bien claras.  Durante los días gloriosos de reforma (1991- 1994), Menem mantuvo un comando unificado del escenario político.  Las reformas, las cuales fueron desarrolladas sin la intervención del FMI, fueron simples e implementadas rápidamente en paquetes grandes.  Los resultados en el periodo de 1991- 94 fueron impresionantes.  El PIB por capita en dólares se incrementó en un 72.8%.

Durante el comienzo de la crisis económica mexicana de 1995 y su "efecto tequila", la reforma argentina fue perdiendo poder.  Aunque Argentina salió bien librada de esta crisis y su PIB por capita creció en un 7% de 1996 a 1997, la reforma perdió el vigor que una vez tuvieron.  El segundo mandato de Menem no fue tan exitoso y este fue perdiendo vapor a medida que se acercaron las elecciones presidenciales de 1999.  Para hacer las cosas peores, la economía argentina sufrió una fuerte desaceleración debido a los efectos de la crisis brasilera de 1999.

Armado con un "programa de austeridad" del FMI, Fernando de la Rúa se convirtió presidente en diciembre de 1999.    Para finales del año pasado el plan económico de de la Rúa estaba por el piso y la economía se fue hundiendo en una gran recesión.

En febrero, hubo muchos eventos que amenazaron con hacerle perder a Argentina el eje de sus reformas, la ley de convertibilidad.  Una mala situación se convirtió en toda una crisis.

Todo comenzó con lo que parecía un escándalo bancario.  Dos diputados, Elisa Carrio y Gustavo Gutiérrez acusaron a dos bancos que tenían relación con el Citibank de lavado de dinero.  Con la ayuda de algunos funcionarios y senadores demócratas en Washington D.C., los diputados argentinos llevaron su caso al Subcomité de Asuntos de Gobierno del Senado.  Esto causó gran escándalo en Buenos Aires. El gobernador del Banco Central, Pedro Pou, se encontraba en el medio de este, ya que los supuestos incidentes de lavado de dinero ocurrieron durante su gestión y algunos políticos muy poderosos querían su cabeza.

Los enemigos de Pou querían un reemplazo que aliviara la "camisa de fuerza" de la convertibilidad.  Carlos Ruckoff, el alcalde de Buenos Aires lo hizo claro cuando exigió que nadie, con excepción de Domingo Cavallo, podía reemplazar a Pou en el Banco Central.  En ese entonces, Cavallo había manifestado en la conferencia de invierno de J.P Morgan, la posibilidad de hacer el sistema de convertibilidad más "flexible".  El 8 de febrero, la publicación Emerging Markets Today de J.P Morgan publicó todo aquello que Cavallo tenía en mente.  De acuerdo a él, la convertibilidad podría ser más flexible cambiando la atadura del peso con el dólar a una canasta de monedas.

Los mercados respondieron rápidamente.  Ellos vieron en la canasta, la estrategia de salida a la convertibilidad y a una posible devaluación del peso.  Este prospecto puso a los especuladores en movimiento.  El peso se devaluó.  Los créditos argentinos de riesgo medidos por la extensión entre los bonos argentinos en dólares y los bonos del tesoro de los Estados Unidos aumentaron con el riesgo del peso.  Esto no es sorpresa alguna.  Con una alta probabilidad que el peso se devaluara, posiblemente aumentaría la deuda.  Con estas movidas del mercado, Argentina se sumergió en otra crisis.

Cavallo se ha convertido de nuevo en el zar económico de Argentina. Su tarea es enorme. No sólo debe recuperar sus reputación de estar a favor de una moneda sana y estable, sino que también ha de unificar a las diferentes fuerzas políticas para que apoyen sus propuestas para aumentar la competitividad. La mejor manera para que disipe las dudas de los mercados sobre su canasta de monedas sería dolarizar la economía.

Artículo publicado en la revista Forbes Global, abril 2001