Amenazas globales

Macario Schettino considera que la verdadera amenaza no es la guerra abierta entre Estados, sino la guerra en el interior de estos, entre grupos o entre las islas identitarias.

Por Macario Schettino

El fin del mito de la honestidad valiente, y la deplorable reacción del Presidente, sus gobernadores y legisladores, que achacan cualquier crítica a una imaginaria “derecha”, en lugar de reconocer su derrota moral, porque son iguales y hasta peores que los otros, nos han mantenido ocupados durante dos semanas. En ese lapso, la tensión en Ucrania ha crecido significativamente, al extremo de que el fin de semana, la inteligencia de EE.UU. anunció una posible invasión rusa para este día en que usted lee estos renglones.

Como sabe, Rusia considera indispensable contar con un colchón que la separe de otros países, posibles enemigos. Ese colchón consiste en Bielorrusia y Ucrania, en Europa, en los países del Cáucaso y de los stanes en Asia Central. En todos ellos ha instalado dictadores a los que cuida celosamente. Por eso la guerra de Chechenia, en el Cáucaso, a inicios de este siglo; por eso la rápida reacción en Kazajistán hace unas semanas; por eso el ataque a Ucrania y la anexión de Crimea y el Dombás hace ocho años.

Ante la posibilidad de que Ucrania accediese a la OTAN (algo que no parece que estuviese en discusión), Putin decidió moverse primero. Ha colocado tropas en Bielorrusia (norte de Ucrania), en la frontera rusa y el Dombás, y ha movido parte de su flota al mar Negro. Esto abre tres frentes posibles de ataque, que hay que sumar a una de las mejores armas de Rusia: la ciberguerra.

Ayer, hubo ataques cibernéticos al sistema financiero ucraniano y a su Ministerio de Defensa, por ejemplo. Hubo también eventos curiosos en la Casa Blanca, porque no se debe olvidar la capacidad cibernética ya instalada por Rusia en EE.UU. Más grave aún, el trabajo de desinformación ruso, de alta calidad, ha sido acompañado de un compromiso del trumpismo. Este segmento político estadounidense ha decidido apoyar a Putin en contra de Biden, de ese tamaño es su enfrentamiento.

Del lado europeo, puras lástimas. De la visita donde Putin se burló de Macron a la deplorable actuación de Scholz, el nuevo canciller alemán, no hay de dónde suponer una capacidad de respuesta de Europa frente a Rusia. Apaciguar al matón nunca funciona, pero Europa no tiene capacidad de fuego, ni ganas de usar lo poco disponible.

Ojalá no haya conflicto armado, pero desde ya el costo para Ucrania ha sido muy elevado. Un país con muchas dificultades para establecer una economía exitosa sufre ahora una amenaza muy pesada.

La incertidumbre y la dependencia energética europea de Rusia han provocado un incremento en el precio del crudo, que ha llegado por encima de 95 dólares el barril. Por costumbre, muchos creen que esto beneficia a México, pero hace ya tiempo que no es así. Bajo ningún precio es negocio la industria petrolera mexicana (los detalles, como es frecuente, en patreon.com/macariomx este domingo). Por el contrario, aunque sea poco, precios más elevados nos resultan dañinos.

Es probable que este evento, sea que evolucione o no en un conflicto armado abierto, sea un paso más en el proceso de deterioro que hemos atestiguado en los últimos años, desde la Gran Recesión. EE.UU. sufre una fractura interna cada vez más grave; Europa no tiene capacidad de reaccionar, frente a nada; Rusia y China son cada día más autocráticas; los demás, hundiéndonos en populismo barato.

Aunque nos cueste trabajo aceptarlo, las sociedades del tamaño actual requieren una referencia de orden para ser funcionales. Sin ella, las fuerzas centrífugas dominan. Hoy, esas fuerzas predominan en el interior de las sociedades. La verdadera amenaza no es la guerra abierta entre Estados, sino la soterrada al interior de ellos, entre grupos o, como los hemos llamado, islas identitarias. Ésa es la gran amenaza para los próximos años.

Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 16 de febrero de 2022.